En el paraje de El Cargao, en un barranco en el kilómetro 88 de la carretera autonómica CL-101 que une los municipios sorianos de Cobertelada y Villasayas, se encontraban las esperanzas de dos familias que buscaban los restos de sus parientes asesinados meses después del golpe de Estado. Tendrían que cavar y cavar. El pasado fin de semana, la asociación memorística Recuerdo y Dignidad empezó los trabajos de exhumación en dos fosas que ya tenían ubicadas tras una prospección exitosa realizada en septiembre de 2023. Pero como cuentan desde la asociación a Infobae España, todo empezó mucho antes.
Hace cuatro años, uno de los parientes empezó la búsqueda y se puso en contacto con Recuerdo y Dignidad. Quería encontrar a Esteban Ciria Ballesteros, un picapedrero procedente de Almazán (Soria). Su hermano lo vio por última vez mientras le subían a la fuerza a un coche en la Puerta de Herreros de la villa el 19 de septiembre de 1936. Fue asesinado solo. Después de 80 años, su sobrino quería dar con él para que pueda descansar en paz y en un lugar donde pueda ser honrado y recordado.
Con unos meses de diferencia, empezó la búsqueda de Rufino Felipe Gómez Escribano, maestro de Barahona asesinado el 22 de agosto de 1936. Estaba casado y su mujer estaba embarazada de una niña, a la que no conoció por nueve días. Su sobrino y su sobrino nieto empezaron la búsqueda. Al contrario que Esteban, Rufino no murió solo. Fue fusilado junto a Félix Iglesia Casado, agricultor natural de Barahona (Soria) que fue sacado de la cama estando enfermo de neumonía para ser asesinado y Gregorio Ranz Iglesia, que fue desenterrado por su familia la misma noche de su asesinato e inhumado de nuevo en el cementerio civil de Barahona.
“Son asesinatos extrajudiciales porque no tuvieron ningún tipo de juicio ni sumario ni nada. De hecho, solamente tenemos registros de que hubiera estado en una cárcel Esteban Ballesteros, que no llegó a estar ni un mes en la prisión de Almazán. De las otras tres víctimas, las procedentes de Barahona, ni siquiera tenemos registros de que hubieran entrado en prisión. Todos los testimonios y todas las fuentes documentales nos dicen que fueron a sus domicilios por la noche, los sacaron de casa, estarían algunas horas en el calabozo del pueblo, y luego serían llevados a fusilar”, cuentan desde la asociación memorística, que pide que no se olvide que “todos estos asesinatos fueron cometidos lejos del frente de guerra porque Soria cayó a los dos días del golpe. Son todos víctimas de la represión y de ese patrón de exterminio que quería liquidar a todo el enemigo político por sus ideas”.
Detallan que fueron enterrados “clandestinamente”: “Lo que se hacía en muchos sitios de España es que los asesinaban, en este caso los la Guardia Civil, y los dejaban tirados, literalmente. Entonces allí iban al pueblo más cercano, en este caso Villasayas, y llamaban al alcalde, que tenía que avisar a varios vecinos para que fueran a enterrarlos. El objetivo que tenían no era solamente matarlos, sino que cayeran en el olvido, que ni siquiera se supiera dónde estaban”.
Un libro, el mapa que lleva las fosas
Con lo que no contaban los asesinos, los que daban la orden y los que apretaban en gatillo, es con lo que los sorianos dejarían plasmado su relato oral en las páginas de una guía para sus nietos. La represión en Soria durante la Guerra Civil, escrita por Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, recorre la historia de la represión franquista en buena parte de los pueblos de la provincia y en la capital a través de los testimonios orales y la documentación recopilada por los autores en 1982. Ahora, el libro sirve de mapa para la asociación memorística, que lo utiliza para rastrear las fosas.
De este modo, dieron con las que posiblemente sean las tumbas sin nombre de Esteban, Rufino y Félix. Se han encontrado los restos de tres personas en dos fosas ubicadas en el lugar indicado. Lo más probable es que sean los restos óseos de los tres sorianos que buscaban, pero no se podrá confirmar hasta que pasen por el laboratorio y se les realice un análisis de ADN. Si se corrobora, serán devueltos a los parientes, que también podrán descansar. Desde la asociación explican que los familiares allí presenten “decían, en numerosas ocasiones, que están cerrando el ciclo del duelo. Que eso no pudieron tener sus familiares, sus padres, pues ellos lo van a poder cerrar. Y es algo que han tenido siempre pendiente”.