El comercio global de bienes, a diferencia del de servicios, atraviesa un momento de crisis y de recomposición de las cuotas de mercado que han originado fuertes tensiones comerciales entre países. Las tendencias de fondo evidencian que a las principales potencias europeas les resulta complicado mantener su peso en las exportaciones mundiales de ciertos productos complejos en los que hace 20 años lideraban de manera indiscutible. Esto se debe a la fuerte entrada en el mercado global de países que están compitiendo en bienes antiguamente más exclusivos.
Según los últimos datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC por sus siglas en inglés), relativos a 2022, España es líder mundial en exportaciones de más de una decena de productos, siendo los más relevantes por los ingresos que generan el aceite de oliva puro y la carne de cerdo. La cuota de mercado de España en ambos productos es notable: en 2022 ha llegado a exportar el 49,5% del aceite de oliva mundial (el 42,9% en el caso del aceite de oliva puro) y el 17,4% de la carne de cerdo, adelantando a Italia y a EEUU, respectivamente. En 2002, España solo exportaba el 29,3% del aceite de oliva (aunque el 51,1% del aceite de oliva puro) y el 5,6% de la carne de cerdo.
Sin embargo, el producto vendido al exterior con el que más dinero gana España, aunque no lidere la cuota de mercado, son los coches, debido a que es un bien relativamente “complejo” en términos del conocimiento incorporado para su producción, lo cual repercute en el valor que se genera con su exportación. El sector del automóvil es, históricamente, uno de los pilares principales de la industria española y europea, fundamentalmente de la alemana, pero sus cuotas de mercado han caído por la fuerte entrada en el mercado de países no europeos.
En 2002, Alemania poseía el 22,1% del mercado de coches mundial y entre las diez primeras potencias en este producto también se encontraba Francia, con un 7,2%, España, con un 4,9% y Reino Unido, con un 4,6%. Dos décadas después, las cifras se han visto alteradas, destacando la irrupción de China, que actualmente tiene más cuota de mercado que España (un 5,8%). Alemania sigue liderando, pero cae al 19,1%, y Francia ha desaparecido del top 10 (tiene un 2,7%). España y Reino Unido se mantienen en su posición, pero perdiendo cuota de mercado hasta el 4,3% y el 3,8%, respectivamente, y Eslovaquia ha entrado con un 3,4%.
La caída de la cuota de mercado es mayor en otro sector industrial que fue especialmente relevante en los siglos XIX y XX, el calzado y la sombrerería. España exportó el 3,5% de los productos de este sector a nivel mundial en 2002, pero solo el 1,7% en 2022. Y la situación también es delicada en la cerámica, una industria que en 2022 experimentó una gran crisis de precios energéticos. España ha perdido cuota de mercado en todos los productos cerámicos, a excepción de la cerámica sin esmaltar, donde pasa del 5% en 2002 al 20,4% en 2022, pero sin llegar a alcanzar el nivel que tenía hace 20 años la cerámica esmaltada (con una cuota de mercado del 28,7%).
En ambos sectores, China ya era potente en 2002, pero ahora lo es más, quitando espacio a sus competidores. Exporta el 36,2% del calzado mundial y también ha disparado su dominio de la cerámica industrial. Por ejemplo, ya tiene una cuota de mercado superior al 60% en la cerámica de baño frente al 7,2% de 2002, mientras que España prácticamente ha desaparecido en las exportaciones de este sector (tenía una cuota del 5,1% en 2002 y una del 0,8% en 2022).
Contra lo que pueda parecer por el auge de algunos productos, España también ha perdido cuota de mercado en dos de tres de las ramas de exportación agrícolas. La caída se ha producido especialmente en los productos vegetales: tomates, cítricos, lechuga, melones… A los que les ha surgido más competencia de países como Marruecos.
En consecuencia, España ha retrocedido puestos en el ranking mundial de complejidad económica elaborado por el OEC, aunque sus exportaciones de bienes tengan un valor económico récord en términos históricos. La mayor complejidad se alcanza a medida que un país acumula conocimiento y aprende a producir más productos (mayor diversidad) que son producidos por menos países (mayor ubicuidad). En 2002 España era el país número 21 con más complejidad económica y en 2022 se ubica en el puesto número 33, dos por encima del peor dato del año 2021 (35). Al contrario, China ha pasado del puesto 51 en 2002 al 22 en 2022.
La competencia “desleal” de China y el doble filo de los aranceles
China ha conseguido penetrar rápidamente en el mercado del automóvil y sus prácticas para este éxito han despertado los recelos de la Unión Europea. El Ejecutivo comunitario concluyó en junio tras una investigación que los productores chinos de vehículos eléctricos reciben “subvenciones desleales” del gobierno chino que permiten “precios artificialmente bajos”, lo que representa una “amenaza de perjuicio económico” para los productores de la UE. En consecuencia, la Comisión ha elevado los aranceles a la importación de estos vehículos, especialmente para los fabricantes que no cooperaron con la investigación.
Como respuesta, China anunció en junio una “investigación antidumping” sobre la importación de carne de cerdo desde la UE. En principio, este proceso durará en torno a un año y se desconoce si terminará, como ha hecho la UE, en un aumento de aranceles. Si se diera ese escenario, España sería la más perjudicada, ya que es la primera potencia mundial en exportación de carne de cerdo y su principal comprador es China.
Antes de que la guerra comercial sea total (las importaciones chinas de la UE ya descendieron por primera vez en 2023 tras una década de crecimiento ininterrumpido), la Comisión asegura haberse puesto en contacto con las autoridades chinas para “debatir” los precios de los vehículos eléctricos chinos y “las posibles formas de resolver la cuestión”. Fuentes del Ministerio de Economía inciden en que los aranceles no tendrán efecto hasta octubre o noviembre, por lo que hay unos meses de margen para negociar, pero la UE se encuentra en pleno inicio de su estrategia de reindustrialización y protección de la producción comunitaria, por lo que una solución amistosa parece alejada.