El intenso calor del verano pasado causó más de 47.000 muertes en Europa: España ocupa el segundo lugar con 8.352

El estudio impulsado por Instituto de Salud Global de Barcelona también indica que la vulnerabilidad al calor de las sociedades europeas ha disminuido progresivamente a lo largo del presente siglo

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Una mujer posa para una
Una mujer posa para una foto en el templo de Erecteón, en Atenas, el pasado mes de julio mientras al fondo se observa humo de varios incendios tras una intensa ola de calor. (AP Photo/Petros Giannakouris)

El calor extremo pone en peligro a millones de personas en todo el mundo y los países del sur de Europa son algunos de los que más sufren las consecuencias de las altas temperaturas. Así lo confirma un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) publicado en la revista Nature Medicine, que cifra en 47.690 las muertes producidas en Europa como consecuencia del calor en 2023, el año más cálido registrado a nivel mundial. De esos fallecimientos atribuibles al calor, España registró un total de 8.352, convirtiéndose así en el segundo país del bloque con más víctimas de la crisis climática, solo superado por Italia, con 12.743.

La gran mayoría del total de esas muertes a nivel europeo, 47.312, se produjeron en el periodo más caluroso del año, entre el 29 de mayo y el 1 de octubre. En ese sentido, si se tiene en cuenta la población, los países con mayores tasas de mortalidad relacionada con el calor se encontraban en el sur del continente: Grecia (393 muertes por millón), Bulgaria (229), Italia (209), España (175 muertes), Chipre (167) y Portugal (136). Al igual que en estudios anteriores, se observa una mayor vulnerabilidad de las mujeres y las personas mayores, de forma que si se tiene en cuenta la población, la tasa de mortalidad relacionada con el calor fue un 55% más alta en mujeres que en hombres, y un 768% más alta en personas mayores de 80 años que en personas de entre 65 y 79 años.

El presente estudio, en el que se emplearon registros de temperatura y mortalidad de 823 regiones de 35 países europeos durante el periodo 2015-2019 para ajustar modelos epidemiológicos y estimar la mortalidad relacionada con el calor en cada región durante todo el 2023, también indica que la vulnerabilidad al calor de las sociedades europeas ha disminuido progresivamente a lo largo del presente siglo y estima que, sin estos procesos de adaptación, la carga de mortalidad relacionada con el calor durante el pasado año habría sido un 80% más elevada.

“Los procesos de adaptación de la sociedad a las altas temperaturas durante el presente siglo han reducido drásticamente la vulnerabilidad al calor y la carga de mortalidad de los últimos veranos, especialmente entre las personas mayores”, señala Elisa Gallo, investigadora de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa, y primera autora del estudio. Como ejemplo señala que desde el año 2000 la temperatura de mínima mortalidad -la temperatura óptima con menor riesgo de mortalidad- se ha ido calentando gradualmente de media en el continente, pasando de 15 grados en el periodo 2000-2004 a 17,7 grados en 2015-2019. “Esto indica que somos menos vulnerables al calor de lo que éramos a principios de siglo, probablemente como resultado del progreso socioeconómico general, las mejoras en el comportamiento individual y las medidas de salud pública, como los planes de prevención del calor puestos en marcha tras el verano récord de 2003″, añade.

Turistas sostienen paraguas para protegerse
Turistas sostienen paraguas para protegerse del sol mientras caminan cerca del Coliseo en Roma. (REUTERS/Guglielmo Mangiapane)

Europa se calienta más rápido que la media mundial

El estudio también señala que casi la mitad de los días en 2023 superaron el umbral de 1,5 grados fijado por el Acuerdo de París, lo que se traduce en que “Europa se está calentando a un ritmo dos veces más rápido que la media mundial”, dice por su parte Joan Ballester Claramunt, investigador del ISGlobal, quien aclara que como las proyecciones climáticas indican que el límite de 1,5 grados podría superarse antes de 2027, las oportunidades para actuar van disminuyendo.

“Debemos tener en cuenta que los límites inherentes a la fisiología humana y a la estructura de la sociedad probablemente condicionarán las posibilidades de adaptación en el futuro. Es urgente aplicar estrategias encaminadas a reducir aún más la carga de mortalidad de los veranos más cálidos que se avecinan, junto con un seguimiento más exhaustivo de los efectos del cambio climático en las poblaciones vulnerables”, añade el experto. Esas medidas de adaptación, concluye, deben combinarse “con esfuerzos de mitigación por parte de los gobiernos y la población en general para evitar alcanzar puntos de inflexión y umbrales críticos en las proyecciones de temperatura”.

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