Un galeón hundido en el fondo del mar y 122 piezas de oro precolombinas. Dos tesoros de incalculable valor que enfrentan diplomáticamente a los Gobiernos de España y Colombia. PP y VOX, en la oposición y muy interesados en defender los intereses patrios, han preguntado recientemente al Ejecutivo de Pedro Sánchez cuáles son los planes del Ministerio de Cultura para conservar este patrimonio que, consideran, tiene que permanecer bajo control español. El departamento que dirige Ernest Urtasun ha contestado de manera muy distinta en uno y otro caso. En el primero, el del barco, está dispuesto a abrir una vía de colaboración con el país suramericano para estudiar científicamente los restos del pecio. En el segundo caso, deja claro que es de titularidad española y que este punto no está en discusión.
Vamos por partes. El galeón San José, un formidable buque de 40 metros de eslora, 12 de manga y un arsenal de 64 cañones, fue construido por encargo del gobierno de Carlos II en 1696. Zarpó de España en 1706 con destino al mar del Caribe y acabó hundido dos años después frente a las costas de Cartagena de Indias, en Colombia, por los cañonazos de una escuadra corsaria británica durante la Batalla de Barú. A bordo había una tripulación de unas 600 personas y un rico cargamento de oro y joyas que se ha valorado en 20.000 millones de dólares, los tesoros extraídos de las minas de Perú, Bolivia y México. Un par de empresas privadas han asegurado que han localizado los restos del pecio y propusieron al Gobierno colombiano compartir los restos que se encuentren en él. Pero este anunció en 2015 que había descubierto su ubicación exacta y que al estar en sus aguas el barco le pertenecía.
De forma paralela, el Ejecutivo español (presidido entonces por Mariano Rajoy) puso en marcha una ofensiva diplomática para dejar claro que “España tiene derecho sobre el San José” porque firmó la Convención de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de la Unesco de 2001 que reconoce que los buques militares sumergidos pertenecen a su país de origen. El problema es que Colombia no se adhirió a ese acuerdo y dice que el barco es suyo. La guerra de intereses ha estado latente estos años hasta que en 2024 el Ejecutivo de este país anunció el inicio de una campaña de exploración de los restos arqueológicos. ¿Qué opina España? “Nuestra posición siempre ha sido, y continúa siendo, la de llevar a cabo una campaña arqueológica junto a Colombia y otros actores internacionales para poder garantizar el estudio y la documentación del pecio y no su extracción, siempre y cuando no exista riesgo real de expolio”. Es decir, quiere en principio que el tesoro del San José se quede donde está, en el fondo del mar.
Luego está el tesoro de los Quimbaya, 122 piezas arqueológicas precolombinas hechas de oro y cobre que actualmente forman parte de la colección del Museo de América de Madrid. Fueron una donación que a finales del siglo XIX el entonces presidente de Colombia, Carlos Holguín, hizo como obsequio a la reina regente María Cristina. El pueblo de los Quimbaya, que habitó varias zonas de Colombia, era conocido por su gran producción de objetos de orfebrería en cobre y oro, así como cerámica y otros materiales de gran valor y calidad. El pasado mes de mayo los ministros colombianos Juan David Correa y Luis Gilberto Murillo, que gestionan respectivamente las carteras de Cultura y Relaciones Exteriores, solicitaron a través de una carta formal dirigida a sus homólogos españoles la devolución de este tesoro.
Donación, no extracción ilegal
España quiere dejar bien claro que este tesoro es “un Bien de Interés Cultural español” y que la titularidad legítima del mismo tiene su origen en “la donación que hizo Colombia en 1893. La defensa y promoción del patrimonio español es un eje directriz de la política exterior española”. La reticencia del Gobierno español a devolver estas piezas se encuentra en el hecho de que formaron parte de un regalo y no de una extracción ilegal en una época colonial pasada y, por tanto, la normativa establecida por el Consejo Internacional de Museos no se aplica en este caso. El motivo de esa donación fue “como muestra de nuestro agradecimiento por el servicio que nos prestó [España] sirviéndonos de árbitro en nuestro pleito con Venezuela sobre delimitación de fronteras”, según documentos del gobierno colombiano fechados en 1891.
El ministro de Cultura colombiano, Juan David Correa, destacó en una entrevista a la BBC que “la devolución significaría algo simbólicamente muy importante, un acto de reparación histórica con los pueblos originarios de este país”, y recalcando las condiciones “absolutamente anómalas y secretas” bajo las cuales se realizó la donación. Las 122 piezas del tesoro que hoy se conservan en Madrid representan menos de un tercio de las piezas originales encontradas en varias tumbas, que incluían cerámica, piedras y tejidos además de orfebrería. Los expertos señalan que estas piezas corresponden al periodo Quimbaya clásico o temprano, datando de culturas previas a la llegada de los españoles en el siglo XVI. Otros 74 objetos de la colección se encuentran en un museo de Chicago, Estados Unidos.
Colombia se ha visto legitimada a esta reclamación después de que el ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, anunciase en enero un proceso de revisión de las colecciones de museos estatales que “permitan superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado, en muchas ocasiones”, la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico. Una polémica que motivó las críticas de la oposición. Países como Alemania o Francia ya han devuelto patrimonio cultural de sus museos a los países de origen.