Las olas de calor, cada vez más frecuentes, intensas y duraderas, hacen que aumente el riesgo de muerte, por lo que las personas vulnerables, sobre todo quienes padecen patologías previas, deben extremar las precauciones. En España, que atraviesa la cuarta ola de calor del verano, según el Sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MOMO), entre 2015 y 2023 se produjeron 21.774 defunciones en exceso atribuibles a las altas temperaturas, siendo 2022 el año que batió el récord de 4.789 muertes en exceso, seguido del 2023 con 3.009 defunciones que, aunque varían mucho según la comunidad autónoma, se concentran fundamentalmente en los mayores de 65 años.
Con el objetivo de prevenir el impacto de las altas temperaturas en la salud, el Ministerio de Sanidad ha puesto en marcha un nuevo plan de alerta que divide a España en 182 zonas en lugar de las 52 provincias, por lo que “es mucho más preciso”, explica en entrevista con Infobae España Julio Díaz, investigador y codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano en el Instituto de Salud Carlos III, que depende del Ministerio de Ciencia. El experto, que es responsable junto con Cristina Linares del estudio a partir del cual se ha establecido este sistema de alertas por altas temperaturas, insiste en que el riesgo de mortalidad se explica fundamentalmente por el nivel de renta: las personas con ingresos bajos están más expuestas a las olas de calor.
Pregunta: ¿Cómo afecta el calor a nuestra salud?
Respuesta: El único mecanismo que tenemos para regular nuestra temperatura es la sudoración, de forma que las moléculas de más temperatura pasan al aire y se quedan las de menos temperatura, por lo que el cuerpo se enfría. Esto hace que el ritmo cardíaco aumente. Y como hay más sangre circulando por los tejidos periféricos y menos por los órganos, ahí se produce esa sensación de sofoco o cansancio, porque los órganos no tienen toda la sangre que deberían. Las personas que tienen más riesgo por el calor son aquellas que tienen patologías de base y las que están polimedicadas, porque en algunos casos toman medicamentos que les inhiben esa sensación [de calor] y en otros les produce una mayor sudoración. Sin embargo, los eventos cardiovasculares en olas de calor son fulminantes, de forma que quienes padecen estas enfermedades fallecen antes de llegar al hospital.
Hay que tener en cuenta que cuando se habla del impacto de las olas de calor en la salud, lo primero que piensa la gente es en el golpe de calor, cuando solo el 3% de esos fallecimientos son atribuibles a la temperatura. El verdadero problema es el agravamiento de otras enfermedades, de las patologías que ya existen, ya que el calor lo que hace es exacerbarlas.
P: El impacto en la salud y la mortalidad asociada a las olas de calor van más allá de las temperaturas. ¿Qué otros factores influyen?
R: Influyen desde factores socioeconómicos como el nivel de renta, hasta las características demográficas de la población. En un estudio que hicimos sobre Madrid mostramos cómo el impacto del calor era muy superior en los distritos de renta más baja como Vallecas, Tetuán o Carabanchel, mientras que en otros como en Aravaca no había impacto. Y esto se explica porque no es lo mismo vivir en un chalet con aire acondicionado y piscina que vivir en una habitación con dos personas sin aire acondicionado y con un ventanuco como respiradero. Por tanto, en la mortalidad influyen muchas más cosas que el propio comportamiento fisiológico del cuerpo humano. También influye la pirámide de población, ya que si mi grupo diana tiene una patología de base, es decir, son de la tercera edad, no es lo mismo una población que tenga el 25% de mayores de 65 años que una población que tenga el 20% de mayores de 65 años.
También influye si el ambiente es rural o urbano. Vivir en una gran ciudad como Madrid, en la que además del calor hay la contaminación, tiene un impacto brutal, incluso superior al de la propia temperatura. Pero también desde el punto de vista social, no es lo mismo que una persona mayor viva en un ambiente rural, donde la gente se preocupa por sus vecinos o se puede tomar el fresco, a que viva en una ciudad, donde te metes en tu piso, cierras la puerta y no sabes nada del vecino. Por eso las alertas por calor no solo se pueden basar en la temperatura, hay otros muchos factores que influyen.
P: De hecho, hasta ahora existía un sistema de alertas sanitarias ante las altas temperaturas por provincias y el pasado mes de junio el Ministerio de Sanidad activó uno nuevo, que divide a España en 182 zonas.
R: Es la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) la que dice que para hablar de salud no se pueden utilizar valores basados exclusivamente en meteorología. De acuerdo a esas indicaciones, lo que hemos hecho este año ha sido pasar de 52 provincias a 182 regiones isoclimáticas [que son áreas territoriales uniformes en cuanto a patrones diarios de temperatura] para así tener una idea de cuál es la exposición real de la población al calor y poder emitir una alerta. Para ello hemos calculado la temperatura de todos los observatorios meteorológicos del país, que son más de 1.100, por lo que es un sistema mucho más preciso. Hay que tener en cuenta que en una misma provincia hay diferencias de temperaturas, de forma que por ejemplo en Madrid no se da la misma situación en la zona norte de la sierra, el centro o en Las Vegas.
P: ¿Cree que, en general, España se está adaptando bien al calor o las administraciones deberían hacer un mayor esfuerzo?
R: De forma resumida diría que sí, que se está adaptando bien. Cada vez hace falta más temperatura en España pera que la gente muera a consecuencia del calor, lo que demuestra que los planes de prevención, las mejoras sociosanitarias y socioeconómicas están funcionando. El problema es que el cambio climático está haciendo que las temperaturas se disparen cada vez más rápidamente y, por tanto, esos planes de prevención y las mejoras citadas, podrían quedarse cortas, podrían dejar de surtir efecto o que sencillamente las dejáramos de aplicar, por eso es necesario mejorar los planes de prevención. La adaptación al calor es clave porque, de lo contrario, pasaríamos a tener 12.000 muertes al año. España ha dado un paso enorme al pasar de una alerta de nivel provincial a una de nivel climático que determina la temperatura a partir de la cual se muere la gente, muy pocos países del mundo lo tienen, y creo que en ese sentido se están haciendo las cosas bien, estamos aprendiendo a gestionar los riesgos.
P: Además de las personas mayores, los estudios, en general, indican que las mujeres también son más vulnerables al calor. ¿Por qué les afecta más?
R: Se debe a motivos metabólicos, por cuestiones de distribución de grasas, pero también se adaptan mejor al calor que los hombres. Mientras ellos se adaptan a un ritmo de 0,39 grados por década, las mujeres lo hacen a 0,53 grados por década, aunque no está claro por qué es mayor esa adaptación. Probablemente se deba a cuestiones de rol más que de género, es decir, a lo mejor la exposición de los hombres a los trabajos físicos es mucho mayor que en el caso de las mujeres, pero aún hay pocos estudios al respecto. Al igual que las personas que viven en grandes ciudades son más vulnerables al calor por factores como la contaminación o la calidad de la vivienda, sin embargo, también la gente que vive en un entorno urbano se adapta mejor al calor. Esto se debe a que quizá esos planes de prevención a los primeros que se aplican son a las personas que viven en las grandes ciudades, aunque también es un tema que debe estudiarse más en profundidad. Está claro que lo que hay que hacer es que las ciudades sean habitables, que sean para las personas y no para los coches.