El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont irrumpió en Barcelona el pasado jueves para asistir a un acto de bienvenida organizado por su partido en el paseo Lluís Companys, siete años después de huir de España por su implicación en el procés. Apenas una hora de que se celebrase el pleno de investidura de Salvador Ill y a pesar de la orden de detención nacional que recae sobre el dirigente catalán, Puigdemont consiguió burlar el amplio dispositivo policial que los Mossos prepararon para llevar a cabo su arresto.
Momentos antes de subirse al escenario y entonar su discurso llamando a la autodeterminación de Cataluña, salieron a la luz varias imágenes en el que se llegó a ver al expresident caminando a paso ligero por las calles de Barcelona sin vigilancia ninguna, para después ser escoltado al acto por la cúpula de su partido y un muro humano.
Un ‘visto y no visto’
Pero en cuestión de minutos volvió a desaparecer. “No sé cuándo volveremos a vernos”, acabó su intervención. Después, el líder de Junts se retiró por la parte de atrás de la plataforma para abandonar el escenario acompañado por su abogado, Gonzalo Boye, y por el secretario general de Junts, Jordi Turull. A lo largo de aquella mañana, algunos ciudadanos consiguieron grabar a Puigdemont entrando en un vehículo blanco, que más tarde se descubrió que estaba vinculado a un mosso d’ Esquadra . Y hasta ahí puede verse.
Los Mossos y demás autoridades activaron la operación ‘Jaula’ para blindar las carreteras de salida de Barcelona y sobre todo, la frontera con Francia, donde llevaron controles a los coches que circulaban provando atascos kilométricos. Pero el dispositivo de búsqueda, una vez más, no tuvo éxito. A la mañana siguiente, el abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, aseguraba que el prófugo se encontraba ya en su lugar de residencia, en Waterloo (Bélgica).
A lo largo de estos días, los Mossos han aportado algunos detalles sobre esta esperpéntica fuga. Según relató el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, al acabar su intervención, Puigdemont, Boye y Turull “fueron a una carpa en la que se pusieron un sombrero, idéntico al de los miembros de la organización, y se subieron a un coche para salir del lugar”. En medio de este delato, hasta tres mossos habrían colaborado con Puigdemont para llevar a cabo su fuga con éxito, y Sallent no ha descartado que haya más. Turull también fue citado a declarar por ayudar en la fuga, aunque más tarde quedó en libertad.
Dos agentes investigados
Ambos agentes invocaron el Habeas Corpus para instar a su liberación, pero si se decidiese abrir una causa contra ellos, podrían ser acusados de obstrucción de la justicia y omisión de perseguir delitos, ya que, al ser miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado su obligación era arrestar a Puigdemont y ponerlo a disposición judicial.
Este último delito está regulado en el artículo 450 del Código Penal y conlleva una multa de seis a 24 meses. La pena máxima puede ascender a los seis meses a dos años de prisión si se llevase a cabo contra la vida, aunque este no sería el caso. Por ahora, las autoridades continúan investigando el grado de implicación de los dos agentes en la fuga, así como determinar la participación de otras personas en la huida.