Puigdemont se juega la carta del mártir y da por hecho que será detenido cuando regrese a España: “Imagino lo que me espera”

El ex ‘president’ catalán ha criticado este sábado el acuerdo entre ERC y el PSOE para investir a Salvador Illa en Cataluña. “Si se salen con la suya, imagino lo que me espera”

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Carles Puigdemont. (Glòria Sánchez/Europa Press)
Carles Puigdemont. (Glòria Sánchez/Europa Press)

Carles Puigdemont se queda sin opciones. El ex president catalán, que lleva siete años viviendo en Bruselas, a donde huyó para evitar ser detenido después del referéndum ilegal de independencia que promovió en Cataluña, aspiraba a gobernar de nuevo en esa región tras las elecciones que se celebraron el pasado 12 de mayo. Pero el resultado no fue el que deseaba: la suma de los partidos independentistas perdió la mayoría absoluta por primera vez en 12 años y el Partido Socialista catalán (PSC) logró la victoria en votos y en escaños.

Fue un resultado duro para Puigdemont, que con la ley de amnistía en tramitación -en ese momento-, veía en el horizonte un éxito personal y político. Pero las urnas han mostrado que el independentismo, tras años de mucho desgaste que han provocado el desencanto entre sus filas, se ha desinflado, al menos de momento. En mayo, el bloque de los partidos independentistas y nacionalistas obtuvo, de hecho, su peor resultado histórico en escaños y votos desde 1980. Para Junts, sin embargo, fue un momento agridulce: consiguió tres escaños más que en 2021 y vio cómo su rival independentista, ERC, era el que sufría el mayor batacazo.

Por ello, todavía pensaba que podía ser investido president de la Generalitat. Pidió al líder del PSC, Salvador Illa, que se abstuviera de presentarse, amenazando con reventar la legislatura de Pedro Sánchez a nivel nacional -que depende de los votos de Junts-, y reclamó una alianza de los independentistas, liderada por él. Eso tampoco ha sucedido: ERC y el PSC acaban de llegar a un acuerdo para que Salvador Illa gobierne en Cataluña. Así que a Puigdemont sólo le queda un último golpe de efecto, que ya anunció la semana pasada y que ha confirmado este sábado: va a regresar a España. Incluso si eso supone que sea detenido, ya que le ley de amnistía no aplica en su caso -según el Tribunal Supremo, en una decisión que ha recurrido la Fiscalía-, pues está acusado de un delito de malversación que presuntamente no abarca ese ‘perdón’ oficial.

Carles Puigdemont: "La etapa del exilio concluirá con la ley de amnistía".

“Ingreso en prisión, quién sabe por cuánto tiempo”

¿Y cuándo volverá? “En muy pocos días”, cuando tenga lugar el debate de investidura en el Parlament, ha señalado en una carta de tres páginas publicada en Twitter. “Sé que mi retorno puede comportar la detención e ingreso en prisión, quién sabe por cuánto tiempo”, indica, asegurando que no dejará que se le use como “objeto de negociación” ni que su eventual encarcelamiento sirva para “abonar ninguna decisión política que comporte renunciar a la lucha” por la independencia de Cataluña.

Es un movimiento político que busca, como tantas veces, ponerle como protagonista en la política española. En caso de ser detenido, añade en la carta, será “la evidencia de que en España las amnistías no amnistían, hay jueces dispuestos a desobedecer la ley y el Gobierno español se lo mira con la indolencia del resignado”. “Quien crea que esto no tendrá consecuencias, se equivoca. Verme encarcelado ha sido el sueño frustrado de los perseguidores españoles durante siete años. Para hacerlo deberán violar muchas cosas”, prosigue, antes de resolver que esta “actitud antidemocrática y antiliberal de los aparatos del Estado no es intrascendente” para la causa de la independencia.

En su carta, Puigdemont acusa a todo el mundo y dice sufrir “un golpe de Estado híbrido” en el que “los poderes del Estado han usado un nivel de violencia política incompatible con la democracia”. Sobre ERC y el acuerdo con Illa, dice que el resultado será “un Govern de carácter españolista”, “alérgico a la plena normalización de la lengua catalana y que no tendrá ninguna capacidad de negociación real con el Gobierno español para resolver un conflicto histórico”.

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