Los signos que muestran que el embrague de tu coche está quemado

Tener esta pieza dañada puede causar una serie de problemas que afectan tanto el rendimiento del vehículo como la seguridad del conductor

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Imagen de archivo de un
Imagen de archivo de un pie pisando un embrague.

El embrague es una pieza fundamental en el sistema de transmisión de un coche, permitiendo el cambio de marchas y el control del vehículo. La fundación Mapfre advierte que las averías en el embrague no son baratas de precio. Adelanta que “si el diagnóstico es fatal y supone el cambio del kit debes estar preparado para una factura elevada”.

Un embrague quemado puede causar una serie de problemas que afectan tanto el rendimiento del vehículo como la seguridad del conductor. La compañía experta en recambios Autodoc explica que el olor a embrague quemado es inconfundible y desagradable, semejante al de goma quemada o frenos sobrecalentados.

Este aroma persistente no se desvanece tras conducir unos kilómetros, sino que tiende a intensificarse con el tiempo. Ante la sospecha de que “el coche huela a embrague quemado”, es crucial actuar de inmediato, no solo para eliminar el olor, sino también para prevenir daños graves en el sistema de embrague.

Signos y consecuencias del desgaste

Entre las principales consecuencias que advierten tener el embrague quemado conlleva:

  • Pérdida de tracción y potencia: Cuando el embrague está quemado, no logra acoplarse adecuadamente, lo que provoca una notable pérdida de potencia y tracción. Esto significa que, aunque el motor funcione correctamente, la energía no se transfiere de manera eficiente a las ruedas. Como resultado, el vehículo puede tener dificultades para acelerar, especialmente en pendientes o durante maniobras que requieren una rápida respuesta del motor.
  • Deslizamiento del embrague: Un síntoma típico de un embrague quemado es el deslizamiento, que ocurre cuando el embrague no puede mantener la fricción necesaria para transferir la potencia del motor a la transmisión. En este caso, el motor puede aumentar las revoluciones sin que el coche acelere, lo cual es especialmente evidente al intentar subir cuestas o al acelerar bruscamente.
  • Dificultad para cambiar de marchas: Un embrague en mal estado puede hacer que cambiar de marchas sea complicado o incluso imposible. Los engranajes pueden no entrar suavemente o hacerlo de manera ruidosa y brusca, lo que no solo es incómodo sino también peligroso, ya que limita el control del conductor sobre el vehículo.
  • Ruido y vibraciones: Conducir con un embrague quemado suele generar ruidos y vibraciones inusuales provenientes del área de la transmisión. Estos sonidos pueden incluir chirridos, zumbidos o golpes, que indican desgaste o daño en las piezas internas del embrague.
  • Mayor consumo de combustible: La pérdida de eficiencia en la transferencia de potencia obliga al motor a trabajar más para mantener la velocidad deseada, lo que aumenta el consumo de combustible. Esto no solo incrementa los costos a largo plazo, sino que también puede ser un indicio de problemas mecánicos graves que requieren atención inmediata.
  • Daños adicionales en el sistema de transmisión Continuar conduciendo con un embrague quemado puede ocasionar daños adicionales en el sistema de transmisión. Componentes como el volante de inercia, el disco de embrague y los rodamientos pueden sufrir daños significativos, lo que resulta en reparaciones costosas. En casos extremos, el sistema de transmisión completo podría fallar, dejando el vehículo inoperable.

Malas prácticas

Para evitar que el embrague llegue a ese punto, es fundamental realizar una conducción correcta. Una conducción agresiva, en la que se acelera y frena bruscamente, así como cambiar de marchas de manera abrupta, puede generar un desgaste acelerado del embrague. También influye un uso excesivo del pedal del embrague. Mantener el pie sobre el pedal del embrague mientras se conduce, una práctica conocida como “conducir con el pie en el embrague”, genera un desgaste innecesario.

El desgaste puede acelerarse por la sobrecarga del vehículo, es decir, transportar cargas excesivas, lo que aumenta la tensión en el sistema de transmisión. Asimismo, se debe evitar mantener el coche detenido en una pendiente utilizando solo el embrague y el acelerador en lugar del freno.

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