Cumplir una condena en una cárcel puede ser una experiencia difícil y desalentadora, pero las instituciones penitenciarias de España buscan mitigar el impacto de la reclusión ofreciendo a los internos la oportunidad de trabajar durante su estancia. Esta medida no sólo proporciona una pequeña remuneración económica sino que también implica una actividad productiva que puede ser clave para su rehabilitación.
En junio de 2024, las instituciones penitenciarias españolas contabilizaban un total de 11.375 internos empleados de entre los aproximadamente 55.000 que habitan las cárceles del país. Esto representa una tasa de empleo del 20% entre la población reclusa. Las actividades laborales disponibles varían ampliamente, desde trabajos en talleres de servicios y producción como lavanderías y panaderías, hasta empleos ofrecidos por empresas externas, según detalla el Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo (OATPFE).
El salario medio que perciben los presos en estas actividades oscila entre 3,24 y 5,68 euros por hora, lo que se traduce en un ingreso mensual de aproximadamente 200 a 300 euros. Aunque estas cifras están notablemente por debajo del salario mínimo interprofesional (SMI), la demanda por estos trabajos dentro de las cárceles es alta. La búsqueda de empleo por parte de los internos no parece medirse por la cantidad de la compensación económica, sino por las otras ventajas que traen estas actividades.
Más allá de la remuneración, estas actividades laborales ofrecen beneficios significativos para los reclusos. No solo permiten a los internos ganar experiencia laboral y adquirir habilidades útiles para cuando sean liberados, sino que también juegan un papel crucial en las evaluaciones para la concesión de la libertad condicional. Por tanto, tener un empleo dentro de la cárcel puede ser un factor determinante para aquellos que buscan reducir su tiempo de condena.
Pocas ofertas laborales
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ha señalado que existe un desequilibrio entre la cantidad de presos interesados en trabajar y las ofertas de empleo disponibles. Esta situación ha provocado un debate en redes sociales y otros espacios públicos sobre la necesidad de ampliar las oportunidades laborales dentro de las prisiones. La insuficiencia de plazas de trabajo genera frustración entre los reclusos que ven en el trabajo una vía no sólo para ganar dinero, sino también para ocupar su tiempo de forma productiva y positiva.
Para algunos sectores, la mejora de las oportunidades laborales en las cárceles se entiende como un paso crucial para la reintegración social de los internos. La posibilidad de trabajar durante la condena y adquirir competencias laborales es percibida como un elemento que puede reducir la reincidencia al ofrecer a los reclusos herramientas y aptitudes que les permitirán encontrar un empleo después de su liberación.
El debate sobre la mejora de las condiciones laborales en las cárceles no es nuevo, pero los últimos datos y las opiniones surgidas en torno a ellos han revitalizado la discusión. Entre las propuestas que se abogan están la inclusión de más empresas externas que puedan ofrecer empleos, y la ampliación de los talleres y actividades productivas dentro de los centros penitenciarios.