¿Por qué no ahorramos? El descuento hiperbólico o por qué preferimos 300 euros hoy a 340 dentro de un mes

Los sesgos conductuales suelen motivar nuestras acciones a la hora de gastar, ahorrar e incluso ganar dinero

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Ahorrar dinero. (Archivo Infobae)
Ahorrar dinero. (Archivo Infobae)

Ahorrar se ha convertido en un gran reto. Sobre todo para las personas más jóvenes y las familias de rentas bajas, que, en un contexto de constantes cambios -añadido al aumento del coste de la vida y a salarios que no siempre se mantienen al ritmo de la inflación-, encuentran muy difícil poder destinar una parte de sus ingresos al ahorro. Aun así, continúa siendo una prioridad, ya sea para situaciones inesperadas del futuro, comprarse una casa o reservarse dinero para la jubilación.

Sin embargo, a la hora de hacerlo, hay que saber que es muy fácil sabotearse a uno mismo. Y es que, según los estudios de la rama de la Economía del Comportamiento, los sesgos conductuales pueden llegar a condicionar nuestras actuaciones a la hora de gastar, ahorrar e incluso ganar dinero, ya que son efectos que distorsionan nuestro juicio y afectan a nuestra capacidad de razonamiento.

El descuento hiperbólico

Uno de los sesgos más destacados es el conocido como descuento hiperbólico, o sesgo del presente, con el que se prioriza la gratificación inmediata sobre los beneficios a largo plazo. Esto quiere decir que si nos ofreciesen hoy 300 euros o 380 dentro de tres meses, la gran mayoría de personas, actualmente, se quedaría con la recompensa rápida, la urgente, los 300 euros. Antiguamente, y según dicta la economía tradicional, habrían esperado los tres meses para conseguir 80 euros más, según afirman los estudios. Esta tendencia se refleja en la incapacidad para visualizar el futuro de una manera reflexiva y en la procrastinación al intentar cumplir metas de ahorro.

Un experimento del psicólogo Dan Ariely, de la Universidad de Duke, demostró que las personas están dispuestas a comprometer más su “yo del futuro” en lugar de su “yo del presente”. Los encuestados para el estudio mostraron una intención de ahorrar más dinero (hasta el 15% de la cantidad) antes de recibir una devolución de impuestos (es decir, antes de saber lo que les iban a devolver) que después de recibirla (admitieron que solo ahorrarían el 10%).

La economista Kimmie Greene creó este método de ahorro hace menos de cinco años para no depender únicamente de la pensión al llegar a la jubilación

Cómo combatir estos sesgos

Para combatir este sesgo, el Instituto BBVA de Pensiones sugiere abrirse planes de pensiones o cuentas de ahorro e inversión y establecer aportaciones automáticas. Además, cuando se experimenten incrementos en el ingreso o reducciones en los gastos, se puede implantar un sistema para ahorrar esa cantidad que previamente no teníamos disponible. También destacan la utilidad de las huchas digitales que permiten automatizar el ahorro a través de transferencias regulares desde la cuenta principal.

Otras estrategias incluyen compartir públicamente las metas de ahorro para generar un compromiso social y priorizar el ahorro antes de otros gastos discrecionales. Incluso pequeñas renuncias diarias, como consumir menos café en bares, pueden dedicarse a las cuentas ahorro.

Finalmente, optar por sistemas de pensiones vinculados al consumo, utilizando automatismos predefinidos asociados al gasto, es un método de ahorrar para la jubilación. Ejemplos concretos incluyen:

  • Implementar un sistema de redondeo en las compras pagadas con tarjetas de crédito o débito, donde la diferencia hasta la cifra redonda se destina a una cuenta de ahorro o plan de pensiones.
  • Acumular puntos convertibles en aportaciones mediante compras en tiendas y supermercados participantes en programas de pensiones ligadas al consumo, así como recibir devoluciones de un porcentaje en facturas de servicios como luz, gas y agua. Estos programas son ofrecidos por algunos bancos, aseguradoras y aplicaciones específicas.
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