Delta 1. Este es el nombre con el que se le llama actualmente a un galeón hundido desde hace cuatro siglos que fue descubierto en 2011 mientras se realizaban las obras para la Nueva Terminal de Contenedores del Puerto de Cádiz. Hasta ahora, no se conoce qué ruta realizaba ni su nombre, pero tras los distintos análisis que realizaron, una cosa quedó clara: se trataba de un hallazgo arqueológico de gran relevancia.
Y es que más allá de que los restos del naufragio pertenezcan a una embarcación tan antigua, lo cierto es esta también conservaba una parte reseñable de su carga que ya fue extraída en su momento: desde elementos de navegación y 27 cañones de hierro suecos, hasta una campana de bronce y 22 lingotes de plata provenientes de dos minas de la actual Bolivia.
Normalmente, este tipo de embarcaciones no se pueden sacar del agua, porque la madera, que está completamente saturada de líquido, se puede secar. Si esto ocurre, el hueco que deje el líquido provocaría la desintegración de los tablones, lo que junto a procesos de acidificación y oxidación, acabarían por destrozar completamente el pecio. Sin embargo, para este mismo julio se ha previsto realizar precisamente este tipo de operación en lo que será un hito nunca realizado antes en España.
Un barco con más de un traslado
Este singular rescate viene precedido de otro movimiento que hubo que realizar hace más de una década para no exponerle al riesgo que suponían las obras del puerto. Solo replantear la construcción de la Nueva Terminal costó más de tres millones de euros, una cantidad a la que habría que añadir el dinero que costó mover los restos del naufragio a otra zona cercana, sin sacarlos en ningún momento del agua.
Sin embargo, la continuación de las obras en el puerto ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad de trasladarlo, se espera, de forma definitiva. Solo que esta vez, el movimiento consistirá en sacarlo del agua... para luego volverlo a hundir en un lugar al que no influirán nuevas ampliaciones, en la Punta de San Felipe
La intención de los investigadores
Se trata de una operación que habrá supuesto un gasto de alrededor de los 650.000 euros y el uso de dos grúas de hasta 300 toneladas, que utilizarán una serie de cintas colocadas por debajo del galeón para usarlas como ‘hamaca’ y así poder elevarlo, también con la ayuda de flotadores. Los requisitos y precauciones para evitar el deterioro del galeón durante el tiempo que esté fuera del agua también serán constantes, utilizando desde tejidos permeables hasta bocas de riego y aspersores.
El objetivo es dar la oportunidad a diferentes investigadores, como los del Centro de Arqueología Subacuática (CAS) de Cádiz, para que puedan investigar pieza por pieza la embarcación y obtener nuevos datos de cómo se fabricaban este tipo de navíos antiguamente. Un proceso en el que requerirá desmontar los restos del barco.
Pero el primer objetivo, para el que los expertos tendrán un total de tres meses hasta que vuelva a ser sumergido, será por fin conocer el nombre del barco y saber qué viaje se realizaba cuando se hundió, tal y como ha explicado Milagros Alzaba, directora del CAS, en declaraciones a la agencia EFE.
No será posible mantenerlo, en cambio, más tiempo en el exterior y que pase a formar parte de un museo, pues se trataría de una operación mucho más arriesgada y con un coste mucho más elevada. Como ejemplo está el Rose Mary, único barco del siglo XVI que ha sido rescatado del mar tras una serie de operaciones que duraron más de tres décadas y fueron valoradas en unos 50 millones de euros.