A la hora de pedir un préstamo hipotecario, hay que tener en cuenta numerosos factores, como el capital, los intereses, el euríbor, el periodo de amortización... Pero, ¿Qué sucede cuando ya se tiene una primera vivienda hipotecada y se desea solicitar una segunda hipoteca? En estos casos, los bancos establecen ciertos límites en cuanto al porcentaje del valor de la nueva propiedad que pueden financiar. Conocer estos límites es fundamental para planificar adecuadamente la economía familiar y no encontrarse con sorpresas.
El capital de una hipoteca es la suma de dinero que se solicita al banco para la compra de una vivienda. Es decir, esta cantidad representa la cuantía que el prestatario necesita obtener para llevar a cabo la transacción inmobiliaria. Es un elemento clave en el proceso hipotecario, ya que determina tanto el tamaño de las cuotas mensuales como el plazo de amortización del préstamo.
Generalmente, los bancos suelen financiar hasta el 80% de una vivienda, mientras que el 20% restante tiene que pagarse al inicio del préstamo, como un primer pago. Sin embargo, en el caso de que se hipoteque la compra de una segunda vivienda, el banco puede reducir ese capital hasta el 70%, por lo que el 30% restante tiene que tenerlo ahorrado el comprador.
Existen dos motivos principales de este pago, conocido como entrada: en primer lugar, el hecho de que el cliente disponga del 20% del valor del inmueble por adelantado demuestra su capacidad de ahorro, un aspecto muy valorado por las entidades bancarias; en segundo lugar, al financiar entre el 70 % y el 80 % del inmueble, el banco no asume todo el riesgo de la operación en caso de que el comprador incumpla con los pagos.
Qué son los intereses de una hipoteca
El interés de una hipoteca representa el beneficio financiero que obtiene un banco por otorgar a un cliente el dinero necesario para un préstamo hipotecario. Existen diferentes tipos de hipotecas en función del tipo de interés que aplican: fijo, variable y mixto.
En las hipotecas a tipo fijo, el interés es constante durante toda la duración del préstamo. Esto significa que la cuota mensual no varía. Las hipotecas a tipo variable, por su parte, están sujetas a cambios en el euríbor, el indicador más utilizado en España para calcular las hipotecas a interés variable. Habitualmente, el ajuste del tipo de interés se realiza de manera semestral o anual. Este ajuste se basa en el valor del euríbor en ese momento, afectando así la cuota mensual de la hipoteca. Si el euríbor disminuye, la cuota a pagar también será menor.
Por último, las hipotecas a tipo mixto combinan ambos tipos de interés. Durante los primeros años, el préstamo aplica un tipo de interés fijo. Posteriormente, el tipo de interés cambia a variable, utilizando el euríbor como referencia. Esta opción permite un periodo inicial de estabilidad antes de la variabilidad.
Las entidades bancarias ofrecen estos diferentes tipos de hipotecas en base a las necesidades y preferencias financieras de los clientes. Elegir el tipo adecuado de hipoteca puede influir significativamente en la estabilidad económica de los prestatarios.