El próximo jueves tendrá lugar la votación para la presidencia de la Comisión Europea durante los próximos cinco años, en la que todo apunta a que la candidata del Partido Popular Europeo (PPE), Ursula von der Leyen, repetirá en el cargo. Después de una primera intervención de la alemana, la Eurocámara llevará a cabo la votación en papel en un proceso que se realizará de forma secreta, es decir, no se revelarán los autores de los votos. Para ser investida necesitará obtener la mayoría absoluta de la cámara, es decir, el apoyo de 361 de los 720 parlamentarios que componen el PE.
La suma de las tres grandes familias europeas (democristianos, socialdemócratas y liberales), con el apoyo de Los Verdes, será suficiente para una mayoría estable y apartar cualquier tentación del PPE de reclamar el apoyo de la extrema derecha, que irrumpe más numerosa y con nuevos nombres en esta legislatura. El cordón sanitario, aunque debilitado, resiste, pero el segundo mandato en el Ejecutivo del bloque comunitario se prevé más dividido, en un momento en el que la UE tiene como hoja de ruta lograr una autonomía estratégica ante la amenaza rusa y una posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca.
Pero primero de todo debe conseguir el ‘sí’ de la Cámara. Algo que, tras la reunión entre los líderes de la UE del pasado 27 de junio, parecía lejos. Ahora el escenario se muestra más esperanzador que en aquella cena en Bruselas y los partidos que forman la gran coalición han asegurado haber iniciado conversaciones para establecer las prioridades y líneas rojas que condicionarán el voto de los miembros de sus familias políticas. En palabras de la presidenta de los Socialistas Europeos, Iratxe García, su apoyo no será un “cheque en blanco”.
Un apoyo unánime, pero con condiciones
Los Socialistas (S&D), que actualmente cuentan con 136 miembros, han exigido a la alemana políticas europeas sociales para paliar “la falta de vivienda asequible, decente y social”, según ellos “acuciante a escala europea” y que debe abordarse “con firmeza y rapidez”. Por ello, sitúan la máxima prioridad del futuro Ejecutivo en la creación de un Comisionado de Vivienda.
Otro condicionante que han establecido es mantener la hoja de ruta de la UE hacia la neutralidad de las emisiones a través del Pacto Verde y la economía social. Una medida que ha sido exigida también por Los Verdes, que iniciaron conversaciones con Von der Leyen este jueves y que han reclamado unas políticas ambientales más ambiciosas. “Construir una mayoría democrática y proeuropea que apoye a Ucrania, construya un futuro competitivo con el Pacto Verde y defienda el Estado de Derecho es ahora más crucial que nunca”, afirmó su líder Terry Reintke, que reivindicó que “nuestros ciudadanos merecen una Europa fuerte y unida.”
Los liberales de Renueva Europa aseguran que la historia de la UE “seguirá escribiéndose desde el centro”, pero exigirán a la candidata a la presidencia impulsar las políticas de seguridad y Defensa de la Unión, un punto que ya ha sido marcado como crucial de cara a la siguiente legislatura, pero que aún no cuenta con un consenso.
El PPE, junto al resto de familias políticas de la gran coalición, han querido mostrar en todo momento unidad y complicidad. Los retos no son pocos: el apoyo a Ucrania, la crisis climática, la autosuficiencia de la UE, e incluso otros importantes retos como la crisis migratoria, este último un punto caliente donde el PPE ha encontrado refugio en el grupo de los Reformistas y Conservadores que lidera la ultraderechista italiana Giorgia Meloni.