Fue salir por las puertas de la comisaría del distrito Centro de Madrid, ubicada en la calle de Leganitos, y correr a dar su primera entrevista y posterior rueda de prensa para romper un silencio que duró apenas minutos tras su detención. Nacho Cano, puesto en libertad después ser arrestado este martes por presuntas irregularidades en la contratación de ciudadanos mexicanos para su musical Malinche, ha desplegado, como si una de sus obras se tratase, un acting propio de la mejor teoría de la conspiración.
No ha mencionado la “máquina del fango”, pero sí ha acusado a la Policía Nacional de “criminal” y de haber llevado a cabo una “maniobra orquestada” y de haber querido “achantar” y “coaccionar” a 17 trabajadores de su plantilla que fueron llamados a declarar. Acto seguido, ha verbalizado la advertencia que toda víctima de una teoría de la conspiración debe hacer: “Si me encuentran muerto en una cuneta, ya saben quién ha sido”. Ya lo dijo Luis Rubiales, procesado por el beso no consentido a Jenni Hermoso: “No puedo garantizar que el día de mañana no me vayan a meter un saco de cocaína en el maletero”.
Nacho Cano permanece investigado por un delito contra los derechos de los trabajadores y otro de favorecimiento de la inmigración irregular. Según su propia versión, recabó a decenas de becarios en México para preparar en España la exportación de su Malinche a ese país y lo hizo con la colaboración de la embajada y la Casa de México. En ese grupo había una persona “conflictiva” de la que decidió prescindir y que amenazó con denunciarle.
Ahora bien, el productor teatral y exintegrante de Mecano, que no ha sido acusado de delito de corrupción alguno, ha querido colocarse en el centro de la trinchera política y ha asegurado que su arresto se explica porque es “amigo” de Isabel Díaz Ayuso y el PSOE tiene que “llevar la atención a otro sitio que no sea la imputación de la mujer del presidente del Gobierno”. “Ya han ido a por el novio, el hermano y el padre, y solo quedaba yo”, ha apostillado.
El comisario “supeditado” al ministro
Toda teoría de la conspiración tiene a su ejecutor y Nacho Cano no ha dudado en apuntarle con su dedo: el comisario jefe de la comisaría de Centro, Alberto Carba. “Que está muy supeditado a Marlaska”, ha añadido. Pero, ¿por qué conoce Nacho Cano a este mando de la Policía? Seguramente, porque varias informaciones periodísticas lo situaron en la cuerda del ministro del Interior, entre ellas algunas que lo relacionaban con el empresario Javier López Madrid mientras lideraba la investigación de su denuncia contra la doctora Elisa Pinto, que acabó archivada por la justicia.
Este comisario, que dirige la comisaría más grande de toda Europa, también fue señalado por el bailaor Rafael Amargo, cuyo abogado deslizó la existencia de “una mano negra con carné de policía” en la calle Leganitos, donde el artista fue investigado por tráfico de drogas, una acusación de la que la Audiencia Provincial de Madrid lo acabó absolviendo al anular las escuchas telefónicas y el registro que los agentes de Carba practicaron en su domicilio.
Para rematar esa operación “orquestada” de la que asegura ser víctima Nacho Cano, ha concluido que la Policía lo ha detenido para poder decir que lo ha detenido. Y no sólo decirlo, sino también filtrarlo a la Cadena SER y El País. Por eso él fue a dar su versión a El Mundo.