Los trabajadores que se encuentran en situación de incapacidad permanente son aquellas cuya capacidad laboral se ha visto afectada de manera significativa debido a una enfermedad o lesión, lo que le impide continuar con sus labores habituales. Existen cuatro grados de incapacidad reconocidos por la Seguridad Social: total, parcial, absoluta y gran invalidez. Las personas con enfermedades crónicas tienen la opción de solicitar esta incapacidad permanente, la cual conlleva una prestación económica destinada a compensar la pérdida de ingresos derivada de la imposibilidad de trabajar.
La incapacidad permanente absoluta se refiere a la situación en la que una persona se encuentra totalmente inhabilitada para realizar cualquier tipo de trabajo debido a una enfermedad o accidente. Esta condición impide al afectado llevar a cabo cualquier actividad laboral con un mínimo de eficacia y rendimiento, sin posibilidad de adaptación a otro empleo.
La pensión correspondiente a la incapacidad permanente absoluta consiste en una prestación económica vitalicia que se otorga para compensar la pérdida de ingresos laborales. Esta pensión equivale al 100% de la base reguladora, calculada en función de las cotizaciones del trabajador. Además, la cuantía puede aumentar si se cumplen ciertos requisitos, como la necesidad de la asistencia de una tercera persona para las actividades básicas de la vida diaria.
Varias enfermedades que otorgan la incapacidad permanente absoluta
- Varias enfermedades pueden causar la incapacidad permanente absoluta, dependiendo de su gravedad y la incapacidad que generan para cualquier tipo de trabajo. Algunas de las más comunes han sido recogidas por el bufete de abogados Toro:
- Un individuo padece una enfermedad neuromuscular degenerativa que causa una significativa pérdida de movilidad y debilidad muscular. Además, sufre de una enfermedad cardíaca crónica que limita su capacidad para realizar cualquier esfuerzo. Estas dos condiciones combinadas han resultado en una incapacidad permanente absoluta, impidiéndole llevar a cabo cualquier actividad laboral.
- Una persona presenta una combinación de trastornos psiquiátricos graves, incluyendo esquizofrenia y trastorno bipolar, que afectan profundamente su estabilidad emocional y su capacidad para funcionar en un entorno laboral. Estas enfermedades interfieren en su concentración, toma de decisiones y relaciones interpersonales, resultando en una incapacidad permanente absoluta.
- Un individuo ha sido diagnosticado con artritis reumatoide, una enfermedad autoinmune que causa dolor, inflamación y rigidez en las articulaciones. Además, sufre de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) que dificulta su respiración. Estas dos enfermedades en conjunto le impiden realizar tareas físicas y mantener un ritmo de trabajo sostenible.
- Un trabajador ha sufrido múltiples accidentes que han dejado secuelas en su columna vertebral, extremidades y sistema nervioso. Las lesiones acumulativas han ocasionado una disminución significativa en su movilidad y capacidad para realizar actividades cotidianas. A pesar de diversos tratamientos médicos y terapias de rehabilitación, su estado de salud no ha mejorado lo suficiente para volver a trabajar.
- Una persona enfrenta una serie de enfermedades crónicas, como diabetes, insuficiencia renal y neuropatía periférica. Estas condiciones han llevado a complicaciones médicas constantes, hospitalizaciones frecuentes y la necesidad de tratamientos intensivos. La interacción de estas enfermedades ha limitado drásticamente su capacidad para mantener un empleo, resultando en una incapacidad permanente absoluta.
- Otras de las enfermedades recogidas suelen ser: cánceres en fases terminales, enfermedades músculo-esqueléticas, enfermedades neurológicas o trastornos mentales graves.