El modelo del Nuevo Frente Popular (NFP) que ha ganado las elecciones legislativas en Francia y ha frenado la trayectoria ascendente del partido Agrupación Nacional, liderado por Marine Le Pen, es inviable en España. Así lo refutan sus principales actores, que descartan la posibilidad de impulsar una candidatura a la francesa, en la que las distintas sensibilidades de la izquierda se unieron con el único propósito de impedir que Jordan Bardella, el candidato del partido de Le Pen, se convirtiera en primer ministro.
Después de semanas de movilización, dando lugar incluso a un cordón democrático entre los macronistas y el NFP, la segunda vuelta de las elecciones en Francia dieron un vuelco inesperado con la victoria contundente de la agrupación de izquierdas. Ensemble, la coalición centrista de la que forma parte el presidente Emmanuel Macron, fue la segunda fuerza, mientras que Agrupación Nacional se quedó en el tercer puesto, aunque ha aumentado notablemente su presencia en la Asamblea Nacional con respecto a 2022.
En España, la izquierda en su conjunto celebró los resultados y valoró de manera positiva la unidad alcanzada en el país vecino, pero a pesar de que la amenaza del ascenso de la extrema derecha sigue latente en España, las diferentes formaciones de izquierda a nivel estatal rechazan extrapolar a este país la misma solución ofrecida en Francia.
En el PSOE, Sumar o Izquierda Unida instaron al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a dejar su alianza con la ultraderecha en ayuntamientos y comunidades autónomas, pero además, reivindicaron el ejemplo español de las elecciones generales de 2023 como freno a la posibilidad de que la extrema derecha alcanzara la Moncloa de la mano del PP. Los socialistas y las fuerzas que integran el grupo de Sumar se jactan de que ya pararon a la ultraderecha el 23-J, a pesar de que salvaron el Gobierno de coalición gracias al apoyo de una delicada mayoría plurinacional (pero no progresista, como en la anterior legislatura).
Bien es cierto que la necesidad de los votos de Vox expulsaron a otros partidos de la ecuación para que Feijóo, el ganador de las elecciones, pudiera ser investido presidente del Gobierno. No obstante, el bloque de PP y Vox sumó hace casi un año 170 escaños frente a los 148 de PSOE y Sumar. Y, casi un año después, el bloque de la derecha se volvió a imponer al progresista, en las elecciones europeas del pasado 9 de junio (28 escaños frente a los 23).
Desde julio de 2023 hasta ahora, en el bloque conservador ha salido además una nueva opción a la derecha de Vox. Se trata de la agrupación del agitador ultra Alvise Pérez, que irrumpió en el Parlamento Europeo con tres escaños, los mismos que los obtenidos por la coalición de Yolanda Díaz. Pero el Gobierno también pone el foco en Feijóo, a quien culpa de su irrupción. “Tendría que reflexionar con su estrategia de oposición porque ha provocado el auge de la ultraderecha en España”, subrayó la ministra portavoz, Pilar Alegría, además de advertir al líder del PP de que, de continuar con su estrategia de desgaste al Ejecutivo de coalición, “le van a salir más cabezas que a la Hidra de Lerna”.
Unidad, pero a la izquierda del PSOE
Al hilo de la experiencia francesa, Alegría tradujo este lunes los resultados en un espaldarazo “a los valores democráticos y europeos”. “Los cordones sanitarios funcionan, los franceses claramente han parado y bloqueado a la ultraderecha y creo que también han premiado, la unidad de los partidos progresistas, que ha sido tan importante”, señaló en una entrevista en TVE, recogida por Europa Press.
Aunque el Nuevo Frente Nacional integra formaciones de la izquierda muy dispares (la Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon, los partidos socialista y comunista, los ecologistas y otras formaciones), en Moncloa ven los resultados como una continuidad al camino abierto el pasado 23 de julio en España, en el que se impidió un gobierno de PP y Vox. Por otro lado, desde Ferraz siempre han defendido la unidad, pero a su izquierda, ya que el sistema electoral español penaliza la división y los socialistas necesitan de la fortaleza de sus socios para reeditar el Gobierno de coalición. “Aquí nos vale con la movilización”, rematan desde la dirección socialista, desdeñando la opción de un frente popular a la francesa.
En medio de las turbulencias que afectan al espacio de la izquierda alternativa al PSOE, y a la espera de que se vuelvan a tender los puentes, Sumar y Podemos siguen descartando hablar de alianzas y defienden ir cada uno por su cuenta. “La unidad ya la hicimos, el modelo se referencia en la política activa del Gobierno de coalición progresista”, resaltó la dirigente de Sumar Elizabeth Duval, mientras que su compañera Lara Hernández apuntó que la unidad con Podemos “ya se produjo el 23 de julio”, cuando fueron las elecciones de 2023, por lo que ahora “toca defender las políticas en el marco de un gobierno progresista”.
Al margen de los morados, que decidieron salir posteriormente de la coalición para pasar al grupo mixto, para Sumar tampoco sería viable una unión con el PSOE. “Cada país tiene sus circunstancias concretas. España no es Francia”, añaden voces de la dirección transitoria de Sumar.
Al respecto, el nuevo coordinador federal de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, abogó por “impulsar fórmulas político electorales” en la izquierda española donde “no debe ser excluido nadie”, en relación con Podemos, además de defender que las organizaciones políticas sirvan para “canalizar las aspiraciones sociales y no al contrario”. Al igual que Sumar, Maíllo rebajó la importancia de la unidad: “Las elecciones francesas nos da aliento de estar convencidos de que la unidad es un instrumento imprescindible, pero no suficiente, para desarrollar políticas de ampliación de derechos”, aseveró.
En alusión a una improbable unión de toda la izquierda, incluido el PSOE, Maíllo recordó que la unidad se produjo en Francia “cuando los sectores progresistas y demócratas se vieron con el agua al cuello” ante la amenaza real de que el partido de Le Pen se convirtiera en primer ministro. Asimismo, en IU llaman a ocupar el espacio del electorado progresista que no suele votar al partido de Pedro Sánchez: “Hay un 15-20% de una población que responde al espacio político al que nosotros aspiramos y que ese porcentaje, mientras tengamos una oferta electoral audaz en términos políticos, no va al PSOE”, remató Maíllo en unas declaraciones en el Congreso.