El crecimiento exponencial de China en las últimas décadas, tanto a nivel económico como social, ha provocado que este país sea a día de hoy una de las principales potencias mundiales. Unas mejoras que han afectado de forma directa a la calidad de vida de sus ciudadanos, que han visto aumentada su renta per cápita un 500% en los últimos 25 años, según datos del Banco Mundial. Esto ha permitido también el mayor desarrollo de la vida tanto en lo privado como en lo público, aprovechando el potencial tecnológico del gigante asiático.
Esta transformación ha hecho que las diferencias entre China y los países occidentales se hayan reducido, o que incluso sean ahora estos últimos los que palidecen frente al primero. Sobre este hecho se ha pronunciado @Ma_wuKong, un arquitecto gallego que llevaba cuatro años sin visitar España, pues vivía en el país asiático, y que tras pasar una quincena de días en su patria ha decidido compartir en X algunos de los aspectos que más le han llamado la atención.
Infraestructuras pobres y servicios caros
“La mayoría de las infraestructuras se han quedado atrás respecto a la Asia desarrollada, como una década”, empieza el joven en un hilo que ha dado mucho que hablar. “Ya no hablemos de China, que está en otro nivel, pero hay infraestructuras directamente tercermundistas, como la Estación de tren de Chamartín”. Una crítica que a muchos ha sentado mal, pero que ha sido tan solo el principio de una serie de puntos que el arquitecto considera que habría que mejorar.
Por ejemplo, lo “absurdamente caro” que es todo. “No hay relación directa entre datos de salarios más comunes y el coste de vida”, ha protestado, para después añadir que, por ello, no entiende “cómo la gente puede sobrevivir si no es de la beneficencia”. Pero, pese a que “comer fuera es un atraco” pues por un sitio normal te cobran el mismo precio que “un restaurante de lujo en Shanghai”, las terrazas siguen llenas.
Tras estos puntos, @Ma_WuKong ha señalado otros problemas, entre los que ha incluido la influencia de dos sectores muy abundantes en la sociedad: los “búmers” y los “guiris”. “Muchas partes de ciudades importantes ya se sienten como un decorado para que los guiris paseen”, ha protestado. En su caso, solo ha podido comprobarlo en ciudades como Santiago o A Coruña, de lo que ha deducido que en Mallorca, Alicante o Málaga será aún peor. En cambio, sobre los nacidos en el baby boom de los 60 sí ha tenido claro que “España es una bumercracia charócrata de facto”. Según él, no se ven jóvenes en la calle, y hasta se ha encontrado “señoras atendiendo en tiendas para jóvenes”. Ni rastro, por lo demás, de veinteañeros y treintañeros.
“Mejorar nuestro país”
Han sido 14 los puntos que en total el arquitecto gallego ha señalado, haciendo una especial incidencia en lo desconectada que está la gente de los problemas de su alrededor -”la vida es un impás que ocurre entre las distintas ‘celebraciones populares’ que se van sucediendo”-, así como de algunas conductas preocupantes, por apáticas y “asilvestradas”, entre los más pequeños y los que no lo son tanto. “Cuesta tener conversaciones racionales con la gente”, ha lamentado, para luego atribuir este hecho al “nivel de contaminación propagandística” que hace que la verdad, “o una solución a un problema”, sea “un objetivo totalmente secundario”.
“Para los que me acusan de catastrofista”, ha dicho en el último post, “considero que en España se puede seguir viviendo bien”. Para él, existen “unos problemas de relación capital/trabajo evidentes, sobre todo para los jóvenes, y el coste de vida es demasiado alto”. Aún así, luego matiza que también ha visto “una buena base en la que trabajar, sin tener que ser todo híper-desarrollismo asiático, porque ni se puede, ni interesa”. “El objetivo”, ha concluído, “es mejorar nuestro país y la vida de la gente, enterrando las ideologías inanes que el sistema político vende”.