Habla de la importancia que tienen los títulos de sus películas y cómo, en algunas traducciones, se pierde la delicadeza lingüística que busca imprimir en ellos. Las palabras son, para Stéphane Brizé (Rennes, 1966), una fuente de sentimientos y realidades que muestran la esencia más pura del ser humano. En Fuera de temporada, la película que estrena esta semana en la taquilla española, la comunicación es el gran escollo entre Mathieu (interpretado por Guillaume Canet, ocho veces nominado y ganador de un César) y Alice (Alba Rohrwacher, ganadora de la Copa Volpi a Mejor Actriz en el Festival de Venecia). El tiempo les ha llevado a un más que apacible reencuentro quince años después de un romance que dejó huella en ambos.
“Me interesa dejar una impresión, hacer películas que permitan que las emociones corran a través de ellas”, indica el director en una entrevista con Infobae España. Su objetivo con Mathieu y Alice era “escenificar el momento en que aceptas ser sincero contigo mismo”. El qué dirán o qué hubiese sido de cualquier evento de haberse sucedido en otro espectro vital es una de las dudas que sus personajes intentan despejar. El cineasta de La ley del mercado, En guerra, Un nuevo mundo o Mademoiselle Chambon quería “mostrar a un hombre y una mujer que se ponen de acuerdo para contarse lo que, en su momento, no se atrevieron decirse”. Fuera de temporada es, en sí, un exorcismo catártico para estar en paz con uno mismo. Un rendimiento emocional para cerrar cicatrices que, por “cobardía” se quedan enquistadas.
La comunicación es, para Brizé, un elemento corrosivo capaz de generar un esquema de problemas aún mayor. “Tengo la sensación de que, cuando hablamos, somos menos precisos. Cuando empiezas a hablar es cuando cometes errores”, admite. No sólo habla de los términos que el ser humano emplea para expresarse, también de la interpretación que el otro hace de nuestro discurso. “Las palabras son una fuente de malentendidos”, indica. El director quería que sus personajes hablasen. Fuera de temporada es un largo diálogo de creencia y aceptación. Sin embargo, el francés tiene la sensación de que, en la coyuntura actual, en muchas películas “el diálogo precede al pensamiento, cuando para mí el diálogo es la consecuencia del pensamiento”.
El acercamiento a la realidad de la vida nutre su cinta de momentos incómodos, frases complejas y silencios inabarcables. La película bebe de una intensidad emocional que controla nuestro panel diario. La crisis sanitaria ha sido el germen de “una gran fragilidad que ha planteado cuestiones completamente existenciales a todos”. Mathieu y Alice abordan su pasado desde la cercanía y la intimidad, sumidos “en un caos emocional y una angustia colosal” que les conduce a una expiación total.
El director francés presenta un carácter crítico con el sistema capitalista que nutre la realidad coyuntural y que exacerba las emociones hacia puntos completamente distópicos. Su espíritu político lo mostró en la triada La ley del mercado, En guerra, Un nuevo mundo y de la mano de uno de sus actores predilectos, Vincent Lindon. El pasado domingo, Francia votó en la primera vuelta de las elecciones legislativas, otorgándole una victoria histórica al partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, que por primera vez se alza con un triunfo en las urnas.
“Hoy en día, los ricos quieren defender sus finanzas aunque sea la Agrupación Nacional la que pase. Se taparán la nariz, pero defenderán sus intereses”
La alerta ultraderechista ya es una realidad tangible y secundada por un alto porcentaje del pueblo francés. Stéphane Brizé dice que, tras los resultados, está “buscando un apartamento en Madrid”. Se ríe y parece no querer añadir más capas al argumento, pero decide arrancarse con un análisis para explicar la debacle del centro político galo. “La izquierda tiene una postura ética y moral real, pero los resultados electorales del domingo son la consecuencia, no sólo de un liberalismo y un capitalismo trágicos, también de la guerra fratricida de la gente de izquierda que no puede ponerse de acuerdo en lo esencial”, indica el director.
Brizé recuerda una escena de En guerra en la que Lindon habla de cómo la derecha se agrupa y protege para defender sus intereses (y para evitar que el rival se nutra de su fragilidad). Una situación que nunca se ha dado en el ente político que ocupa la otra acera. “Hoy en día, los ricos quieren defender sus finanzas aunque sea la Agrupación Nacional la que pase. Se taparán la nariz, pero defenderán sus intereses. No hay rectitud moral cuando la gente se centra únicamente en defender lo suyo”, concluye.