Brais Carnero, natural de Ourense, tiene 21 años. Seguramente sea uno de los controladores aéreos más jóvenes que trabajan en España. Hoy lo hace desde la torre del aeropuerto de Vigo. Con 12 años le compraron un ordenador y descubrió que existía una comunidad virtual, llamada IVAO, donde podía aprender a pilotar un avión o gestionar aterrizajes y despegues. Desde una silla de su habitación. Mientras que otros chavales preferían jugar al ‘FIFA’ o pilotar coches de carrera desde un simulador, lo suyo eran las alturas. “Me tiraba varias horas al día. Y con una pequeña inversión. No creo que me gastara más de 600 euros”.
Con tres monitores, un par de ‘joystick’, unos cascos y comprando licencias de modelos de aviones era capaz de realizar un vuelo de 12 horas al otro lado del Atlántico mientras su madre le decía que era la hora de cenar. Llegó a hacer la Selectividad. Pensaba estudiar Geografía e Historia en la universidad, pero se dio cuenta de que llevaba miles de horas invertidas en controlar los cielos, aprendiendo solo, como un autodidacta, y cuando tenía 17 años se apuntó a una de las cinco academias que hay en España que te forman para ser controlador aéreo. “No me lo pensé. Lo tenía claro”.
El barcelonés Adrián Máximo también es controlador aéreo. Trabaja actualmente en el aeropuerto de Lanzarote. Y también tiene 21 años. Compite con Brais el privilegio de ser de los más jóvenes dentro de este colectivo, que requiere de una fuerte especialización. “Yo descubrí IVAO más tarde, con 14 años, y desde el principio supe que quería ser controlador. Lo bueno de esta comunidad virtual, que tiene 250.000 personas registradas en todo el mundo, es que se junta gente aficionada, como empecé yo, con profesionales de la aviación civil que te dan mucho apoyo y enseñanzas”. Como dice el lema de esta red internacional para la simulación de vuelo y control de tránsito aéreo, “lo más real posible”. Adrián, con 18 años, tampoco se lo pensó y se apuntó a un centro de formación homologado para intentar trabajar en lo que ya le apasionaba cuando era un adolescente.
Ambos forman parte de una nueva generación que se empezó a formar sola en casa como una especie de ‘gamers’ de la aviación, un aprendizaje que les ha servido para encontrar después una destacada salida laboral. Matthew Cornwall, director de STC Training Center, uno de los cinco centros habilitados en España para formar a los futuros controladores aéreos, confirma que estas comunidades virtuales, no solo IVAO (de referencia en Europa), sino también VATSIM (que se usa más en Estados Unidos), han cambiado un poco el perfil de los alumnos que reciben. “Ahora son mucho más jóvenes, y llegan con más entusiasmo y energía porque algunos ya han conocido, en cierta manera, el trabajo que quieren desempeñar”. Una afición autodidacta “que tiene sus ventajas e inconvenientes”, señala Cornwall. No es que todos hayan pasado por estas redes de simulación compartida, pero cada vez se dan más casos. “El perfil que viene a nuestro centro el de un varón de entre 20 y 30 años, que le gustan los aviones y suele tener formación universitaria”. Cada vez hay más mujeres, de hecho el curso pasado STC tuvo paridad entre su alumnado por primera vez.
Sistema público-privado
“A mí he ayudado mucho estar varios años en IVAO. Creo que tenía la base antes de entrar en la academia. Por ejemplo, yo simulé ser controlador en el aeropuerto de Vigo y ahora trabajo en el aeropuerto de Vigo”, afirma Brais Carnero. Este joven gallego se apuntó al proceso con 17 años, porque lo que dice la normativa es que hay que aprobar el curso de formación teniendo ya 18 años. “Y eso lo cumplí”.
¿Qué pruebas hay que pasar? Tres psicotécnicos para medir las habilidades básicas, por ejemplo, en materia de toma decisiones, razonamiento lógico, agudeza visual, atención y orientación espacial; tener buen nivel de inglés; y superar un reconocimiento médico. Luego viene el curso de formación en cualquiera de las cinco academias habilitadas. Una de ellas es STC. “El curso de controlador de torre dura unos cinco meses y medio y con nosotros cuesta 25.800 euros”. Si se quiere tener además otro curso más avanzado de ‘aproximación y ruta’ para poder trabajar también en torres de titularidad pública y en los cinco centros de control de vuelo en los que se distribuye todo el territorio español, el coste se va ya a los 57.000 euros.
Porque en España hay un sistema mixto. Hasta 2010, la empresa pública ENAIRE (que gestiona la navegación aérea en nuestro país) era la única entidad que tenía autorización para gestionar todas las torres de control, algo que cambió con la reforma que llevó a cabo el segundo gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Desde entonces, ENAIRE solo controla 21 aeropuertos. Pero hay torres de control en otros 16 aeropuertos gestionadas por dos firmas privadas. La sociedad Saerco lleva las de los aeropuertos de A Coruña, Castellón, El Hierro, Fuerteventura, Jerez, La Palma, Lanzarote, Cuatro Vientos (Madrid), Sevilla y Vigo. La firma ‘Skyway’ tiene las torres de los aeropuertos de Alicante, Ibiza, Lleida, Murcia, Sabadell y Valencia. Muchos de los jóvenes que hoy se forman en España encuentran acomodo en con estos operadores privados. Brais trabaja, como hemos dicho, en Vigo, y Adrián tiene su puesto en Lanzarote, dos aeropuertos gestionados por Saerco.
Su salario está estipulado por convenio. Si llevan menos de cuatro años en el puesto es de 35.049 euros brutos anuales, que luego va mejorando con trienios. Ambos reconocen que tiraron de ahorros y préstamos familiares, no bancarios, para pagarse los cursos de formación. “Yo hice los cálculos y estudiar cuatro años una carrera fuera de casa te costaba más que lo que pagas en la academia”, explica Brais. En el futuro ambos reconocen que le gustaría sacarse la plaza para ser controlador aéreo en una torre pública, es decir, para depender de ENAIRE. Obviamente, se gana mucho más. Su salario máximo puede llegar a los 103.000 euros. “El Gobierno suele sacar plazas cada año. En el curso 2023-2024 se ofertaron 91″, matiza Cornwall.
2.200 controladores ‘públicos’
Desde el sindicato mayoritario USCA señalan que actualmente hay 2.200 controladores dependientes de ENAIRE y que hacen falta 180 más. “Es un trabajo para el Estado y su formación debería ser gratuita, como era antes de que todo se privatizara, cuando los controladores se formaban en la sociedad mercantil estatal SENASA”, explica un portavoz de USCA. “Ahora es más elitista, porque solo se puede presentar el que tiene dinero y pagar un curso de formación”. Por eso, desde esta organización sindical recomiendan primero opositar para sacarse la plaza en ENAIRE y una vez obtenida sacarse el curso que te habilita porque la Administración da un margen de año y medio para ello. Brais y Adrián han dejado los juegos y los simuladores para trabajar en el mundo real. Ambos aseguran estar contentos. “Yo trabajo en Vigo, cerca de mi casa”, añade Brais. “Y yo estoy feliz en Lanzarote. Mis padres han venido a vivir a las Canarias”, sentencia Adrián.