La lotería puede convertirse en un arma de doble filo. Por un lado, la lluvia de millones da lugar a historias felices, como por ejemplo la del apostante del Euromillones que ganó el bote de 213 millones la semana pasada en Portugal. Sin embargo, en el otro lado de la balanza, los súbitos ingresos de dinero pueden romper parejas, familias o incluso arruinar al propio ganador.
La historia de este artículo pertenece a este último grupo y está protagoniza por los británicos Kirk Stevens y Laura Hoyle, una expareja de ganadores del juego Set For Life de la empresa The National Lottery.
Kirk y su pareja ganaron un premio de 3,6 millones de libras (4,2 millones de euros aproximadamente). Sin embargo, la vida de Kirk fue en caída libre tras el galardón millonario.
El premio no lo recibieron de golpe, sino que se trataba de un juego de loterías que daba 10.000 libras al mes durante 30 años. La pareja iba a disfrutar de esa inmensa cantidad durante buena parte de sus vidas. Sin embargo, un año más tarde, en 2021, Laura dejó a Kirk y se llevó consigo todas las ganancias.
La mujer de 40 años se mudó sola a la mansión de medio millón de libras que ambos tenían planeado compartir. Pudo reclamar la totalidad del bote legalmente tras la separación, ya que el boleto ganador había sido comprado utilizando su tarjeta. Esta regla dejó a Kirk, de 39 años, con cero beneficios.
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“El dinero no es nuestro. Es mío”
“Laura me dijo que viviríamos una vida maravillosa si ganábamos. La gente me solía preguntar por qué no dejaba mi trabajo como ingeniero. Me gusta tener una razón de ser, algo por lo que levantarme por la mañana. Pero era más que eso. La verdad era que nunca me sentí lo suficientemente seguro con Laura para dejar mi trabajo”, explica en declaraciones recogidas por el diario británico The Sun. Las cosas fueron “de mal en peor”, añade.
En el pasado, Kirk había dejado a Laura vivir en su vivienda de tres habitaciones con la condición de que ella pagase 25 libras a la semana en lotería para los dos. El premio tuvo lugar en marzo de 2021, Laura dejó su empleo y la pareja se compró un Porsche Cayenne. Asimismo, utilizaron el dinero para pagar por el postgrado de ingeniería de Kirk. “Teníamos planes para el futuro. Íbamos a comprar propiedades juntos y construir un imperio”, añade.
No obstante, esos sueños se vinieron abajo en los 16 meses siguientes. “Yo quería arreglarlo, pero Laura no estaba por la labor. Era como si el dinero le hubiese dado confianza para echar la relación a perder”, indica. Cuando Kirk asumió que no había vuelta atrás preguntó a su expareja qué pasaba con el premio de lotería. La respuesta de Laura fue rotunda: “No es nuestro, es mío”.
Previamente, Laura había estado pagando a Kirk mensualmente 1.000 libras en concepto de “alquiler”, no como una parte de las ganancias, según su testimonio. Ante esto, Kirk explicó que se conforma con un 10%: “Si continúa pagándome ese dinero al mes, me marcharé feliz. Ella ni se dará cuenta”.