El cannabis es la sustancia ilegal con mayor prevalencia de consumo en España en la población de entre 15 y 64 años. Los datos de la última encuesta EDADES, del año 2022, revelan que un 40,9% ha consumido cannabis alguna vez en la vida, dato que sigue una tendencia al alza desde el año 2013. La edad media de inicio de consumo se sitúa por encima de los 18 años, si bien los últimos datos del Observatorio de Proyecto Hombre, entre aquellos que buscan tratamiento para su adicción esta cifra baja hasta los 16 años.
Es la marihuana el tipo de cannabis más extendido entre aquellos que lo consumen, en la gran mayoría de los casos mezclado con tabaco (88,1%). El consumo habitual no es la norma general: tan solo un 2,8% de los encuestados reconocía haber tomado cannabis diariamente. El 8,6% lo había consumido en el último mes y el 10,6%, en el último año. De media, el número máximo de porros consumidos en un día es de 2,7, ligeramente superior entre los hombres.
Sin embargo, según el Ministerio de Sanidad, en una considerable proporción de los casos existe un patrón de consumo problemático (21,5%), que aumenta el riesgo de padecer efectos sobre la propia salud, desarrollar dependencia, obtener peor rendimiento académico o laboral...
Los riesgos del cannabis
Aunque muchos consideran que se trata de una droga inofensiva, la realidad está muy lejos de esa idea. El consumo habitual de cannabis conlleva una serie de riesgos en la salud física y mental que afectan al día a día de las personas.
Esta sustancia altera el sistema cardio-circulatorio y provoca taquicardias, por lo que las personas con hipertensión o insuficiencia cardiaca pueden ver cómo empeoran sus síntomas. Al fumarse sin filtro y manteniendo el humo en los pulmones, se favorece el desarrollo de enfermedades como la bronquitis crónica, el enfisema pulmonar o incluso el cáncer de pulmón. Además, tiene un efecto broncodilatador que potencia la absorción de sustancias tóxicas.
Su consumo crónico se ha relacionado igualmente con el aumento de la incidencia de depresiones e incrementa en más de cinco veces el riesgo de padecer psicosis a lo largo de la vida. Puede causar reacciones agudas de ansiedad y, en personas con predisposición a padecer trastornos mentales, puede provocar la aparición de estos trastornos o agravar los que ya se padecen. Cuanto antes se comienza a consumir y más frecuente es el consumo, mayor es el riesgo.
“El impacto psicológico del consumo de cannabis tiene una especial relevancia, dado que quienes lo utilizan principalmente son los jóvenes”, señalan desde Sanidad. Así, su ingesta a largo plazo provoca problemas de memoria y aprendizaje, así como problemas para estudiar, pues disminuye las funciones de atención, concentración y abstracción. Ello puede resultar en el abandono prematuro de los estudios.
Asimismo, el consumo continuado de cannabis produce adicción, que aparece entre el 7 y el 10% de las personas que lo han probado y en 1 de cada 3 personas que lo consume de manera habitual.