Grandes vestidos, té, pastas y una sociedad victoriana enarbolada por el romance y el cotilleo de época. Los Bridgerton, la serie de Netflix producida por Shonda Rhimes, no tardó demasiado en convertirse en predilecta de una audiencia que buscaba historias idílicas en un escenario patrocinado por las mejores novelas de Jane Austen. Tras el estreno de la tercera temporada, centrada en Colin Bridgerton (Luke Newton) y Penelope Featherington (Nicola Coughlan), los seguidores de la exitosa ficción han sido poseídos por el vacío que se apodera del consumidor medio tras el final de sus ocho episodios.
Hay que recordar que cada libro de Julia Quinn, al igual que Los Bridgerton, pone el foco en la historia de un hermano diferente, explorando su búsqueda del amor en la época de la Regencia londinense. Las novelas, sin embargo, presentan un orden cronológico distinto al de la serie. Netflix ya ha confirmado la cuarta temporada, aunque no ha revelado aún quién será su protagonista.
No sólo es uno de los personajes con mayor alivio cómico de la serie, también uno de los pocos que cuenta con un claro paralelo histórico. La reina Ca, interpretada en a realidad de la época (no sólo por la apertura de carácter LGTBIQ+, también por la presencia de personajes no caucásicos en la corte real). No en vano, la reina Charlotte no es blanca en Los Bridgerton. Aunque no todo esté elaborado con la delicadeza histórica que muchos parecen pedir a gritos, y dado que la historia creada por Quinn no está basada en hechos reales, su relato sí cuenta con la presencia de personajes históricos que verdaderamente existieron en la época de la Regencia británica en la que se basa la ficción.
La reina Carlota
No sólo es uno de los personajes con mayor alivio cómico de la serie, también uno de los pocos que cuenta con un claro paralelo histórico. La reina Charlotte, interpretada en Los Bridgerton por Golda Rosheuvel y en el spin-off La reina Carlota: Una historia de Los Bridgerton por India Amarteifio, nació como Sofía Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, hija de un duque y una princesa alemanes, el 19 de mayo de 1744. Según The Washington Post, algunos historiadores apuntaban a que Carlota descendía de una rama negra de la familia real portuguesa (aunque lo más probable es que en sus retratos se minimizara su tono de piel).
Chris Van Dusen, creador y productor ejecutivo de Los Bridgerton, dijo al medio estadounidense Entertainment Today que la posibilidad de que la reina Carlota fuera la primera reina birracial de Inglaterra abría todo tipo de interesantes posibilidades narrativas. “¿Qué podría haber hecho esta reina? ¿Podría haber utilizado su poder para elevar a otras personas de color en la sociedad?”, declaró.
El rey Jorge III
El rey Jorge III (interpretado por James Fleet en la ficción de Netflix y por Corey Mylchreest en La reina Carlota: Una historia de Los Bridgerton) comenzó su reinado en 1760, con sólo 22 años. Su mayor error político fue perder la Guerra de la Independencia y, con ella, las colonias americanas que estaban en manos británicas. En 1788 empezó a sufrir porfiria, una misteriosa enfermedad que le acompañaría el resto de su vida. Por ello, su hijo Jorge IV pasó a convertirse en Príncipe Regente en el año 1811.
El príncipe Federico de Prusia
El sobrino de la reina Carlota, el príncipe Federico de Prusia (interpretado por Freddie Stroma en Los Bridgerton), es el soltero y codiciado miembro de la realeza que no logra conquistar el corazón de Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor) en la primera temporada de la ficción. El verdadero príncipe Friederich (1794-1863) era un hombre apuesto que llamó la atención de la princesa Carlota de Gales, hija única de Jorge IV, príncipe de Gales (hijo del rey Jorge III), y Carolina de Brunswick.
En una biografía de Charlotte escrita por la historiadora Anne Stott, la autora revela que la princesa conoció al príncipe Friederich en junio de 1814 y comenzó a cortejarle en secreto, pero éste se comprometió con la princesa Luise de Anhalt-Bernburg y ambos se casaron en 1817. Obviamente, la serie de Rhimes adapta la realidad para darle más juego a la narrativa.