Kevin Costner sepulta el western (y su propia carrera) con ‘Horizon: An American Saga’

El actor y director regresa al género con el que triunfó hace ya más de treinta años en una película tan ambiciosa como torpe y deslavazada

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Kevin Costner dirige la épica americana de la expansión del Oeste durante la Guerra Civil.

“El western es un género cinematográfico típico del cine estadounidense que se ambienta por lo general en el viejo Oeste estadounidense. Las películas del Oeste están ambientadas en territorios inexplorados o indómitos, bajo la amenaza latente del ataque de los indios, o en ciudades sin ley en las que los bandidos campaban a sus anchas” se puede leer en varias definiciones de bolsillo del western. Para André Bazin, uno de los grandes teóricos de la historia del cine y sus géneros, el western es «el cine por excelencia» basándose en que el cine es movimiento, pero añade que “Ni las cabalgadas, las peleas, los hombres fuertes e intrépidos en un paisaje de salvaje austeridad bastan para definir o precisar los encantos del género”.

La más reciente y quizá más acertada reflexión en torno a este género se podía escuchar en palabras de su gran maestro, John Ford, aunque transmutado en la piel de David Lynch en la escena final de Los Fabelman: “Cuando el horizonte está abajo del todo, es interesante. Cuando está arriba del todo, es interesante. Cuando está en el medio, es aburridísimo”. El más reciente de los westerns está escrito, producido, dirigido e interpretado por el considerado último vaquero de Hollywood -con permiso de Clint Eastwood-, Kevin Costner, pero no se puede decir del todo que sea el más acertado.

Horizon: An American Saga comenzó a galopar en el Festival de Cannes, donde se encontró con otra película de parecido origen como Megalópolis, a saber, el sueño rescatado de dos hombres otrora aclamados y que habían tenido que empeñar sus bienes para poder sacar adelante sus respectivos proyectos. Si las críticas a la película de Francis Ford Coppola fueron feroces, las que recibió la de Costner fueron algo más tibias, aunque no por ello mucho mejores. Con la llegada de su primera parte a los cines uno puede entender el porqué.

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La conquista del Oeste: una historia de familias, amigos y enemigos en el siglo XIX. (Créditos: Warner Bros.)
La conquista del Oeste: una historia de familias, amigos y enemigos en el siglo XIX. (Créditos: Warner Bros.)

Con un prólogo tan prentendidamente emocionante como confuso, en el que se pueden ver a un padre y un hijo ilusionados asentándose en un nuevo territorio -el famoso Horizon que da título a la película y que perseguirán todos los personajes-, el filme trata de aglutinar a lo largo de sus tres horas todo lo que el western representa para Costner. Esto es, sus fascinantes paisajes, la tensión de sus duelos de pistola, la violencia de los indios, la ambigüedad moral de los colonos y en definitiva la épica de una historia, la de los propios Estados Unidos de América, que empezaría a forjarse en aquellos años -la película arranca en 1859, dos años antes del estallido de la Guerra de Secesión- y que quedaría para siempre inmortalizada en las películas de John Ford, Anthony Mann, Raoul Walsh y otros tantos ilustres del western clásico.

Costner intenta recuperar esa grandeza a toda costa, pero ya se sabe que el que mucho abarca poco aprieta, y su película sufre de eso y mucho más. En la práctica, Horizon: An American Saga cuenta con demasiadas tramas, demasiados personajes, demasiados escenarios y demasiados diálogos en un género esencialmente narrado con imágenes. Y lo peor es que ninguno de ellos tiene una aparente conexión, al menos en esta primera entrega, a la espera de que todos puedan confluir en la segunda, o al menos los que queden vivos. Porque esa es otra, la cantidad de personajes que van apareciendo y desapareciendo sin que haya detrás de ellos algún tipo de construcción o desarrollo emocional. Disputas, reconciliaciones y asesinatos narrados con grandilocuencia y mucha música que no son más que clímax infinitos que se van sucediendo por la pantalla.

Por otro lado, el western clásico siempre se vanaglorió de contar con varias de las leyendas de la interpretación. Por sus desiertos pasaron estrellas inherentes al género como John Wayne o Walter Brennan a otras más inusitadas como Barbara Stanwyck Humphrey Bogart o Marilyn Monroe, pasando por forajidos habituales como Henry Fonda, Gary Cooper o James Stewart. En Horizon: An American Saga tenemos a intérpretes de mayor o menor bagaje como Sam Worthington, Sienna Miller, Luke Wilson, Danny Huston o Jena Malone entre otros, a los que parece que Costner hubiera insistido con tanta energía en que se comportasen como personas del antiguo oeste hasta el punto de que se les olvidase en el proceso que estaban haciendo una película. No hay química, tensión, pasión ni ninguna otra emoción de por medio cada vez que interactúa cualquiera de ellos, solo una retahíla de frases que puede que sonasen muy bien en un papel pero que carecen de fuerza al ser pronunciadas.

Kevin Costner regresa a la dirección con una saga épica sobre el Oeste americano. (Créditos: Warner Bros.)
Kevin Costner regresa a la dirección con una saga épica sobre el Oeste americano. (Créditos: Warner Bros.)

La composición de cada escena y en especial el montaje que las une desde luego tampoco ayuda al lucimiento de cualquiera de los actores. En el filme lo mismo se puede pasar de un salvaje ataque indio a la introducción de un nuevo personaje, de un momento incómodo -y no siempre involuntariamente cómico- en una caravana a una pérdida supuestamente trágica. En su deslavazada y torpe consecución de planos resulta imposible saber cuándo reír y cuando llorar, cuándo emocionarse y cuándo temer por cualquiera de las situaciones que se van presentando. De nada sirve disparar un revólver a traición o guardarse las balas si el espectador ni siquiera sabe qué importancia tiene o siquiera quiénes son los objetivos.

Para cuando llega a su “final”, por llamarlo de alguna manera, pues no es más que un alto abrupto en el camino para introducir el siguiente episodio, mas que frustración o rabia prevalece la resignación, la triste mirada a un género que otrora hiciera el cine grande y cuyo nombre ahora se utiliza en vano. Kevin Costner le habrá puesto toda la pasión y dinero en su intento por sintetizar más de cien años de historia y cine en sus casi tres horas de metraje, pero al terminar de ver Horizon: An American Saga las palabras de Ford/Lynch reverberan con fuerza: este horizonte está en el medio.

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