El primer Orgullo LGTBI de España: cuando Barcelona se levantó por la liberación homosexual

La capital catalana acogió la primera manifestación por la liberación homosexual, dos años después de la muerte de Franco

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El primer Orgullo LGTBI de España: cuando Barcelona se levantó por la liberación homosexual.

Entre proyectiles de botellas vacías y monedas, los clientes del Stonewall Inn (Nueva York, Estados Unidos) dieron un primer paso contra la represión del que nació lo que hoy conocemos como Orgullo LGTBI. En la ahora conmemorada madrugada del 28 de junio de 1969, lesbianas, gais, bisexuales y transexuales se enfrentaron al acoso de la policía en unos disturbios que tardaron cuatro días en controlarse y sofocarse del todo. Mientras, España vivía los últimos años de la dictadura franquista, que terminaría con la muerte del caudillo en 1975. Habría que esperar unos años más, hasta 1977, para que la resistencia LGTBI saliera a las calles en una primera marcha por sus derechos en Barcelona.

Por aquel entonces, en Cataluña comenzaban a surgir grupos clandestinos por la liberación homosexual. Los pioneros fueron dos amigos, Armand de Fluvià y Francesc Francino, con los que surgió el Movimiento de Liberación Homosexual y, posteriormente, el Frente de Liberación Gay de Cataluña (Front d’Alliberament Gai de Catalunya o FAGC), actualmente en activo. “El elemento que empuja ese primer activismo es la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social”, explica a Infobae España Giulia Quaggio, historiadora y profesora del máster de Estudios LGTBI de la Universidad Complutense de Madrid. Creada en 1970, esta normativa tipificaba como delito la homosexualidad, castigado con el internamiento en un establecimiento de reeducación.

El ‘Stonewall’ español: “Las mujeres transexuales dieron la cara de manera directa”

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Manifestación en Barcelona por la liberación homosexual, el 26 de junio de 1977 (Front d'Alliberament Gai de Catalunya/X)

Fue ese el motivo detrás de lo que hoy se conoce como el primero Orgullo LGTBI español: la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE) convocó una manifestación en Las Ramblas el 27 de junio de 1977. Acudieron a su llamada unas 4.000 personas, según recogió entonces la Agencia EFE, para pedir la abolición de la Ley de Peligrosidad Social y la amnistía de los presos por homosexualidad, que habían quedado fuera del resto de indultos “porque era para presos políticos, no sociales”.

En comparación a las manifestaciones actuales “había muy poquitas personas”, señala Quaggio, “pero eran muy combativas”. A la cabeza de la marcha, al igual que lo hicieron en Stonewall, estaban las mujeres transexuales. “Dieron la cara de manera directa”, asegura la historiadora. También fueron ellas las que recibieron la mayor parte de las palizas cuando llegó la policía . “El (entonces llamado) travestismo era lo que menos se podía aceptar”, explica. Este “primer Orgullo LGTBI” español se zanjó con varios heridos y un detenido: Oriol Martí, quien pasó 52 días en la cárcel.

Continúa la lucha por la libertad sexual

Pese a la represión, en 1978 otras ciudades siguieron el ejemplo de Barcelona: Madrid, Bilbao y Sevilla salieron el 25 de junio, fecha que la COFLHEE acordó como día internacional de la liberación homosexual. El diario El País cifró en más de 7.000 personas las asistentes a la manifestación en la capital, que pedían “Libertad sexual, Amnistía para los homosexuales, Amnistía Total, Derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, despenalización de los actos homosexuales”.

Estas primeras movilizaciones tuvieron su victoria en 1979, cuando entró en vigor la reforma de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que despenalizó la homosexualidad. La norma mantendría su validez hasta 1995, con la aprobación de un nuevo Código Penal. Sin embargo, “había otra manera de reprimir, sobre todo a las trabajadoras sexuales transexuales, a través de la Ley de Escándalo Público, que no se eliminó hasta 1988, bien avanzada la transición, cuando España ya había entrado en la Comunidad Europea”, recuerda Quaggio.

La historiadora sabe que es un pasado “de represión, de gran violencia”, pero también “una historia de orgullo”. Más allá de las grandes manifestaciones, “hubo siempre una resistencia en la vida cotidiana de las personas que supieron vivir su disidencia con orgullo, enfrentándose con la vida cotidiana. Y ahora la historiografía está tratando de descubrir estas historias”.

Tras el éxito de las movilizaciones de los 70, “ya en los 80 se habla de desmovilización”, explica Quaggio. Será el terrible impacto del SIDA lo que termine por resurgir “un tipo de movilización más enfocada en los derechos individuales”. A raíz de ello, asegura, “empieza la batalla por el matrimonio igualitario, por la posibilidad de tener los mismos derechos que las personas casadas heterosexuales”. Pero para ello habría que esperar más de 20 años, hasta el 2005.

Echar la vista atrás, 47 años después

Varias personas participan en la
Varias personas participan en la manifestación del Orgullo LGTBI+ 2023, a 1 de julio de 2023, en Madrid (España). (Diego Radamés / Europa Press)

Aunque las grandes ciudades (y no tan grandes) protagonizaron estas jornadas históricas, la noticia no llegó a todos los rincones de España. En concreto, a la isla de La Palma, donde una pequeña Uge Sangil debería esperar todavía unos años para descubrir el orgullo. “Hasta la adolescencia y la juventud no lo entendía, era como algo malo, pecado”.

“Cuando conoces la historia dices gracias, porque nos han abierto el camino, aunque ni siquiera lo supiéramos”, reflexiona la ahora presidenta de la Federación Estatal LGTBI+. “Estas primeras personas que salieron a la calle, en los años 70, 80 o 90, son realmente héroes de los derechos que hemos conseguido. Han dado la cara al riesgo de que aún les metieran en la cárcel”. 47 años después, el movimiento LGTBI “ha conseguido lo que nadie podía imaginar”. Un avance “rápido”, apunta Quaggio, en el que el activismo consiguió sortear el peso de la Iglesia católica y una de las dictaduras europeas más largas, junto con la portuguesa.

Aunque Sangil reconoce que hoy “la celebración y la fiesta a veces empaña la reivindicación”, en parte por aquellos medios y personas que deciden centrarse en ella, todavía queda ese espíritu combativo de las primeras marchas. “Hemos conseguido avanzar en derechos y el Orgullo es la herramienta política que tiene el colectivo para visibilizar, para reivindicar y ahora también para celebrar“, expresa Sangil. Además, a día de hoy, el 28 de junio tiene la capacidad de que “muchos se pongan las pilas”, sobre todo en el Gobierno.

“El colectivo LGTBI es un colectivo alegre, que celebra, y es un colectivo resiliente. Y como colectivo resiliente, celebramos los derechos conseguidos. Y eso es el Orgullo. Y ya no concibo el Orgullo sin la música, sin la alegría de la juventud en la calle”, concluye.

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