Una española explica la cosa más surrealista que le pasó trabajando en Australia: “2.000 dólares de propina en una mesa”

Marta Socorro trabajó durante un tiempo en un lujoso restaurante, donde conoció a un hombre que le hizo un regalo inesperado

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Marta Socorro, contando su experiencia más surrealista en Australia (@martasocorro4 / TikTok)
Marta Socorro, contando su experiencia más surrealista en Australia (@martasocorro4 / TikTok)

Uno de los requisitos más demandados para trabajar en la hostelería y en la restauración es el trato con el cliente. Saber comunicarte con los comensales, pero no solo con su idioma, sino también con la empatía, y en ocasiones la simpatía, que muchas veces se espera de los camareros. En algunas ocasiones, incluso, se puede dar una conexión especial entre quien visita el local y quien trabaja en él, dando lugar a situaciones realmente sorprendentes.

Situaciones como la que ha contado Marta Socorro Robaina (@martasocorro4), una periodista canaria que vive en Australia y que, durante algún tiempo, trabajó en un restaurante “muy muy top” llamado Gold Coast. “Allí la gente que llegaba era gente que tenía dinero”, describe al principio de un vídeo en el que cuenta su experiencia más surrealista vivida en el país oceánico.

Una noche con final inesperado

“Yo un día trabajando, que estaba super cansada, y se me sienta una pareja a las 21:30 de la noche”, empieza a contar. “Yo me quería cagar en su vida y más porque a las 21:30 en Australia ya es muy tarde”, aunque en España a esa hora empecemos a cenar, como bien explica ella. Pero a pesar de su baja energía, su trabajo la impelía a mostrarse muy agradable con los comensales: preguntarles cómo se encuentran, decirles su nombre, insistirles en que estará para cualquier cosa que necesiten. Una actitud que le costó mantener, porque ese día “ya no podía más”.

Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando el hombre de la pareja se giró hacia ella y la saludó: “¡Hola Marta!”. “El tío se había informado. Se adelantó y quiso saber quién era su camarera y de dónde era”, cuenta. Esta actitud tan simpática fue también mostrada por la pareja y se mantuvo durante toda la comida... hasta el momento de la cuenta.

“El tío pues me coge, le doy yo el ticket y tal y me dice ‘paga con la tarjeta y el resto es para ti’”. Algo que a Marta la sacó rápidamente del desánimo. “En ese restaurante en el que trabajaba un cliente te daba propina en efectivo y todo era para ti, o sea, para el camarero”, explica. “Luego lo que te daban en tarjeta de propina, el 40% era para el camarero y el 60 era para el resto del equipo”. Un porcentaje nada desdeñable en un principio, pero de dimensiones especialmente grandes si, para comenzar, la propina en efectivo es como la que se encontró la joven camarera española: 400 dólares, ni más ni menos. “Yo flipé”, asegura.

Pero la historia no termina ahí. Después de ese primer encuentro, se dieron su cuenta de Instagram para seguir en contacto y así lo hicieron. Lejos de las intenciones deshonestas que cualquiera podría pensar, Marta insiste en que, con el chico, mantuvo simplemente “una relación de amistad” a través de las redes sociales. No obstante, un mes más tarde él le pidió que le reservara una mesa en el Gold Coast en la sección en que ella estaba como camarera.

El segundo encuentro

“Y bueno, aquí viene la guinda del pastel”, anuncia ella en el vídeo, para lanzar la pregunta: “¿Cuánto creen que me pudo dejar de propina?”. Esa noche, Marta estaba un poco desanimada “por un fracaso amoroso”, así que cuando se terminó la comida, él le dio un papel en el que había unas palabras en inglés. “Me puso así como que era una chica muy especial, como que valía mucho y que no estuviese mal por eso”, cuenta la joven. Al lado de la carta, estaba una tarjeta dorada y “mucho verde, mucho verde”.

Su primera reacción fue esconder el dinero, aunque no tuviera sentido ya que al ser en efectivo “no estaba haciendo nada mal”. Aún así, se encerró en el baño “porque yo quería contar mis verdes”. Había 20 en total, es decir, 2.000 dólares de propina para una sola mesa, como propina. “Yo llego a la mesa y empecé a llorar y le pregunté ‘¿por qué?’. Y me dijo ‘porque eres especial, porque te lo mereces’”. Un regalo muy especial e inesperado, gracias al cual se pudo comprar un vuelo a España para sorprender a su familia. “Eso, de verdad, ha sido la cosa más surrealista que me ha pasado en Australia”.

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