El pasado mes de abril, el Parlamento Europeo aprobó una serie de normas para reducir, reutilizar y reciclar los envases con el objetivo de reducir la huella de contaminación. Según el centro de estadísticas de la Unión Europea Eurosat, en 2021, la UE generó 188,7 kg de residuos de envases por habitante, 10,8 kg más por persona que en 2020, el mayor aumento en 10 años, y casi 32 kg más que en 2011. De hecho, se estima que cada habitante generó una media de 35,9 kg de residuos de envases de plástico, de los que 14,2 kg fueron reciclados.
Ante estas cifras, que se repiten cada año, la Unión Europea se planteó un camino hacia una economía más sostenible y menos contaminante. En 2019, se aprobó la Directiva relativa a la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente que marca una serie de obligaciones para las compañías del sector. Estos objetivos tenían distintas fechas límite a partir de las cuales las medidas deberían estar implementadas y una de ellas tiene como tope el próximo 3 de julio.
Tapones anclados a las botellas de plástico
La medida que será obligatoria a partir del próximo mes afecta a las botellas de plástico. La normativa establece que “los Estados miembros velarán porque los productos de plástico de un solo uso enumerados en la parte C del anexo que tengan tapas y tapones de plástico solo puedan introducirse en el mercado, si las tapas y los tapones permanecen unidos al recipiente durante la fase de utilización prevista de dicho producto”.
Durante los últimos meses ya hemos podido ver cómo los tapones de los briks de leche y las botellas de agua están unidos al envase con una arandela de plástico. Ya que entre los productos que se incluyen en el grupo C del anexo de la normativa se encuentran aquellos recipientes para bebidas de hasta tres litros de capacidad. Sin embargo, se quedan fuera de la obligatoriedad aquellos que son de vidrio o de metal con tapas y tapones hechos de plástico; y los recipientes para bebidas destinados y utilizados para alimentos para usos médicos especiales.
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Esta nueva norma forma parte de los esfuerzos de Bruselas por cumplir su objetivo de reducir la contaminación por microplásticos en un 30% de aquí a 2030. La restricción adoptada abarca todas las partículas de polímeros sintéticos inferiores a cinco milímetros que sean orgánicas, insolubles y resistentes a la degradación con el objetivo de reducir las emisiones de microplásticos intencionales del mayor número posible de productos.
La guerra contra los microplásticos
A finales de octubre de 2023 entró en vigor otra norma en aras de reducir los plásticos y los microplásticos. La UE prohibía la venta de productos a los que se hayan añadido intencionadamente microplásticos, tales como detergentes, cosméticos, juguetes o purpurina, entre otros con el objetivo de evitar la liberación al medio ambiente de aproximadamente medio millón de toneladas de estas partículas sintéticas.
El ámbito de aplicación de la nueva normativa incluye el material de relleno granular utilizado en superficies deportivas sintéticas; cosméticos en los que los microplásticos se emplean para usos múltiples como la exfoliación, las microesferas, o la obtención de una textura, fragancia o color específicos; detergentes, suavizantes, purpurina, fertilizantes, productos fitosanitarios, juguetes, medicamentos o productos sanitarios, entre otros muchos.