Con la llegada del verano y las vacaciones, cada vez es mayor el número de personas que está pensando en pasar unos días en la playa. Allí podrán bañarse en el mar, tomar el Sol, o pasear por la orilla, cosas que seguramente reconocerán en su círculo más cercano cuando, a la vuelta, vean un tono más oscuro en su piel. Pero hay quienes, vayan a la playa o no, deciden darse una capa extra de moreno con ayuda de algunos productos bronceadores, sin saber que estos pueden conllevar algún que otro riesgo para el órgano vital más expuesto de nuestro cuerpo.
Pero, ¿de qué productos bronceadores estamos hablando? Cremas, toallitas, aerosoles, aceites, geles. Es muy amplia la variedad en este tipo de mercado, tan extendido entre aquellos que, conscientes del peligro que conlleva la exposición a los rayos solares, prefieren utilizar ese recurso. No obstante, hay que diferenciar entre aquellos que, simplemente, aceleran el bronceado natural, y aquellos que oscurecen artificialmente la piel.
Estos últimos lo hacen gracias a la dihidroxiacetona, una molécula que, en contacto con nuestra piel, produce una reacción química que tiñe las células muertas de la capa más externa. Estos restos de piel muerta se eliminarán en dos o tres días por la renovación natural de nuestro cuerpo, pero mientras tanto pueden lucir ese color marrón anaranjado tan característico de los bronceados artificiales.
Los riesgos de los bronceadores
Si hacemos uso de este tipo de autobronceadores, debemos estar atentos a si estos llevan los compuestos necesarios para servir como protectores del Sol. Si no es así, nuestra piel sigue tan expuesta a los rayos ultravioleta como si estuviéramos en nuestro tono más pálido. Como la melanina no es natural, esta no nos sirve como capa de protección frente a la radiación solar.
Añadido a esto, como el resto de productos cosméticos, los bronceadores llevan ciertos ingredientes químicos que pueden causar daños en nuestra piel, así como reacciones adversas si esta es sensible. En el caso de que se provocara un estado de fototoxicidad en este órgano, es decir, si se diera el caso de que, por dichas reacciones, la piel se volviera más sensible a la luz solar, podríamos sufrir quemaduras graves y otras afecciones.
Algunas recomendaciones
Con todo lo mencionado hasta ahora, se puede concluir que, si los aceleradores y autobronceadores poseen factor de protección solar, no tienen por qué causar ningún daño a nuestra piel e incluso se recomienda su uso. Sin embargo, es importante reducir la presencia de químicos en la piel y para ello debemos eliminar otros cosméticos que llevemos en la piel, ya sea de maquillaje o de otro tipo. Al mismo tiempo, deberíamos evitar el uso de estos productos, así como la exposición al Sol si estamos consumiendo algún medicamento que provoque una mayor desprotección frente a los rayos ultravioleta.
Finalmente, tras el bronceado es necesario hidratarse la piel y evitar una nueva exposición en las siguientes 48 horas. Si aparecieran heridas, ampollas o la piel adquiriera un tono rojizo, sería conveniente consultar a nuestro dermatólogo u a otro profesional de la salud.