La discapacidad auditiva, que implica una disminución parcial o total de la capacidad de oír, se evalúa según el grado de pérdida auditiva en cada oído. Las personas con este tipo de discapacidad pueden ser clasificadas como sordas o hipoacúsicas. Las personas sordas presentan una pérdida total o profunda de audición y suelen comunicarse mediante lengua de señas. En cambio, las personas hipoacúsicas tienen una pérdida parcial de audición que puede mejorarse con audífonos.
Las causas de la discapacidad auditiva pueden agruparse en hereditarias genéticas y adquiridas. Las hereditarias pueden ser recesivas (los padres son portadores pero no tienen hipoacusia) o dominantes (uno de los padres es portador del gen y tiene hipoacusia). Las causas adquiridas pueden ser prenatales (enfermedades de la madre durante el embarazo), neonatales (problemas durante el parto o en los primeros días de vida) y postnatales (infecciones, fracturas del oído, enfermedades del oído interno, uso de ciertos medicamentos, entre otros).
La discapacidad auditiva no suele presentar signos físicos evidentes y no siempre está acompañada de otras discapacidades. Se identifica usualmente por el uso de audífonos o por el modo de hablar, especialmente en personas sordas de nacimiento o que perdieron la audición a temprana edad. Aquellos que desarrollan la discapacidad después de los tres años pueden mantener cierta competencia en la lengua oral gracias a experiencias previas.
Existen tres tipos principales de pérdida auditiva:
- Pérdida auditiva conductiva: Se produce cuando hay un bloqueo en el paso del sonido desde el oído externo hasta el medio. Las causas pueden incluir acumulación de cera o perforaciones en el tímpano, y normalmente son tratables con medicamentos o cirugía.
- Pérdida auditiva neurosensorial: Ocurre debido a mal funcionamiento del oído interno o del nervio auditivo. Puede ser causada por el envejecimiento, factores genéticos o exposición a ruidos fuertes y, por lo general, se maneja con dispositivos auditivos como audífonos.
- Pérdida auditiva mixta: Es una combinación de pérdida conductiva y neurosensorial. Mientras la pérdida conductiva puede tratarse médicamente, la neurosensorial generalmente requiere tecnología de amplificación auditiva.
Grado de pérdida auditiva
- Pérdida auditiva leve: Menos de 40 decibelios, con dificultad para escuchar susurros.
- Pérdida auditiva moderada: Entre 40 y 70 decibelios, con problemas para entender conversaciones a volumen normal.
- Pérdida auditiva severa: Más de 70 decibelios, con capacidad limitada para escuchar incluso sonidos fuertes.
- Sordera total (cofosis): Pérdida completa de la audición.
Pensión por discapacidad auditiva
El acceso a una pensión por discapacidad auditiva depende de distintos factores, especialmente de cómo esta afecta la capacidad laboral del individuo. La cuantía de la pensión se calcula en base a la base reguladora y el grado de incapacidad permanente reconocido.
En casos de cofosis o sordera, se puede calificar como incapacidad total si la profesión del solicitante requiere buena audición, como en trabajos de teleoperadora o atención al público. Se clasifica como incapacidad absoluta cuando la pérdida auditiva es severa en ambos oídos y se acompaña de otras lesiones.
Quienes tengan una discapacidad auditiva igual o superior al 65% tienen derecho a una pensión no contributiva. La cifra anual es de 5.178,60 euros (369,90 euros mensuales en 14 pagas). Si la discapacidad supera el 75%, el importe aumenta un 50%, llegando a 7.767,90 euros anuales. Estos apoyos económicos están diseñados para ayudar a las personas con discapacidad auditiva severa a enfrentar las limitaciones laborales y diarias derivadas de su condición, ofreciendo una compensación que les permita mantener una mejor calidad de vida.