Los soldados denuncian que la “perversidad” de los mandos les impide capacitarse para la vida civil: “La gente se cansa y tira la toalla”

Desde la escala más baja de las Fuerzas Armadas señalan que, en muchos casos, los jefes rechazan su participación en cursos de gran utilidad para el mundo laboral aludiendo problemas de operatividad en las Unidades. “Vetan la posibilidad de prosperar”, aseguran

Guardar
Robles durante un acto de
Robles durante un acto de la Guardia Real (Ministerio de Defensa)

Aquellos militares de la escala de tropa y marinería que, al cumplir los 45 años, no hayan alcanzado la condición de soldado permanente deben, tal como lo establece la ley, abandonar las Fuerzas Armadas. Para no convertirse en una de las mayores fábricas de parados del país, el Ministerio de Defensa ofrece distintas capacitaciones para que los efectivos tengan las herramientas necesarias para hacer frente al mundo laboral civil llegado el momento. Sin embargo, más allá de los problemas de homologación de las titulaciones militares con las de la educación general, uno de las mayores trabas que padece la tropa a la hora de asegurarse un futuro fuera del Ejército se da mientras prestan servicio en él. La “perversidad” de los cuadros de mando, aseguran, les impide asistir a los cursos.

Así lo han denunciado desde la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME), entidad que asegura que los jefes, al tener que optar entre las medidas de reincorporación al mercado de trabajo que favorecen al soldado o la operatividad de la Unidad, en la mayoría de las veces escoge esta última. Según el presidente de ATME, Marco Antonio Gómez, al momento de solicitar una plaza en un curso o capacitación el jefe del efectivo tiene que consentirlo, sin embargo, en muchas ocasiones remiten un “informe negativo” alegando que esa persona es imprescindible para el correcto funcionamiento de la Unidad.

“Esto te deja fuera del curso”, explica a Infobae España Gómez. “Nos siguen considerando no como profesionales sino como un soldado que está al servicio del capitán, sargento o jefe de la compañía para que ellos prosperen y tú no tienes opción de hacer ningún tipo de curso que te ayude a mantener tu puesto, a ascender o que te sirva para la vida civil”, critica.

En este sentido, desde la asociación que defiende los derechos de la escala más baja y numerosa de las Fuerzas Armadas remarcan que existe un “agravio comparativo” entre el modelo que afecta a la tropa y el que gozan los cuadros de mando. Y es que mientras los primeros tienen que buscarse su futuro fuera de las FFAA, “con cursos que dependen de informes favorables de unos jefes que priman la operatividad de las unidades”, la promoción de los mandos consiste en cursos reglados por una normativa que incluso tiene en cuenta los tiempos para el estudio, obviando -en estos casos sí- el correcto funcionamiento de la unidad.

Por qué los soldados son expulsados de las Fuerzas Armadas a los 45 años.

“Los soldados y marineros tienen mucha dificultad a la hora de realizar este tipo de cursos o estudios, que le puedan capacitar, homologar títulos u obtener más puntos, porque sus propios jefes no les están ayudando. Por eso nosotros decimos que es una perversidad”, explica Gómez. “La gente se cansa y llega un momento en que tira la toalla, pide el cambio a otra unidad o simplemente se marcha”, agrega el presidente de ATME.

Las subcontratas en las Fuerzas Armadas

Otra problemática que señalan desde la Asociación de Tropa y Marinería es la creciente incorporación de empresas externas y subcontratas que, “desde hace años”, vienen asumiendo trabajos que antes realizaban los militares, como el mantenimiento de materiales, hostelería, limpieza y seguridad, entre otras. Además, Gómez asegura que todas estas tareas las podría asumir el personal militar con más de 45 años, que así podría no tener que abandonar su puesto de trabajo al llegar a ese límite de edad.

En este sentido, desde ATME cuestionan que esta externalización se haya producido sin valorar en las adjudicaciones que las empresas integren en su estructura a reservistas de especial disponibilidad (aquellos con más de 45 años) o militares temporales. “A las empresas que quieran trabajar con el Ministerio de Defensa se les debería exigir contratar a exmilitares que hayan terminado el servicio activo en las Fuerzas Armadas”, sugiere Gómez. “De esta manera, se le daría una salida laboral al personal de 45 años y cubriendo un puesto con un empleado cualificado”.

Guardar