Las herencias son la transmisión de bienes, derechos y obligaciones de una persona fallecida a sus herederos. Su marco legal está recogido por el derecho sucesorio, y en ocasiones supone un verdadero quebradero de cabeza por todos los trámites y procesos que deben de cumplir los herederos. En España, la herencia se rige por el Código Civil, que estipula qué personas que reciben la herencia pueden ser legítimos (designados por la ley) o testamentarios (descritos en el testamento).
Por ello, la gran mayoría de los trámites sucesorios dependen de si el fallecido dejó testamento o no. Las herencias judiciales son aquellas en las que no existe testamento o el testador no ha establecido la partición ni ha nombrado a un contador partidor, que es un tercero que determina tanto el valor de los bienes de una herencia, como la distribución de los mismos, en función de la voluntad del testador. No obstante, los herederos pueden acordar determinados términos para evitar este proceso judicial, frecuentemente ligado a bienes indivisibles como los inmuebles.
Posibles soluciones
Una herencia indivisa, también conocida como proindiviso, es aquella en la que los bienes o propiedades heredadas pertenecen simultáneamente a varias personas; por lo que no pueden ser divididas. Este tipo de casos son usuales cuando varios hermanos heredan, por ejemplo, la casa familiar, lo que indica que cada uno de ellos es copropietario del inmueble. Esta condición no es definitoria, ya que los herederos pueden llegar a dividir la herencia con acuerdos entre ellos.
- Comunicación y diálogo: El primer paso para resolver cualquier conflicto es establecer una comunicación abierta y honesta entre los herederos. Reunirse para discutir las expectativas, preocupaciones y objetivos de cada uno puede ser fundamental para llegar a una solución consensuada.
- Mediación: En el caso de que el diálogo no llegue a buen puerto, se puede recurrir a la mediación. Un mediador profesional actúa como facilitador neutral, ayudando a los herederos a encontrar una solución aceptable para todas las partes. La mediación es un proceso confidencial y voluntario que puede evitar el desgaste emocional y económico de un litigio judicial.
- Partición voluntaria: Los herederos pueden optar por la partición voluntaria del piso, lo que implica un acuerdo entre todos los herederos sobre cómo dividir el bien o su valor. La partición puede formalizarse a través de un notario, quien se encargará de elaborar la escritura pública correspondiente, asegurando que el acuerdo sea legalmente vinculante.
- Compra de partes: Otra solución es que uno o varios herederos compren las partes del piso correspondientes a los demás, adquiriendo así la propiedad total del inmueble. Este método permite que el piso no tenga que venderse a un tercero y que uno de los herederos mantenga la propiedad, lo cual puede ser conveniente si hay un interés especial en conservar el inmueble en la familia.
- Venta y reparto del importe: Si los herederos no desean mantener la copropiedad y no hay interés en comprar las partes de los demás, una opción es vender el piso y repartir el importe obtenido. Este proceso requiere el acuerdo de todos los herederos y puede ser una manera efectiva de resolver la situación sin conflictos prolongados.
- Uso y disfrute compartido: En algunos casos, los herederos pueden acordar un uso compartido del piso, estableciendo reglas claras sobre el tiempo y las condiciones de uso. Por ejemplo, pueden decidir que cada uno utilice el inmueble durante períodos específicos del año.
- Arrendamiento del inmueble: Otra alternativa es alquilar el piso y dividir los ingresos del arrendamiento entre los herederos. Este enfoque permite mantener el inmueble como una fuente de ingresos continua mientras se decide una solución a largo plazo. Es importante acordar cómo se gestionarán los aspectos administrativos y el mantenimiento del inmueble durante el arrendamiento.
Antes de ir a juicio, los herederos deberían explorar todas las vías alternativas mencionadas para resolver el conflicto de manera eficiente y amistosa. La voluntad de negociar y encontrar un terreno común es crucial para evitar el desgaste emocional y económico que conlleva un litigio judicial. Con la ayuda de mediadores y asesores, es posible llegar a acuerdos satisfactorios para todas las partes implicadas.