Ampliar los permisos de paternidad en España ha contenido la natalidad: la OCDE advierte de problemas de conciliación

El organismo sostiene que compaginar la vida familiar y laboral “puede ser complicado” en España debido a “horarios de trabajo muy largos para los padres”. Esto les habría hecho ser “más conscientes” del coste de oportunidad de tener un hijo y “menos entusiastas” a la hora de tener otro

Los permisos de paternidad y maternidad se igualaron desde 2021 en España en el permiso por nacimiento de 16 semanas. (Freepik).

España registró en 2023 una de las tasas de fecundidad más bajas de los 38 países de la OCDE: 1,2 hijos por mujer, al igual que en Francia, y solo por detrás de Corea del Sur, con una ratio de 0,7. Los primeros nacimientos se producen cada vez a edades más tardías, a los 32 años de media en España, por lo que se han aplicado políticas para facilitar la natalidad y la igualdad en los cuidados que, sin embargo, han podido tener incluso resultados contrarios en combinación con otros factores.

Así lo resalta la OCDE en su informe Society of a Glance publicado este jueves en el que analiza, entre otros aspectos, como los permisos de paternidad pueden favorecer la fecundidad en algunos casos y perjudicarla en otros, como habría sucedido en España. Hasta 2007, los padres solo tenían dos días libres por nacimiento de un hijo y se amplió a dos semanas hasta 2017. A partir de ese año, cuando se elevaron a cuatro semanas, los aumentos fueron rápidos y progresivos hasta que desde 2021 solo existe un permiso por nacimiento y cuidado del menor para ambos progenitores por una duración de 16 semanas y de carácter intransferible.

La evidencia que cita la OCDE es de un trabajo académico de 2019 de Lídia Farré y Libertad González, por lo que no permite constatar los efectos de todos los cambios legislativos. Su investigación ya advierte de que la ampliación a dos semanas del permiso de paternidad retribuido en 2007 “fue seguida de un retraso en los primeros nacimientos”, además, los padres que disfrutaron los nuevos permisos tardaron más en tener otro hijo e incluso tenían menos probabilidades de tenerlo en los próximos seis años.

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Según señalan en el documento, la “creciente participación de los padres en el cuidado de los niños” condujo a una mayor vinculación de las madres a la fuerza laboral, lo que pudo haber aumentado el coste de oportunidad de tener un hijo adicional”. “Encontramos que los hombres informaron una menor fecundidad deseada después de la reforma, posiblemente debido a su mayor conciencia de los costos de la crianza de los hijos, o a un cambio en las preferencias de la cantidad de hijos a la calidad”, explican.

España es el único país de la OCDE (y de la UE) en el que ha sucedido este efecto contrario, ya que el otro estado señalado por la organización es Corea del Sur, donde se ha encontrado evidencia de que “los padres que disfrutaron de un permiso familiar tenían menos probabilidades de querer tener otro hijo en comparación con los que están a punto de empezar su permiso”. Como ejemplo de buen resultado de la ampliación de los permisos a los padres, la OCDE expone el caso de Alemania, donde una reforma aprobada en 2007 dio lugar a una mayor probabilidad de primeros y segundos nacimientos y produjo una mayor dedicación semanal de los padres al cuidado de los hijos.

Jornadas laborales largas y cambio en los roles de género

La cuestión es, ¿qué sucede en España y en Corea del Sur para que esta medida aparentemente favorable a la fecundidad termine perjudicando? La OCDE señala que, especialmente en estos dos países, “la conciliación de la vida familiar y laboral en los primeros años después del nacimiento puede ser complicada, por ejemplo, debido a horarios de trabajo a menudo muy largos para los padres”. Según el INE, los asalariados hombres trabajan una media de 37,1 horas efectivas a la semana, frente a las 33,1 de las mujeres por la parcialidad indeseada y un reparto de cuidados todavía más volcado en ellas.

A esto se suman otros factores, como las “largas horas de estudio para los hijos en Corea” y “un desajuste entre la demanda y la oferta de ECEC asequibles en España”. Estas siglas (Early Childhood Education and Care) hacen referencia a las dificultades de acceso a la educación para los menores de tres años en España debido a su elevado coste y escasez de plazas disponibles, lo que supone un impedimento más a la conciliación familiar y laboral.

En definitiva, la OCDE sostiene que “como los padres coreanos y españoles son más conscientes de los costes no pecuniarios de criar a los hijos, es posible que también se hayan vuelto menos entusiastas a la hora de tener otro hijo”. Una responsabilidad que antes solo recaía en las mujeres y cuyo cambio subyace a estas consecuencias. “Parte de la respuesta está en el cambio de los roles de género en la sociedad”, reconoce el estudio, a la pregunta de por qué se tienen menos hijos.

Una pareja pasea con un carrito de bebé en el parque de El Retiro, Madrid (España). (Jesús Hellín - Europa Press).

La estabilidad en el empleo y las prestaciones universales impulsan la natalidad

En sentido contrario, la organización resalta que las políticas de reducción de la inseguridad laboral están asociadas a una mayor natalidad y pone el ejemplo de España. Aunque se refiere a una medida antigua, cabría esperar que la reforma laboral de 2021, que ha reducido notablemente la temporalidad contractual, también tenga un efecto positivo en la natalidad cuando se estudie este impacto en concreto.

“Cuando varios gobiernos locales de España empezaron a subvencionar la conversión de empleos temporales en fijos en 1997, la tasa de fecundidad española aumentó un 1,43%, con un coste de unos 19.000 euros por nacimiento”, señala el documento citando el estudio académico de 2022 de Adrián Nieto. Los efectos para la transición a la paternidad se concentraron entre los trabajadores varones, mientras que la probabilidad de tener un segundo hijo aumentó tanto para los trabajadores como para las trabajadoras.

Por otra parte, el organismo identifica como medida que impulsó la natalidad en España la transferencia universal por hijo entre 2007 y 2010 (el conocido como cheque-bebé) que “provocó un aumento del 3% en la tasa de fecundidad”. Sin embargo, la cancelación del programa en 2010 por los recortes para reducir el déficit provocó un descenso de la tasa del 6%: “Superó el aumento que se produjo mientras el programa estuvo activo”, indica la OCDE citando el estudio de Libertad González y Sofia Karina Trommlerová publicado en 2021.

El partido minoritario del Gobierno, Sumar, plantea incluir en los PGE de 2025 una prestación universal por crianza de 200 euros mensuales hasta los 18 años inspirada en la citada medida del Gobierno de Zapatero, aunque es una medida cara y que tendrá que ser debatida con el PSOE. El proyecto de ley de familias, que se encuentra en un prolongado trámite de enmiendas en el Congreso, también contempla una prestación por crianza de 100 euros mensuales por cada hijo menor de tres años con el objetivo de reducir la pobreza infantil.

Prestación universal por hijo y protección a familias monoparentales: así es la ley de familias anunciada por el Gobierno.
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