Uno de cada tres profesores es víctima o testigo de odio lgtbifóbico en las aulas y el 31% de las personas que ejercen violencia son trabajadores del centro

El informe ‘Centros educativos, profesorado LGTBI+ y personas aliadas’ saca a la luz la homofobia de los centros educativos y refleja el acoso que sufren docentes y alumnos

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Una profesora da clase el día del inicio del curso en el colegio de la Alameda de Osuna, en Madrid. (Marta Fernández / Europa Press)
Una profesora da clase el día del inicio del curso en el colegio de la Alameda de Osuna, en Madrid. (Marta Fernández / Europa Press)

Los colegios deberían ser lugares seguros para alumnos y profesores, pero no siempre lo son. La LGTBIfobia alcanza todos los rincones, incluso aquellos que deberían servir para inculcar la tolerancia y el respeto. Uno de cada tres maestros (36,7%) ha visto o ha sufrido comportamientos homófobos en las aulas, según ha revelado el informe Centros educativos, profesorado LGTBI+ y personas aliadas de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+) y la Federación Estatal de Enseñanza de CCOO presentado este martes.

Del total de docentes encuestados, el 8,1% ha sido víctima, el 23,5% lo ha presenciado y un 12,2% ha sido víctima y lo ha presenciado. De hecho, el 12% de los que han sido víctimas decidió cambiar de centro. El informe muestra también que, aunque lo más habitual es que la violencia se haya producido un único día (34,6%), en casi un 30% de los casos la situación se ha mantenido durante 100 días o más.

Los centros solo intervienen en la mitad de los casos

Los centros solo han actuado para proteger a la víctima en un 47% de los casos, es decir, en el 53% restante, las personas agredidas no han obtenido apoyo por parte de los equipos directivos. Según los datos, esta ausencia de intervención multiplica por 4 el riesgo de baja laboral por parte de las personas agredidas. También expone que casi la mitad del profesorado (47%) que ha sufrido LGTBIfobia no ha denunciado.

Por otra parte, la investigación muestra que las personas que ejercen la violencia son un 50% alumnado, un 31% personas trabajadoras del centro y un 19% familiares. La responsable de investigación de la Federación Estatal LGTBI+, María Rodríguez, explica que “tradicionalmente, se ha señalado al alumnado como principal fuente de odio, pero los resultados muestran que la violencia entre iguales existe y provoca situaciones más sutiles y sostenidas en el tiempo. Provocan acoso y estresores cotidianos que, por su dificultad para ser manifestados, son muy difíciles de detectar. Por eso es fundamental que se incluyan medidas para la prevención”.

Más de la mitad no sale del armario

Los datos obtenidos manifiestan que solo 4 de cada 10 miembros del profesorado LGTBI+ se visibilizan ante cualquier persona de su centro y un 21% está completamente en el armario. Los motivos que alegan son el miedo a situaciones de odio, acoso, discriminación (74,5%) y el miedo a vincularse a fenómenos estereotipados (29%). Según explica el coordinador de Educación de la Federación Estatal LGTBI+, David Armenteros, “este temor no es infundado. El personal LGTBI+ de los centros educativos no está amparado por procedimientos internos. Los protocolos de protección son testimoniales y escasamente prácticos cuando los datos de violencias que presentamos hoy son verdaderamente preocupantes”. Solo un 18,8% de las personas entrevistadas afirma que en su centro existe un protocolo específico para la protección de profesionales LGTBI+, a pesar de que, tras la aprobación de la Ley LGTBI, es obligatorio.

“Por eso, exigimos a todas las autoridades educativas que en los centros formativos se trabaje para eliminar y cuestionar los discursos de odio, tal y cómo marca la actual legislación. También reclamamos la eliminación de cualquier restricción de la libertad de expresión y de cátedra del personal docente asociada al veto parental, por ser un intento de censurar y perseguir la diversidad, y reclamamos formación continua y obligatoria en diversidad familiar y afectivo-sexual para el profesorado como requisito para obtener la acreditación cómo docentes”, añade.

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