Una de cada cuatro personas (un 26,5%) en España se encontró en una situación de riesgo de pobreza o exclusión social a lo largo de 2023, según los datos publicados por Eurostat. Muchos hogares españoles no logran mantener el ritmo de crecimiento del PIB ni se benefician del récord de empleo, que alcanzó los 21 millones de ocupados en mayo. Nuestro país, de hecho, ya se sitúa como el de mayor riesgo en toda la zona euro, como muestran los nuevos datos del indicador Arope, que utilizan la Comisión Europea y el Eurostat. Por vez primera desde que se elabora este indicador, España supera a Grecia y se convierte en líder europeo en riesgo de exclusión y pobreza.
Liderar en crecimiento económico no basta a España para reducir los niveles de pobreza estructural. Hay varias causas que explican este contraste, y una de las más relevantes es la precariedad laboral. El empleo crece y alcanza los 21 millones de ocupados, pero se trata de un empleo muy extendido en sectores de bajo valor añadido, como la hostelería, el comercio o el transporte. En estas actividades priman la precariedad y la explotación laboral, así como una baja retribución. Actualmente, un 16% de los trabajadores presentan problemas económicos, lejos del 11% de la media en la eurozona. El crecimiento en empleo, por tanto, es más cuantitativo que cualitativo.
Riesgo de pobreza por grupos sociales
De los parados en España, un 63% están actualmente en riesgo de pobreza y exclusión. En cuanto a los incorporados al mercado laboral, un 50% de los contratados en 2023 fueron extranjeros, muchos de ellos mano de obra barata para los sectores de bajo valor añadido. Estos extranjeros a menudo ocupan los puestos de trabajo que rechazan los trabajadores nacionales, y un 50% de ellos se encuentra actualmente en situación de riesgo.
Otro grupo que sufre esta situación son los adultos jóvenes, de entre 18 y 24 años, de los cuales un 26,1% se encuentra en esta circunstancia. El índice más bajo se registró entre los adultos de entre 25 y 49 años (19,7 %). El problema era del 19,8% para las personas de 65 o más años y del 20,9 % entre la población de 50 a 64 años. En cuanto a los menores de edad, uno de cada tres (34,5) sufre riesgo de pobreza: las becas para acceder al comedor escolar se han duplicado en una década.
No solo sufre esta situación la gente con un menor nivel de estudios. De los trabajadores con estudios superiores, un 13% tuvo esta problemática en 2023, lo que representó el tercer peor dato de toda la eurozona. Esto evidencia la realidad de muchos españoles: muchas carreras académicas y profesionales no conducen directamente al empleo.
Crisis inflacionista
La crisis inflacionista también es un factor clave para entender esta situación en los hogares españoles. Si bien es cierto que no se trata de una crisis exclusiva de España, sus estragos han causado una pérdida evidente de poder adquisitivo y de capacidad de ahorro en los bolsillos de las familias. La escalada de precios derivada de la crisis energética provocó que el número de personas que no pueden mantener su vivienda a una temperatura adecuada pasara de un 8% en 2019 a un 21% en 2023.
Otra consecuencia de la crisis inflacionista es el exacerbado precio de la vivienda. Durante el primer trimestre del año, se registró una subida del 6,3% interanual en el precio de compra de los inmuebles. El 20% de los hogares con hipotecas sufrió esta situación en 2023, lo que supone el peor dato desde 2016. Además, el precio de los alquileres registró su máximo histórico en mayo, encareciéndose un 13,4% en un año, hasta establecerse en 13,2 euros por metro cuadrado.
¿Crecimiento extensivo o intensivo?
Pese a que los datos macroeconómicos de crecimiento y empleo sean positivos, no siempre implican una mejora en la calidad de vida de los residentes. Los datos de pobreza publicados por Eurostat revelan una realidad preocupante: el crecimiento económico no está traduciéndose en una mejora significativa en la calidad de vida de gran parte de la población. La principal problemática, a nivel macroeconómico, es que España está centrada en un crecimiento extensivo, impulsado principalmente por la incorporación de mano de obra extranjera, pero que carece de crecimiento intensivo debido a la ausencia de suficiente inversión y producción.
El crecimiento extensivo contribuye al aumento del PIB mediante la incorporación de más trabajadores al mercado laboral. Sin embargo, este tipo de crecimiento no garantiza que haya una mejora en las condiciones de vida, ya que puede no estar acompañado de aumentos en la productividad, mejores salarios o mayor estabilidad laboral. Esta situación puede conducir a una economía que crece en tamaño, pero no necesariamente en calidad.