El calendario de la casa real española guarda consigo dos días que marcaron un antes y un después en la historia de la corona. Fue el 2 de junio de 2014 cuando el rey Emérito Juan Carlos I tomó la decisión de poner fin a sus casi cuatro décadas de reinado y dejar el trono a su hijo, el actual monarca Felipe VI. Las polémicas que por entonces marcaban la vida del esposo de la reina Sofía le obligaron a abdicar en favor de su heredero. Así, 16 días después de anunciar su decisión, se celebró una ceremonia solemne por su abdicación y, al día siguiente, se proclamó al marido de la reina Letizia soberano de España.
Han pasado diez años desde aquel 18 de junio en el que el abuelo de la princesa Leonor puso punto y final a sus 39 años y 209 días de reinado con una mano en el corazón y rodeado de su familia. La salida de la corona del entonces monarca sorprendió a la población española, puesto que él siempre había defendido que “los reyes se mueren, no abdican”. Sin embargo, fue una determinación muy meditada y en la que llevaba tiempo trabajando en secreto.
Entonces tenía 76 años, y creía que su hijo había alcanzado ya “la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado. “Hoy, merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías. Decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”, aseguró el hijo del Conde de Barcelona poco antes de firmar y hacer efectiva su abdicación.
La vida del rey Emérito Juan Carlos I ha cambiado mucho en este tiempo, en el que ha estado alejado de la vida pública y refugiado en los Emiratos Árabes, donde comparte su día a día con su nieto, Felipe Froilán. Pero, ¿cuáles fueron las polémicas que marcaron el fin de su reinado? Sus problemas judiciales y reputacionales y su relación extramatrimonial.
Botsuana, el principio del fin
El punto de inflexión se produjo en abril de 2012, cuando realizó un viaje secreto a Botsuana, donde estuvo cazando elefantes. Pero no estaba solo, se encontraba acompañado de su examante Corinna Larsen. Desafortunadamente, lo que iba a ser una escapada de ensueño terminó convirtiéndose en su peor pesadilla. La noche de 12 al 13, tropezó en la habitación que se le había habilitado en el campamento, se cayó y se rompió la cadera, quedando en un estado grave.
Debido a su delicado estado de salud, Juan Carlos I debía volver a España lo antes posible, algo que no estaba pronosticado y que obligó a su equipo de seguridad a improvisar su regreso con un nombre falso. El escándalo fue tal que no hubo otra opción que filtrar todo lo que había pasado en África, confirmando de esta manera su agitada vida amorosa al margen de su matrimonio.
“Lo siento. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”, fueron las primeras palabras que pronunció el monarca nada más salir del hospital. Sin embargo, dos meses después se conoció que el rey había donado a Corinna Larsen 65 millones de euros de una fortuna oculta que tenía en Suiza, una desorbitada cantidad de dinero que había logrado obtener con testaferros y cuentas opacas. Una polémica más que se sumaba a su mayúsculo escándalo y que ponía en entredicho, una vez más, la figura de la monarquía española.
El rey se encontraba contra las cuerdas. A sus problemas reputacionales también se sumaba el caso Nóos, que ponía el foco en su hija, la infanta Cristina, y su exmarido, Iñaki Urdangarin. Con este panorama, llegó la Pascua Militar del 6 de enero de 2014, que marcó otro punto de inflexión en la vida del monarca, pues fue incapaz de leer el discurso de seis minutos en el acto, debido a que se encontraba sumamente cansado de su viaje exprés a Londres, donde celebró su cumpleaños junto a su examante.
Sin duda, la estocada final a su reputación, aunque fue ya después de abdicar, tuvo lugar en 2018, cuando el comisario Villarejo sacó a la luz algunas grabaciones de la examante del rey. Desde entonces, todo fue cuesta abajo hasta que, en junio de 2019, Juan Carlos I tomó la decisión de retirarse de la vida pública. Un año después se trasladó a Abu Dabi, donde vive actualmente, aunque realiza pequeños viajes a España, sobre todo para formar parte de las regatas de Sanxenxo, en Galicia.