Las temperaturas globales, las emisiones de gases de efecto invernadero y el nivel medio del mar están en aumento. Por su parte, los fenómenos meteorológicos como sequías y tormentas alcanzan niveles históricos. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) califica el cambio climático como una emergencia global. Del mismo modo, la organización ecologista Greenpeace advierte que, si la situación no mejora, la temperatura podría aumentar hasta 4,8 °C para finales del siglo XXI, con consecuencias devastadoras tanto para el planeta como para la salud humana.
En este contexto, un estudio reciente elaborado por Too Good To Go y por ISIC (Carné Internacional de Estudiantes) ha revelado que los jóvenes de entre 18 y 25 años sienten grandes preocupaciones sobre esta problemática. Así, en su plan de acción, señalan la reducción del desperdicio de alimentos como una posible medida para paliar esta lacra. “La realidad de los más jóvenes es esencial para entender el problema del desperdicio de alimentos y poder dar con soluciones a esta lacra mundial”, sentencia afirma Marie Lindström, directora de Too Good To Go en España.
La preocupación de los jóvenes frente al cambio climático
1.700 estudiantes participaron en el informe de Too Good To Go e ISIC. De ellos, más del 60% viven vive con preocupación el futuro del planeta y la sostenibilidad. En este sentido, abordar el desperdicio de alimentos es señalado por los jóvenes como una cuestión fundamental. Tanto es así, que 4 de cada 5 considera clave afrontar este reto para garantizar un futuro más verde.
Y es que, cuando se tira comida, se desperdician todos los recursos naturales empleados para su producción. Se malgasta el 24% del agua empleada para producir alimentos, mientras que el 30% de la tierra cultivada se destina a productos que nunca se consumirán. Además, esta problemática representa hasta el 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.
Las otras preocupaciones de la generación Z
Además de por causas relacionadas con el medio ambiente, la creciente concienciación sobre el desperdicio de alimentos se ha visto motivada por la subida del precio de los alimentos. De esta forma, la inflación ha tenido un impacto significativo en el presupuesto de los estudiantes, ya que más del 80% asegura no tener el dinero suficiente para poder comer bien a final del mes, según los datos de la encuesta.
Ante esta situación, los jóvenes buscan alternativas para cubrir sus necesidades básicas. Entre ella, más del 95% asegura haber cambiado sus hábitos de consumo de alimentos y, más de la mitad de ellos, asegura prestar una mayor atención para evitar el desperdicio de alimentos.
Por tanto, las generaciones jóvenes reconocen la necesidad de adoptar un enfoque responsable para preservar el medio ambiente y también cuidar su bolsillo. Así, sus esfuerzos están presentes y más del 50% asegura tirar menos del 5% de la comida que compran.
Esta tendencia a cuidar tanto el medio ambiente como la economía personal se ve reforzada por ciertos hábitos de compra, ya que un 68% se fija más en las promociones y descuentos, mientras que un 54% ha reducido la calidad de los alimentos que compra y un 35 % ha disminuido la cantidad de comida.