El hasta ahora gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. (Europa Press) El Banco de España publica este martes sus ‘Previsiones macroeconómicas e informe trimestral de la economía española’. De acuerdo con el documento, el organismo que hasta el pasado lunes gobernaba Pablo Hernández de Cos ha situado en el 2,3% la previsión de crecimiento del PIB nacional de cara a 2024. Indican que el dato de crecimiento del PIB ha mostrado un “crecimiento robusto” en el primer trimestre del año, por lo que se ha revisado a la alza.
Desde la entidad señalan que la demanda externa neta contribuyó significativamente al crecimiento durante el primer trimestre. Además, esperan que la demanda interna, especialmente en el ámbito del consumo privado, sea el principal soporte de crecimiento en los próximos trimestres. No obstante, concluyen que estos factores que están impulsando la economía española por encima de lo esperado son temporales, y mantienen sus dudas de cara a 2025 y 2026. Se proyecta que el crecimiento del PIB se desacelerará a lo largo del horizonte de proyección, situándose en 1,9% para 2025 y en 1,7% para 2026.
En cuanto a la inflación, el dato repuntó en mayo hasta el 3,6%, debido principalmente a la aceleración del componente energético y a la menor bajada de los precios de los carburantes. Además, consideran que la desaceleración de la inflación subyacente y de alimentos está siendo menos intensa de lo esperado, reduciéndose desde el 3,2% en enero hasta el 2,7% en abril. De cara al futuro, el Banco de España prevé que la inflación general disminuya progresivamente, de un 3% en 2024 hasta un 1,8% en 2026. La inflación subyacente también se desacelerará gradualmente, pasando del 4,1% en 2023 al 1,9% en 2026.
No obstante, habrá altibajos, como la reversión de la rebaja del IVA de los alimentos en julio de 2024, que ejercerá presión al alza sobre estos precios. La inflación subyacente descenderá del 4,1% en 2023 al 2,6% en 2024 y se estabilizará cerca del 2% en 2025 y 2026, impulsada por la estabilización de los precios industriales y la desaceleración de la inflación en los servicios, causada por una moderación de los costes laborales y una mejora en la productividad.
Como resultado de estas dinámicas, la inflación general seguirá una tendencia descendente, disminuyendo del 3,4% en 2023 al 3% en 2024, el 2% en 2025 y el 1,8% en 2026. Esta desaceleración estará influenciada por la moderación en los precios de los alimentos, el componente subyacente y la energía. Aunque los precios de la energía contribuirán al aumento de la inflación en 2024, se espera que su impacto sea nulo en 2025 e incluso negativo en 2026.
El turismo se mantiene como el motor de la economía española. Así se destaca en el reciente ejercicio de proyecciones macroeconómicas publicado este martes por el supervisor bancario. El significativo incremento del turismo extranjero en el primer trimestre y de otros servicios exportados —en el que la economía española creció un 0,7% en lugar del 0,4% estimado inicialmente por el supervisor— sorprendió al Banco de España, que se ha visto forzado a revisar sus previsiones al alza.
En cuanto a la inflación de los precios de los alimentos, desde la entidad calculan que el precio de los productos de la cesta de la compra se incremente en un 4,5%, tras haberse disparado un 11,1% el pasado año. Para el 2025 y el 2026, estiman que el precio de estos bienes de consumo suban otro 2,5%, alejándose de las tendencias inflacionistas agravadas por la guerra de Ucrania y el alza de los precios energéticos.
“Esta evolución resulta coherente, entre otros aspectos, con las cotizaciones que se observan en los mercados de futuros para distintas materias primas alimenticias y con la marcada desaceleración que vienen mostrando en los últimos meses los precios de los alimentos en las etapas iniciales del proceso productivo”, señaló la entidad en su informe.
Las previsiones del Banco de España contemplan varias incertidumbres de cara al futuro. En primer lugar, persisten las dudas acerca del ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa Next Generation EU (NGEU), así como su impacto en la inversión privada y la actividad económica. Aunque se espera que el gasto asociado a estos fondos aumente en 2024 y se estabilice al 1% del PIB, su ejecución efectiva y el despliegue de proyectos son factores cruciales que podrían influir en el dinamismo económico. De las empresas encuestadas por el Banco de España, un 79% no llegaron a solicitar inversión de los fondos europeos.
Las proyecciones no contemplan aún una senda de ajuste presupuestario en torno al nuevo marco europeo de reglas fiscales, que entrará en vigor en 2025. Implementar este ajuste podría resultar en un menor dinamismo en la economía, en comparación con las previsiones actuales. Además, se deben considerar recientes sentencias judiciales que generan nuevas obligaciones de gasto y, eventualmente, ajustar el marco fiscal a mediano plazo.
Además, la posibilidad de una escalada en las tensiones geopolíticas, como los conflictos bélicos en Ucrania y la Franja de Gaza, o tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, representan riesgos significativos. Estos eventos podrían afectar negativamente la actividad económica y ejercer presiones inflacionistas adicionales. Además, el sector inmobiliario chino y las expectativas sobre la política monetaria global también son fuentes de potenciales turbaciones económicas y financieras a corto y mediano plazo.
Desde el Gobierno de España consideran estos resultados positivos. Señalan que, con el informe trimestral, “el Banco de España se une a los organismos nacionales e internacionales que en las últimas semanas están mejorando sus estimaciones sobre la evolución esperada de la economía española”. Apuntan a dos principales vectores para este crecimiento, siendo el primero el dinamismo del mercado laboral; y el segundo el buen comportamiento del consumo de los hogares gracias a las mejoras en su situación laboral y financiera.