Ha sido una joven talento del mundo de la natación, una alumna modelo cuyas notas bajan al juntarse con el malote de la clase y otra estudiante obsesionada con proyectar una gran imagen para estar a la altura de los demás. Adri, Marta, Caye... una serie de personajes marcados por la presión, las altas expectativas, talentos que se convierten en castigos y unas relaciones paternofiliales de lo más complicadas. A todos ellos los ha dado vida Georgina Amorós (Barcelona, 1998), una actriz que, si bien se dio a conocer por ese último papel, el de Élite, lleva en el mundo del espectáculo desde bien niña, y tras tanto tiempo interpretando a jóvenes prodigio, está lista para dar un salto a una nueva etapa. Con el mismo talento, pero con algo menos de presión sobre sus hombros.
Esa que una vez fue niña, adolescente y joven ahora presenta Segunda muerte, la nueva producción de Movistar+, en la que debuta como gran protagonista de una serie y además por todo lo alto, con un personaje adulto, maduro, con responsabilidades familiares y laborales. Amorós da vida a Sandra Ortiz, una mujer que iba para prodigio del cuerpo de policía, pero a la que una serie de circunstancias le llevaron a tomar otro camino en la vida. Circunstancias que le hicieron regresar a su pueblo natal de Liérganes (Cantabria) para vivir con su padre (Karra Elejalde), una vieja gloria de la UCO (Unidad Central Operativa) que comienza a dar signos de demencia senil, cuidar de su pequeño hijo y esperar a la inminente salida de su pareja (Joel Bosqued) de la cárcel. Con todo ello encima, Sandra descubre el cadáver de una de las vecinas del pueblo, y con él desata una gran investigación en la que terminará involucrada, aunque al principio se muestre reticente.
Sobre su salto desde Élite a esta nueva serie, la presión de los padres sobre los hijos y la autoinflingida por uno mismo, los misterios del paisaje cántabro y lo mucho que ha cambiado en estos años, hablamos con la misma Georgina Amorós, quien atiende a Infobae España engalanada con un precioso vestido después de una ajetreada mañana de photocalls y entrevistas. Esta es la última, y aunque muestra ciertos signos de cansancio, se pone cómoda y coge algo de fuerzas para hablar. Después de todo, que haya dejado atrás los papeles de adolescente no significa que no siga teniendo la misma energía para hablar con entusiasmo de aquello que le apasiona.
Pregunta. Este es tu primer papel ya como persona adulta y además como madre, ¿qué te interesaba del personaje y del proyecto?
Respuesta. Precisamente eso, que me pareció un papel que era diferente. A veces nos preguntáis qué papeles escoger, y bueno, no siempre se tiene la fortuna de poder elegir, ojalá. Pero cuando tengo la suerte de poder escoger, me gusta fijarme en personajes que me emocionen y que sean distintos a lo que haya podido hacer antes. Y en este caso era algo a lo que no me había enfrentado nunca, era un reto y a mí los retos me ponen, porque si no me aburro y siento que así también aprendo cosas nuevas.
Me ha costado darme cuenta de que si no corres o das codazos no llegas a ningún lado, que el éxito de los demás no es mi fracaso
Además, el hecho de ser madre, un personaje más maduro, una tía que es súper inteligente, que tiene muchísimas capas, meterme en su cabeza y entender cómo se estructura esa mente tan matemática, con esta memoria fotográfica, con este talento que es un don pero a la vez también una cruz, porque al final es una carga para ella que no quiere... me parecía que había muchísimo material con el que trabajar. Luego también estaba lo de trabajar con Karra Elejalde, que era algo que me me apetecía muchísimo.
P. Desde tu primer trabajo con Adri (Estibaliz Urresola, 2014) a esta Sandra con su memoria fotográfica y talento desaprovechado, pasando por la estudiante modelo de Es por tu bien o la Cayetana de Élite, que tenía que darlo todo para mantenerse al nivel del resto de compañeros, da la sensación de que todos tus personajes están marcados por una gran presión y altas expectativas. ¿Sientes que es algo que tienes interiorizado de todos tus personajes y que has vivido en tu propia piel?
R. Te has hecho los deberes, ¿eh? (Ríe). Bueno, sí, es cierto que el empezar a trabajar cuando eres tan joven te coloca desde muy pequeña en un lugar muy concreto. Es como que se te enseña a relacionarte con el oficio desde un lugar en el que si tú no corres o no das codazos, parece que no vas a llegar a ningún lado. Y me ha costado deshacerme de esa idea y darme cuenta de que el éxito de los demás no es mi fracaso. Que no porque otro esté trabajando más o haciendo unos personajes determinados me resta a mí como actriz. Y es algo con lo que lucho todavía hoy en día cuando no me dan un papel o cuando no me salen los proyectos que quiero, como decirme a mí misma que no tiene nada que ver con mi talento, que está bien, que tiene que ver con mil factores, ¿sabes?
Otra de las cosas que me parece interesante de Sandra es que ella representa justamente eso, que cuando se te da bien algo, la sociedad te empuja siempre a capitalizarlo, a estudiar eso, a dedicarte a ello, a sacar pasta. Y eso no necesariamente tiene que ser lo que a ti te hace feliz. Creo que muchas veces nos plantan con 18 años en un lugar en el que tienes que decidir ya lo que quieres hacer el resto de tu vida. Con 18 años eres muy pequeño, no has podido ver más cosas. Es imposible que sepas exactamente lo que quieres hacer. Entonces creo que mucha gente se deja llevar y de repente se planta en medio de una carrera que no le gusta, pero se ve como un fracaso el tirarte para atrás, cuando a mí lo que me parece es un éxito. El decir “ah no, espera, que me he dado cuenta de que no quiero hacer esto”, en vez de dejarte llevar por lo que se supone que tienes que hacer, es algo que también mostraba mucha madurez del personaje.
Quiero trabajar con equipos y directores donde la creatividad esté por encima de todo y que no se vaya a hacer algo “porque es lo que funciona”
P. Todo esto sucede además en un ambiente muy diferente a lo que la mayoría de los espectadores están acostumbrados a ver, el valle del Pas. Háblanos un poco de la experiencia de rodar en un lugar tan bello como aparentemente inhóspito.
R. Para mí fue toda una experiencia, que yo creo que me ayudó mucho como persona, pero también a meterme en el personaje y en el mood de la serie. Estuve cuatro meses rodando ahí todos los días, entonces casi no volví a Madrid durante ese tiempo, estaba sola y completamente sumergida en el proyecto y en el personaje. Y de repente nos íbamos dos semanas a grabar en unas cabañas pasiegas en la nada, en medio de unos valles inmensos, majestuosos, pero muy aislados. Y es algo que también suma mucho a la serie, porque de repente los paisajes se convierten en un personaje más y te dan paz, pero al mismo tiempo también te pueden dar miedo. Tiene las dos caras. O sea, yo creo que precisamente esa inmensidad tiene una cosa bellísima, pero que se te puede volver en contra. Por otro lado, yo agradezco mucho también cambiar de escenarios, irte a sitios que sean diferentes, que no sea todo Madrid, que es algo que como espectadora también aprecio.
P. Aunque parezca mentira, no es fácil encontrar en cine y series algo diferente y original, como tú mencionas. Da la sensación de que muchas producciones son muy parecidas o están hechas con una misma plantilla. ¿En qué encuentras tú como espectadora y como actriz algo o alguien que te inspire y mueva?
R. Pues hay mucha gente. Mira, por ejemplo, hay una directora y guionista francesa que me encanta, Céline Sciamma. A mí me flipa porque todo lo que escribe me parece sencillo y emocionante a la vez. O sea, Petit maman es de mis pelis favoritas, por lo simple que es dentro de todo lo que habla. Me emocionó, pero te juro que me emocionó muchísimo porque es que no necesitas más. Y para mí el cine también es eso, que con poco se pueda emocionar. Ahora está más de moda, pero ya me gustaba de antes Yorgos Lanthimos, por decirte directores con los que creo que también disfrutaría trabajando.
Como actriz, me apetece trabajar con equipos y directores donde la creatividad esté por encima de todo y que no se vaya a hacer algo “porque es lo que funciona”. Que haya espacio para lo creativo, para la improvisación, para lo inesperado. Es algo que he trabajado con Marta Pazos en el pasado, que es una directora de teatro cuyos procesos de ensayo son pasarte dos meses improvisando sin parar y te trata no solo como un intérprete, sino como un creador. Y que te den esas alas hace que te vincules muchísimo más con el proyecto y que hagas cosas muchísimo más diferentes de lo que hayas hecho. Es algo a lo que aspiro, a trabajar con gente que me inspire de esa forma.
P. Hace unos años te tuviste que quitar la cuenta de Twitter porque contabas que no podías aguantar los comentarios de odio y acoso a causa de tu personaje en Élite. Hoy, sin embargo, eres toda una celebridad en Instagram, y utilizas tu imagen pública también para defender causas que van más allá de una serie o una marca. ¿Qué has aprendido en estos años y cómo ha cambiado tu percepción?
R. Pues que ni todo lo bueno es cierto ni todo lo malo es cierto. Entonces he aprendido a relativizar, que también te pilla en un lugar diferente con 21 años todo lo que puedas leer, porque te afecta más y yo creo que también a medida que he ido creciendo, pues estoy más segura. Es como un paralelismo con la vida misma. Cuando vas teniendo más edad y más experiencia, también estás más segura de lo que tú eres, y por lo tanto te influye menos lo que la gente piense de ti.
P. Además, vosotros (los actores de Élite) teníais un hándicap, y es que de alguna manera erais la primera generación de jóvenes que se hacían mayores al tiempo que famosos en plena ebullición de las redes sociales.
Es que si lo pienso... fue todo en un santiamén. Fue un cambio de la noche a la mañana, y éramos muy jóvenes, en una edad en la que todavía estás intentando averiguar quién eres y qué te gusta y qué tienes que aportar. Entonces, de repente, que tanta gente se ponga a opinar sobre lo que tú eres, te tambalea porque te crea muchas inseguridades. Y ahora, pues estoy en otro lugar en el que ya no miro ni los buenos ni los malos comentarios. Estoy contenta con lo que soy, me siento más madura, tengo muy claro lo que quiero, y entonces todo esto me afecta menos.