‘Hit Man. Asesino por casualidad’: Richard Linklater y el noble arte de cambiar sin dejar de ser tú mismo

El director de ‘Boyhood’ y ‘Todos queremos algo’ plantea un gran dilema moral en su intrincada historia de un hombre que se hace pasar por sicario para ayudar a la policía

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Imagen del rodaje de 'Hit
Imagen del rodaje de 'Hit Man. Asesino por casualidad'

Somos muy raros, tío. Somos diferentes. Y la cosa es que... ¿sabes cuál es? La cosa es que no podemos evitarlo. Acepta a tu yo rarito, tío. ¡Sé rarito, joder!” Adivinar sobre qué estaban hablando Jake (Blake Jenner) y Willoughby (Wyatt Russell) en esta conversación de Todos queremos algo resulta tan complicado como resumir el cine de Richard Linklater. En este caso tan solo estaban discutiendo el hecho de ser pitcher en un equipo de béisbol universitario, pero podría ser de música, de historia, de sexo o de cine. En el cine de Linklater todo cambia, todo muta sin acabar de perder su esencia, hasta el punto de que en su última película se sigue hablando de todo eso, pero también de sicarios. O mejor, dicho, de hacerse pasar por uno.

Con Hit Man. Asesino por casualidad, el director de Houston (Texas) se ha propuesto hacer de una forma algo diferente lo que lleva haciendo a lo largo de su carrera desde que debutase con Woodshock en 1985, que no es otra que pasárselo bien. Tras nacer en el indie norteamericano y darle un nombre en los 90, el director se ha caracterizado por ir transitando por distintas etapas a lo largo de su filmografía, no necesariamente de una manera lineal, sino dando saltos y volviendo sobre sus pasos: del underground inicial con Slacker a la comedia romántica de la aclamada trilogía Antes de..., pasando por la experimental animación rotoscópica de Waking Life y A Scanner Darkly o por experimentos no más convencionales entre lo real y el falso documental como Boyhood y Bernie. El punto de partida de Hit Man podría remitir a esta última más que ninguna otra, por estar inspirada en una pequeña pero rocambolesca historia real de un tal Gary Johnson. Pero va mucho más allá.

El tal Johnson real era un hombre que colaboró durante años para la policía de Louisiana haciéndose pasar por sicario para pillar in fraganti a los potenciales contratantes y de paso evitar un homicidio. En la ficción, Linklater usa el personaje de Johnson (interpretado por Glen Powell, quien coescribió el guion junto al directror) como excusa para plantear una película de muchos géneros entremezclados -true crime, parodia, screwball comedy o incluso judicial- con la comedia como predominante y sin perder de vista la idea en torno a la que gravita todo el filme: ¿puede una persona llegar a cambiar? Y lo que es más importante, ¿puede hacerlo sin por ello dejar de ser ella misma?

Richard Linklater junto a Glenn
Richard Linklater junto a Glenn Powell durante el rodaje de 'Hit Man. Asesino por casualidad'

Aunque parta de una historia real, a Linklater no le interesa lo más mínimo poner en contexto a su protagonista: un apocado profesor de filosofía de universidad que pasa las tardes colaborando con la policía local. Primero como técnico en los casos de videovigilancia y más tarde como agente de campo por casualidades del destino, a Gary comienza a apasionarle más las identidades que puede construir y desarrollar con cada potencial arresto que su aparentemente monótona vida real. Lo verdaderamente interesante es ver cómo la personalidad de Gary comienza a cambiar por el mero hecho de creer que puede hacerlo, especialmente cuando se convierte en Ron, un “apuesto” y “fornido” sicario que se deja seducir por Madison (Adria Arjona), una mujer que busca recuperar su libertad asesinando a su marido y se acaba enamorando del sicario que la disuade. No de Gary, claro.

‘Fake it ‘till you make it’ y el Linklater más cínico

Nótese la ironía de los adjetivos utilizados para referir a Ron porque no deja de ser el mismo actor -Glen Powell volviendo a derrochar el carisma con el que se le descubrió precisamente en Todos queremos algo- con la misma planta, los mismos músculos y la misma sonrisa, si acaso un pelo algo distinto. Podría parecer ridículo pensar que no son el mismo tío, pero la gente tampoco veía en Clark Kent a Superman y hasta Henry Fonda parecía un pringado al lado de Barbara Stanwyck en Las tres noches de Eva, clásico de la screwball comedy y sin duda referente para Linklater.

La idea de Hit Man no es del todo nueva ni pretende serlo, pues no deja de derivar del Fake it till you make it, aforismo en inglés referido a imitar una actitud optimista y competente hasta convertirse realmente en esa persona, y que ha estado presente a lo largo de la carrera de Linklater aunque no nos diéramos cuenta. Conocido y autodefinido como un mero “observador de la naturaleza”, lo cierto es que por cada Boyhood rodada durante años, hay también películas llenas de personajes dispuestos a despojarse de su identidad con tal de conseguir su propósito, aunque este sea simplemente echar un polvo como sucede con los jóvenes de Todos queremos algo.

Glen Powell y Adria Arjona
Glen Powell y Adria Arjona en 'Hit Man'

Hay quien puede pensar y pensará que con Hit Man Linklater se ha contradicho y traicionado a sí mismo, que se ha vuelto algo más cínico y lejano al humanismo de sus anteriores trabajos. Pero lo cierto es que esa vena más negra siempre estuvo ahí, y simplemente ha ido cambiando con los años hasta recuperarla. En Suburbia, por ejemplo, mostraba un espíritu de lo más nihilista y acorde al de la Generación X que reinaba en aquella época con los Douglas Copland y los Bret Easton Ellis. Dentro de 50 años todos estaremos muertos y habrá gente nueva aquí, bebiendo cerveza, comiendo pizza, quejándose del precio de las Oreo y no tendrán ni idea de que estuvimos aquí”, se podía escuchar de uno de sus personajes en una de esas interminables conversaciones en mitad de la noche que terminan siendo trascendentes sin pretenderlo.

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En definitiva, con Hit Man Linklater vuelve a demostrar por qué en todas sus películas siempre parece que todo el mundo está viviendo el mejor momento de sus vidas. Porque vive y deja vivir, y antes que morir con sus ideas prefiera vivir con sus decisiones, sean estas más contradictorias o cambiantes con el transcurso del tiempo. Para ello no hay más que ver el siguiente proyecto que está preparando, una adaptación del musical de Stephen Sondheim Merrily We Roll Along, que transcurre durante 20 años y que es el mismo tiempo que pretende invertir rodando, aunque ello le vaya a llevar ser prácticamente un anciano al concluirla. “Me veo haciendo cine hasta los 94″, afirma contundente en entrevistas. Y no sabemos qué nuevo Linklater nos encontraremos para entonces, pero sí que el que sea, como dice el protagonista de Hit Man de las tartas, será uno muy bueno.

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