Uno de cada tres adolescentes hace un uso problemático de Internet y las redes sociales, generalmente a través de un móvil que recibe de media entre los 10 y 11 años, lo que acompañado de una escasa supervisión, impacta en su desarrollo académico, en sus relaciones y en su salud. Esta fue una de las principales conclusiones de un amplio estudio publicado por Unicef en 2022 que contó con la participación de 50.000 estudiantes de la ESO y que también arrojó otros datos preocupantes como que más del 40% aseguró haber recibido mensajes de contenido sexual. De hecho, el número de jóvenes que son adictos a las pantallas ha crecido significativamente en la última década.
Con el objetivo de atajar el problema, el Gobierno ha aprobado este martes un anteproyecto de ley para la protección de los menores en entornos digitales, un ambicioso plan que obliga a los fabricantes de dispositivos digitales a incorporar sistemas de control digital parental para que puedan ser activados por los padres o tutores, de forma que sean los adultos quienes decidan qué aplicaciones, servicios y contenidos restringen a los menores. Los productos como móviles, tabletas, ordenadores y televisiones inteligentes también deberán incluir una advertencia sobre los riesgos de su uso inadecuado.
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La ley, impulsada por el Ministerio de Juventud e Infancia y en la que han intervenido otros departamentos, contempla, además, el desarrollo de medidas para la alfabetización digital y mediática en el ámbito educativo, así como la incorporación a los programas médicos de desarrollo infantil de métodos que valoren si existen riesgos, adicción o un uso problemático de los dispositivos digitales.
La futura norma también eleva de los 14 a los 16 años la edad para prestar consentimiento para el tratamiento de datos personales, por lo que también son los 16 años la edad mínima para abrir una cuenta en redes sociales. Si un menor tiene menos años, debe contar con el consentimiento de sus padres o tutores legales.
Desde el Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones no Tóxicas, el primero de estas características que se creó en España, valoran positivamente la norma, pero advierten de que los adultos, padres y madres, también necesitan información al respecto, “ser formados”. “No se trata solamente de que la ley restrinja páginas dependiendo de la edad o que haya un control parental porque, aunque son medidas adecuadas, los padres tienen que conocer y aprender [a manejar] esas herramientas”, explica Consuelo Tomás, directora de este centro. “Eso es algo que la ley también tendría que controlar, es decir, debería haber talleres para que los padres sepan cómo utilizar esas tecnologías y cómo sus hijos las usan para así poder ayudarles mejor”.
La prevención es “clave”
La experta también destaca la importancia de la prevención, que empieza por los propios adultos, por ser conscientes de lo que transmiten a hijos e hijas, porque “tampoco sirve de nada un control parental si ellos mismos están todo el día pendientes del móvil”. Para reducir el uso de las pantallas y evitar una adicción, Tomás considera fundamental fomentar actividades al aire libre para que niños, niñas y adolescentes puedan socializar y realizar ejercicio físico, pues “más que restringir, lo importante es consensuar con ellos”, añade.
Tomás recuerda que no solo es importante la cantidad de tiempo que los menores de edad pasan frente a los dispositivos, sino el tipo de contenido al que acceden, porque en muchas ocasiones no es adecuado para su edad. De hecho, según el estudio de Unicef, que lleva por título el Impacto de la Tecnología en la Adolescencia. Relaciones, Riesgos y Oportunidades, aunque la gran mayoría de los jóvenes consultados, el 96,8%, reconocieron que la red les puede hacer sentir alegría, relajación (81,6%) o diversión (78,9%), también identificaron el ciberacoso, la sextorsión o el acceso a contenidos inadecuados como los principales peligros que presenta la tecnología.
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Desde la organización Save the Children también consideran positiva la futura ley del Gobierno al abordar cuestiones relativas a la verificación de la edad y el control parental, si bien abogan porque ese último sistema “no se aplique sin más, sino que su utilización sirva como punto de partida para una conversación en la familia sobre límites y contenidos”, señala el director Andrés Conde en un comunicado, al tiempo que recomienda que se informe a los menores de edad sobre los mismos. “Las medidas de control en sí mismas no generarán usuarios responsables”, afirma.
Consecuencias de un uso excesivo de las pantallas
El uso problemático de Internet y las redes afecta al día a día tanto de niños, niñas y adolescentes como de sus familias. Impacta en su salud mental y en la convivencia, ya que al haber poca comunicación “se aíslan”, indica Tomás, que también recuerda que utilizar el teléfono móvil antes de ir a dormir está aumentando los problemas de sueño. A veces, incluso, añade la experta, el problema ya no es tanto el tiempo que los menores están frente a las pantallas, sino cuando “no pueden estar conectados, pues empiezan a estar irritables, ansiosos, pensando qué es lo que está sucediendo dentro de una determinada red social o de un videojuego”.
Otros expertos advierten de que el abuso de las pantallas también puede impedir que los menores de edad aprendan habilidades sociales imprescindibles para su desarrollo, por lo que en un futuro les puede generar inseguridades.