La transformación hacia procesos productivos más sostenibles para frenar el cambio climático está dando lugar a alteraciones en el empleo mediante la creación de nuevos puestos de trabajo y ajustes en los sectores más contaminantes. No es posible estimar si esta transición verde (coetánea de la digital) terminará arrojando un saldo positivo o negativo sobre el número de trabajos, pero algunos estudios calculan ya qué ocupaciones específicas serán las más afectadas en España y en qué consistirá el impacto.
Todo apunta a dos tipos de ajustes mayoritarios: reconversión de puestos con nuevas tareas y migración a otros sectores ante la desaparición de unas ocupaciones y el surgimiento de otras. Esto implica cambios de empresas, profesiones y regiones que no están exentos de riesgos para los trabajadores involucrados. La memoria anual del Consejo Económico y Social (CES) de 2023 publicada este jueves hace una estimación de los impactos derivados del cambio climático y de la transición ecológica en España. Algunos ya son visibles y otros solamente están previstos.
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Los ya materializados son, fundamentalmente, el crecimiento del peso del empleo verde en la última década tanto en España como en la UE y una caída del empleo marrón -aquel que genera emisiones mayores a la media de la economía-, aunque los efectos agregados son todavía “limitados”. Según calcula el informe, aprobado por 60 consejeros de sindicatos, patronales, asociaciones sectoriales y economistas independientes, en 2023 había en España una media de 941.181 empleos marrones y 405.180 verdes, por lo que los ubicados en sectores más expuestos a los ajustes derivados de la transición verde son más del doble.
No obstante, los datos reflejan que los empleos verdes han crecido un 30,6% desde 2011 y que los marrones han aumentado en menor medida, un 6,7%. La metodología usada para calcular estas cifras es “restrictiva”, según explica el documento, y se limita a identificar como ocupaciones verdes aquellas con alto componente medioambiental y como ocupaciones marrones las que se ubican en actividades económicas con una alta intensidad de contaminación.
De esta manera, en empleos verdes se engloban profesionales y técnicos en ciencias naturales, otros trabajadores de la construcción y sus acabados y recogedores de residuos. Las ocupaciones marrones son un ámbito más amplio en el que se incluyen: peones de las minas, de la construcción y de las industrias manufactureras; operadores y mecánicos de precisión en metales; trabajadores del textil; operadores en empresas madereras y otros de máquinas industriales.
Hombres de mediana edad, los más afectados
El CES advierte de que los más de 900.000 ocupados marrones se enfrentarán a “una contracción absoluta de la demanda de mano de obra o una transformación estructural significativa hacia procesos de producción más ecológicos, lo que podría dar lugar a cambios en los requisitos de cualificación”. En este sentido, el impacto de la transición verde en la destrucción de empleo marrón se podría asemejar al impacto de la transición digital, al afectar ambos en mayor medida a empleos de cualificación baja y media en la industria manufacturera. “Es probable que, en cierta medida, ambas tendencias se refuercen mutuamente”, afirma el informe.
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Además, los autores consideran probable que los efectos se concentren en determinados sectores, territorios y grupos demográficos, “generando brechas”. “En el caso de las pérdidas de empleo concentradas regionalmente, el tiempo y los gastos necesarios para reubicar a las personas pueden ser considerables”, reconocen, y advierten de que si no se adoptan medidas, “el desempleo friccional puede convertirse en desempleo estructural y de larga duración”. Finalmente, si las personas afectadas encuentran un nuevo empleo, “pueden sufrir importantes pérdidas salariales”.
En este contexto, es clave conocer dónde recaerá la mayor parte del ajuste para aplicar políticas. Las ocupaciones marrones representaron el 4,5% del total del empleo en España en 2023 y tienen un marcado perfil, de manera que el informe sugiere que “la mayor parte del coste del ajuste recaerá en los hombres en edades centrales (25-49 años) con bajo nivel educativo”.
Las mujeres están infrarrepresentadas tanto en las ocupaciones marrones como especialmente en las verdes. Los trabajadores de más edad están ligeramente sobrerrepresentados en las ocupaciones marrones y, dada la menor probabilidad de encontrar empleo de estos trabajadores, “es posible que algunos ya no encuentren empleo tras ser despedidos”, considera el CES.
Más formados en los empleos verdes
El presidente del CES, Antón Costas, opina que “los impactos son más intensos, más rápidos y más graves” de lo que esperaba, pero llama a no caer en el “fatalismo” porque “aparecen datos muy esperanzadores”, como el hecho de que en los empleos verdes el peso de la alta cualificación sea mayor. Ignacio Conde Ruiz, economista y coordinador de la memoria, considera en la misma línea que la sustitución de empleos verdes por empleos marrones “está empezando” y “hay mucha incertidumbre” sobre cuál será su desenlace. Añade que el potencial de energías renovables de España genera “una gran oportunidad para conseguir un mix energético más barato”.
A pesar del mayor crecimiento de los empleos verdes en los últimos 12 años, estos apenas suponen el 1,9% del total en 2023 frente al 1,7% de 2011, lo que “constata que los efectos agregados sobre el empleo son limitados”, según la memoria. Sin embargo, sí se ha alterado su composición: “Las políticas climáticas han fomentado los empleos de técnicos altamente cualificados y de cualificación media, mientras que se han estancado los de los trabajadores de baja cualificación”.
Los puestos de alta cualificación en empleos verdes han crecido proporcionalmente más que los de baja, y se nota en términos agregados: casi un 60% de los trabajadores en ocupaciones marrones no han completado la educación secundaria, frente a un 35% de la economía agregada y poco más del 20% de las ocupaciones verdes.
Previsiones de impactos por el cambio climático
El informe señala que por el momento no hay “impactos significativos” sobre el empleo por el propio cambio climático (subida de temperaturas, sequías, etc.), pero está previsto que los haya en el medio plazo. En concreto, se estima una caída de empleo en el sector primario, asociada a una disminución de la producción, y una redistribución territorial del empleo en actividades turísticas debido al cambio esperado en la demanda.
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En el conjunto de España, se produciría una distribución más uniforme del empleo a lo largo del año, disminuyendo en temporada alta y aumentando entre octubre y mayo, aunque sin poder compensar la pérdida de los meses de julio y agosto. Hasta 2023, no se ha materializado la pérdida prevista en la demanda turística, según constata el Banco de España en un informe reciente. El turismo ha crecido más en meses fríos y en el norte de España, pero también ha avanzado ligeramente en temporada alta y en los destinos tradicionales, permitiendo una nueva cifra récord de turistas y una notable aportación al PIB.