El misterioso triple crimen de los Barrio en Burgos: tres miembros de una misma familia asesinados y sin conocer al culpable

La investigación ha apuntado a dos sospechosos, el otro hijo del matrimonio y un hombre condenado por asesinar a una mujer, pero no se han hallado pruebas suficientes para condenar a ninguno

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Foto de archivo del entierro
Foto de archivo del entierro de Julia Dos Ramos Satamarina y de su hijo Alberto, de 12 años. (EFE)

El 7 de junio del 2000 aparecían en Burgos los cuerpos de tres miembros de una misma familia, un matrimonio y su hijo. Un salvaje crimen en el que los cadáveres presentaban 99 puñaladas y otras lesiones contusas, elevando las heridas hasta los 125. Sin embargo, lo que más destacó en el suceso fue la falta de autor. Ni una huella dactilar, ni un testigo, ni siquiera el arma homicida, nada, salvo la marca dejada por una zapatilla deportiva manchada de sangre.

Salvador Barrio Espinosa, de 53 años; su esposa Julia Dos Ramos Santamarina, de 47; y Álvaro Barrio Dos Ramos, de 12 años vivían en el número 14 de la calle de Jesús María Ordoño. Los tres fueron asesinados durante esa noche, uno a uno, en sus respectivas habitaciones, por alguien que, según la investigación policial, debía conocer bien el domicilio.

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El otro hijo de la familia

Esto hizo que las primeras pesquisas apuntaran a Rodrigo, el otro hijo de la familia que en ese momento se encontraba estudiando interno en los Gabrielistas, en Aranda de Duero. Una residencia a casi dos horas del lugar del crimen y en donde esa misma noche estaba, o tendría que haber estado, durmiendo, según explica el medio Burgos Conecta.

Las pruebas que pesaban en su contra era que la huella de la zapatilla si podría ser del joven y se tuvieron en cuenta unos macabros dibujos que aparecieron en su piso. Sin embargo, debido principalmente a que no se pudo extraer nada más de los estudios psicológicos y de las pruebas accesorias, se sobreseyó la causa contra él.

La jueza de menores concluyó que lo que el Grupo de Homicidios de la Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) presentó ante el Juzgado eran “meros indicios, simples conjeturas, hipótesis, elucubraciones y sospechas”, insuficientes como para abrir un procedimiento judicial.

La investigación quedó parada durante años. La única prueba era la mencionada, una huella con sangre. Algo que dejó totalmente desconcertado a los agentes, ya que solo era una y el rastro se perdía en el pasillo. El otro punto de confusión era el hecho de que nadie viera al autor del crimen, ya que debería haber salido manchado de sangre, una imagen que no pasa desapercibida. Sobre esto concluyeron que se tuvo que cambiar de ropa dentro de la casa antes de salir. Sin embargo, hasta ahora no se ha podido encontrar esta ropa ni el cuchillo utilizado en el tripe asesinato.

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Un nuevo sospechoso

El tema volvió a renacer en 2014 con la aparición de un nuevo sospechoso. El padre asesinado era alcalde de una pedanía de Oña, La Parte de Bureba. Allí la familia pasaba muchos fines de semana y se cree que las envidias y las rencillas irracionales que se viven en los pueblos pudieron tener alguna base para lo ocurrido.

Por eso el foco se puso en Ángel Ruiz, conocido como Angelillo, vecino de La Parte de Bureba. Las sospechas comenzaron contra él por la enemistad que presentaba en contra del padre asesinado, llegando a escribir insultos sobre su tumba tras el entierro. A esto se le sumo que en su casa se encontró una caja de zapatillas coincidente con el calzado y un cuchillo que podría encajar con el arma homicida.

Sin embargo, puede que lo más extraño fuera la aparición de una caja llena de llaves de muchos inmuebles de la localidad sin una justificación aparente. Entre todas estaba la del despacho de Salvador Barrio que se encontraba en el Ayuntamiento.

El hombre está actualmente en la cárcel, pero no por este delito. Está condenado por asesinar a una mujer de La Parte en un coche ajeno y además fue investigado por la desaparición de un ciudadano búlgaro. En el triple crimen todo quedó estancado, ya que en las armas blancas no se encontró ADN y el tamaño no coincidía con la profundidad de las heridas.

El crimen en sí prescribe este junio, pasados los 20 años. Sin embargo, esto no funciona para los dos sospechosos, ya que prescribirá una vez se cumplan 20 años desde que se abrió el procedimiento judicial contra ellos. Esto sucederá para el hijo en 2027 y para Ángel en 2034.

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