Las protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel el febrero de 2021 fueron su última gran rúbrica. Tras un periodo de “alta tensión” entre 2012 y 2018, con Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno, los grupos radicales de extrema izquierda continúan hoy en un estado “durmiente” y de “silencio” que presumiblemente perdurará hasta que deje de haber un gobierno de signo progresista.
“Están en un epílogo momentáneo. Es un fenómeno que no creo que vaya a desaparecer”. Es el análisis que hace el comisario principal jubilado Germán Rodríguez Castiñeira, quien en los últimos años en la Policía Nacional ocupó los cargos de mayor responsabilidad en la lucha antiterrorista como jefe de la Brigada Provincial de Información de Madrid y de la Comisaría General de Información. Durante su mandato en la capital, donde también fue jefe superior de Policía, lidió con el Rodea el Congreso, el 15-M o las Marchas de la Dignidad, manifestaciones pacíficas que los más radicales “arrastraron” hacia la violencia.
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El comisario Castiñeira cifra en unos “1.500 o 2.000″ los integrantes en España de estos grupos violentos de extrema izquierda, que en los últimos años han tomado una deriva “antisistema”. Ahora tienen “muy poca capacidad de convocatoria”, como se demostró en el fracaso de las concentraciones organizadas por la acogida de la cumbre de la OTAN en Madrid a finales de junio de 2022. Antes y durante esa cita, los agentes de Información prestaron especial atención a las conexiones de los radicales locales con grupos internacionales anti-OTAN y prorrusos, ya que la invasión de Ucrania había comenzado tan solo cuatro meses antes. No hubo ni incidentes ni detenidos.
La extrema izquierda más radical en la democracia española tuvo su origen durante la Transición en los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), la segunda organización terrorista con más víctimas (93) en nuestro país por detrás de ETA, y el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), que se cobró la vida de seis personas, todas ellas miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La última víctima de la extrema izquierda radical es el ex legionario Víctor Laínez, asesinado a manos del radical Rodrigo Lanza en un bar de Zaragoza en diciembre de 2017.
El “ecologismo radical”
En el mapa actual de la extrema izquierda radical han emergido, especialmente tras la pandemia, las organizaciones ecologistas. Movimientos como Extintion Rebellion, a escala internacional, están financiados por “adinerados” y califican sus acciones como “desobediencia civil”.
En España ha cobrado especial relevancia el colectivo Futuro Vegetal, que ha protagonizado, entre otros actos, el vertido de pintura roja en la fachada del Congreso de los Diputados, el corte de la M-30 o el bloqueo de una pista del aeropuerto de Barajas. Un juzgado de Madrid investiga a varios miembros del colectivo por organización criminal. “Son muy, muy radicales” y el ecologismo “prende mucho en la juventud”, advierte Castiñeira.
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Por el momento, estos grupos no han ocasionado daño personal alguno en sus acciones, aunque a Futuro Vegetal, por ejemplo, se le acusa de provocar daños en mobiliario urbano e instalaciones privadas que superan el medio millón de euros.
Castiñeira es el experto elegido por el Sindicato Unificado de Policía (SUP) en un curso que consta de cuatro ponencias sobre bandas juveniles, violencia en el deporte, extrema derecha e izquierda, y terrorismo de baja intensidad.