El 1 de junio de 2006, la familia Mohedano se partió en dos. La muerte de Rocío Jurado a causa de un cáncer de páncreas del que se estuvo tratando durante dos años, llegando incluso a trasladarse a Houston (Estados Unidos) para acceder a las últimas innovaciones médicas, fue el comienzo del fin del clan. No solo por lo que suponía su ausencia, pues la artista era la cabeza de familia y una suerte de brújula que guiaba a todos, también por lo que supusieron sus últimas voluntades.
El testamento de La más grande no convenció a todo el mundo. Y es que Rocío fue generosa, y además de dejar sus bienes, propiedades y dinero a sus tres hijos -su hija biológica, Rocío Carrasco; y sus hijos adoptivos, Gloria Camila y José Fernando-, también se acordó de sus dos hermanos, Amador y Gloria Mohedano. La más beneficiada de todos ellos fue su primogénita, Rocío Carrasco, a quien legó todos los derechos de sus trabajos artísticos -27 años y 9 películas-, un piso en Miami, un porcentaje de un apartamento en Miami Beach, la finca El Administrador, sus joyas y vestidos.
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A sus hijos pequeños, José Fernando y Gloria Camila, la artista les dejó su parte correspondiente del tercio de legítima estricta y del tercio de libre mejora, que también le tocó a Rociíto. Del tercio de libre disposición, los hermanos nacidos en Colombia también tuvieron su parte, y es que la cantante lo repartió además entre su marido, José Ortega Cano; sus dos hermanos, Amador y Gloria Mohedano; su sobrino Fernando y su exsecretario, Juan de la Rosa.
Después de que se vendiera la casa de La Moraleja, José y Gloria también obtuvieron su parte. Sin embargo, como eran todavía unos niños no se les entregó ninguna cantidad. “Hasta que no sean mayores de edad no podrán disponer de ese dinero, que irá generando intereses a medida que pase el tiempo”, declaró Ortega Cano en aquel momento.
Rocío y José Ortega Cano se casaron en régimen de separación de bienes, así que esa parte fue muy fácil. Por ejemplo, Rocío le dejó la parte que le correspondía de la finca de vacas que compraron a medias, Yerbabuena. Pese a que allí se crearon muchos recuerdos, en 2013 el torero la vendió a la empresaria peruana Rocío Torres Carcasi. “Lo hago porque viene otra etapa de mi vida que tengo que afrontar. Tengo que estar cerca de mis amigos, mi pareja, mis hijos... Tengo unos recuerdos maravillosos, pero la vida son etapas”.
Amador Mohedano no solo era hermano de la artista, durante mucho tiempo fue su representante. En la herencia le dejó una nave industrial en San Sebastián de los Reyes, en Madrid, y la mitad de la finca Los Naranjos, ubicada a las afueras de Chipiona y que destaca por tener más de 50.000 metros cuadrados. Si bien a día de hoy el televisivo la sigue teniendo, ha tenido que sacarla a subasta para hacer frente a sus deudas con Hacienda.
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A su hermana Gloria, además de la otra mitad de Los Naranjos, le cedió la casa llamada Mi abuela Rocío, ubicada en Chipiona, y es que era la única de la familia que no tenía vivienda ahí. Está en la avenida de Regla y cuenta con 450 metros de superficie. Por último, Jurado le dejó a Juan de la Rosa, su amigo y secretario durante décadas, un dúplex en Chipiona, ubicado cerca del puerto deportivo y la playa.