Desde pequeña, a Alba Sánchez Montalvo siempre le gustó todo lo relacionado con el espacio exterior. Sentía curiosidad por saber qué había ahí fuera, por saber cómo eran la Luna, las galaxias o los viajes espaciales. Pero pasados unos años, al llegar a Bachillerato, se topó con la dura realidad: la física y las matemáticas no eran lo suyo, así que decidió dejar de lado el espacio y enfocarse en la investigación, concretamente en la biotecnología, que es la carrera que estudió. Lo que no imaginaba es que años después tendría la oportunidad de enfundarse un traje de astronauta para hacer una simulación de cómo sería una misión espacial en Marte gracias al proyecto Mars UCLouvain, en el que ocho investigadores han viajado al desierto de Utah, Estados Unidos, para recrear el ambiente del planeta rojo.
Se trata de un proyecto que se enmarca dentro de la Mars Society, una iniciativa sin ánimo de lucro que busca enviar investigadores y estudiantes de la Universidad católica de Louvain, Bélgica, a la estación espacial instalada en el desierto de Utah para hacer simulaciones y experimentos científicos. En este lugar, elegido por sus excepcionales condiciones geológicas y biológicas en el estudio de zonas análogas al planeta Marte, Alba ha pasado dos semanas (del 31 de marzo al 14 de abril) junto al resto de sus compañeros. Una experiencia que, asegura, le ha cambiado la vida, porque le ha hecho replantearse su futuro más inmediato. Y aunque no se trata del espacio, al menos la simulación le ha servido para sacarse esa espinita de la infancia.
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“Ha sido un pequeño contacto con ese mundo, porque también he tenido la oportunidad de visitar centros de la ESA (Agencia Espacial Europea) de acudir a seminarios y conocer a otros investigadores. Ha sido una experiencia única y me ha cambiado la vida a muchos niveles”, cuenta esta biotecnóloga e investigadora granadina que acaba de cumplir 28 años.
En esas dos “intensas semanas” en las que estuvieron incomunicados, sin acceso a redes sociales y con apenas dos horas de internet al día para enviar informes laborales, Alba asegura que tuvo tiempo para pensar tanto en su vida personal como profesional y, aunque aún le quedan unos meses en Bélgica para terminar el doctorado sobre la inmunoglobulina A y su impacto en los pacientes que sufren sinusitis crónica, se plantea trabajar en centros de investigación para estudiar el sistema inmunitario de los astronautas.
Estudiar la respuesta inflamatoria
Durante esa estancia en el desierto, se levantaban temprano, a las 7:00, para aprovechar la mañana y evitar el calor de las horas centrales, de forma que la actividad principal eran las salidas extravehiculares, con traje y escafandra incluida, simulando que la atmósfera era irrespirable. Y aunque la comida tampoco era exactamente como la de los astronautas, sí era liofilizada, es decir, había pasado por un proceso de deshidratación que permite conservar los alimentos durante largos periodos de tiempo sin que se altere el sabor.
Por las tardes, cada investigador se dedicaba a su proyecto científico. El de Alba, en concreto, consistía en tomar muestras de sangre y saliva a sus compañeros para estudiar la respuesta inflamatoria, pues los astronautas suelen padecer ciertos dolores e inflamaciones durante los viajes espaciales, sobre todo en la cabeza, por el exceso de sangre en el cráneo, además de los problemas de salud que sufren al regresar a la Tierra. Y aunque en el espacio influyen otros parámetros, como la ausencia de gravedad o la radiación, la simulación le sirvió para analizar cómo impactan el aislamiento en grupo y el potencial estrés de la misión, entre otros aspectos.
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La importancia de que las mujeres puedan ser referentes
Alba reconoce que fue la falta de oportunidades en España lo que la empujó a estudiar fuera, por lo que reclama una mayor inversión en ciencia e investigación. También destaca la importancia del papel de las mujeres en la ciencia, pues aunque en los últimos años se han producido avances importantes en materia de igualdad, también en este ámbito aún queda un largo camino que recorrer.
Han sido precisamente dos mujeres científicas las que han marcado su trayectoria: su tutora de prácticas de la carrera del CSIC y la presidenta del jurado de su doctorado. Por eso, también considera fundamental que las nuevas generaciones puedan tener como referentes a las mujeres “para que se sientan inspiradas y puedan admirar a otras investigadoras”.