El “ojo por ojo” de las bandas juveniles desató una guerra que se saldó en 2022 con seis crímenes en la Comunidad de Madrid, su punto caliente en España. Al año siguiente solo se contabilizó una muerte ocasionada por estos grupos de origen latino, la última hasta la fecha. Esa víctima era Álex de la Rosa, alias Alexito, que cayó sin vida en la concurrida calle de Bravo Murillo, a su paso por el distrito de Tetuán.
Ese territorio de la capital está controlado por los Trinitarios, junto a los Dominican Don’t Play (DDP), una de las dos bandas más activas y sanguinarias de las importadas en el país. La madrugada del pasado 12 de marzo, Alexito, uno de los integrantes de esa organización en su “coro” de Tetuán, fue asesinado de una puñalada que le atravesó el corazón. Los servicios de emergencias no pudieron hacer nada por su vida.
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A tenor del resto de crímenes relacionados con las bandas juveniles, los investigadores de Homicidios de la Policía Nacional de Madrid trabajaron en un primer momento con la hipótesis de que el autor o los autores del asesinato figuraba entre las filas de los Dominican Don’t Play, la banda con la que los Trinitarios mantienen una rivalidad encarnizada que no ha parado de derramar sangre en Madrid.
Gracias a las nítidas imágenes de una cámara de seguridad y otras pruebas recabadas, los investigadores empezaron a identificar a los seis agresores, encapuchados y vestidos de oscuro, que habían atacado a Alexito de forma “planificada y coordinada” portando adoquines y machetes. “Buscaban acabar con su vida”, relató ante los periodistas la responsable de la investigación.
Dos facciones enfrentadas
La sorpresa de los agentes de Homicidios llegó al consultar las bases de datos policiales y comprobar que los atacantes figuraban como miembros de los Trinitarios, la misma banda a la que pertenecía la víctima. En ese momento, la investigación dio un giro de 180 grados. La Policía no tardó mucho en descubrir que el crimen de Alexito había sido producto de la división de dos facciones enfrentadas de la organización en Tetuán, la 4K (de la zona de Cuatro Caminos) y la del barrio de La Ventilla. Esa tensa fricción se cobró una vida, la de Álex de la Rosa, cara conocida del segundo bando.
La responsable de la investigación explicó que las divisiones internas en las bandas juveniles surgen por las luchas de “poder”, las mismas que están detrás de los enfrentamientos entre organizaciones. El control del tráfico de drogas o los conflictos en la pirámide jerárquica de una misma banda, incluso de un mismo “coro”, crean fricciones que acaban en un mismo fin: la violencia.
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La Policía pudo esclarecer el crimen de Alexito con la detención de sus seis atacantes, de los cuales tres huyeron del país tras los hechos. El último fue arrestado en Reino Unido y ya todos están entre rejas a la espera de juicio. Mientras tanto, los agentes siguen vigilantes en las calles para que este asesinato siga siendo el último en la lista negra de las bandas en la Comunidad de Madrid.