El agua embotellada tiene más microplásticos que el agua de grifo y cómo afecta a nuestra salud: ¿debemos estar preocupados?

Así lo sostiene una investigación en España publicada en la revista ‘Scientific Reports’. Se analizó el contenido de botellas de cinco de las principales marcas que en conjunto representan el 40% del mercado

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Botellas de agua. (Shutterstock)
Botellas de agua. (Shutterstock)

A estas alturas todos tenemos claro que beber agua ayuda a mantener la salud. Pero cuando lo hacemos, además del fluido, podemos estar ingiriendo diferentes compuestos y partículas naturales y artificiales que no resultan tan saludables si sobrepasan cierta concentración. Uno de ellos son los plásticos.

Los plásticos fueron fabricados por primera vez en el siglo XX para cubrir las necesidades de la sociedad del momento y gracias a sus extraordinarias características han permanecido entre nosotros ofreciéndonos múltiples soluciones.

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Algunas de las propiedades que los convierten en perfectos materiales para ser usados en diferentes ámbitos de la sociedad son su gran diversidad de formas y tamaños, su resistencia, su impermeabilidad, su bajo coste de producción y su gran durabilidad. Todo ello permite fabricar un sinfín de productos con diferentes utilidades muy usados en nuestra vida cotidiana.

En los últimos años, se ha experimentado un notable aumento en la producción de productos plásticos, lo que ha dado lugar a la generación de aproximadamente 400 millones de toneladas de este material al año a nivel mundial. Esta cifra tan elevada y su gran durabilidad son la causa de grandes impactos negativos en el medio ambiente y en los seres vivos, ya que no se recicla el 100% de los residuos plásticos producidos.

Una vez que estos plásticos ingresan al entorno natural, sufren un proceso de degradación, convirtiéndose en partículas cada vez más diminutas, lo que da origen a lo que conocemos como microplásticos.

Estos microplásticos se caracterizan por tener un tamaño que varía entre 1 μm y 5 mm. Ya se han encontrado en todos los entornos analizados –atmósfera, océanos, suelo…– e incluso en los alimentos y en el agua que bebemos.

Una persona muestra un frasco
Una persona muestra un frasco lleno de granza en una imagen de archivo. (EFE/Cabalar)

Microplásticos en el agua embotellada

Miembros de la red de investigación sobre plásticos Enviroplanet, formada por varios grupos de investigación españoles especializados en la contaminación plástica, publicamos el año pasado un estudio en la revista Water Research sobre la presencia de microplásticos y partículas artificiales no plásticas en el agua potable de ocho ciudades españolas.

Este año, los mismos investigadores de Enviroplanet, gracias a un convenio firmado por la Universidad Autónoma de Madrid, en colaboración con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), hemos publicado un estudio en la revista Scientific Reports sobre la presencia de microplásticos en el agua embotellada.

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Para este trabajo, analizamos botellas procedentes de cinco de las principales marcas de agua embotellada, que en conjunto representan el 40% del mercado de agua embotellada sin gas en España. Por cada marca de agua se procesaron un total de 45 litros contenidos en botellas de plástico (PET) de 1,5 litros.

Los resultados finales han permitido comparar la concentración de microplásticos y materiales artificiales no plásticos en el agua embotellada con la encontrada en el agua del grifo, con el objetivo de determinar si existen diferencias significativas entre ambas fuentes.

Diferentes microplásticos

En nuestro estudio hemos identificado principalmente fragmentos de poliésteres de tonalidades transparentes y blancas, lo cual coincide con la composición típica de las botellas de agua, además de fibras de celulosa de diversos colores.

En el agua del grifo, sin embargo, detectamos una mayor diversidad de polímeros, incluyendo poliésteres, poliamidas, polímeros acrílicos y poliolefinas. Estos materiales de uso común tienen una procedencia variada, desde textiles sintéticos a envases de alimentos, pinturas o electrodomésticos.

Es importante destacar que, aunque los poliésteres, de los cuales forman parte el tereftalato de polietileno o PET, están presentes en ambas muestras, su abundancia es menor en el agua de red en comparación con el agua embotellada.

Principales polímeros encontrados en ambos
Principales polímeros encontrados en ambos proyectos. PA: poliamida; PVC: cloruro de polivinilo; PU: poliuretano; PS: poliestireno; PE: polietileno; PTFE: teflón; ACR: acrílico; PP: polipropileno; PES: poliéster; PLA: ácido poliláctico; SIL: silicona.

La concentración media de partículas microplásticas (MP) en el agua embotellada fue de unas 0.7 MP/L, mientras que la concentración de partículas no plásticas de origen artificial (PANP) fue de unas 1.70 PANP/L. Estos datos muestran una mayor presencia de microplásticos en el agua embotellada en comparación con el agua de grifo, donde la concentración media fue de 0.0125 MP/L y 0.0322 PANP/L.

Efectos en la salud: ¿debemos preocuparnos?

Aunque la concentración de microplásticos en el agua embotellada es significativamente mayor que en el agua del grifo, es muy poco probable que el plástico ingerido por esta vía cause efectos adversos en los humanos debido a que la cantidad ingerida en peso total es ínfima. Sin embargo, no existen estudios hasta la fecha que demuestren si estas concentraciones pueden causar daño en los seres humanos.

No obstante, el principio de precaución obliga a ser cautelosos con el riesgo de contaminantes plásticos en el agua potable. Es fundamental que los gobiernos y organismos reguladores apoyen estudios para desarrollar políticas informadas sobre los contaminantes en los alimentos y el agua, además de fomentar el uso de las fuentes más limpias posibles, en este caso el agua del grifo, rentable y respetuosa con el medio ambiente y que reduce la cantidad residuos plásticos generados y, por lo tanto, la huella de carbono asociada.

*Virginia Gálvez Blanca es estudiante de doctorado en Hidrología y Gestión de los Recursos Hídricos en Universidad de Alcalá; Carlos Edo es investigador postdoctoral en la Universidad de Alcalá; Francisca Fernández Piñas es catedrática de Biología en la Universidad Autónoma de Madrid; Miguel González-Pleiter es investigador en Ecotoxicología en la Universidad Autónoma de Madrid y Roberto Rosal, catedrático de Ingeniería Química en la Universidad de Alcalá.

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