El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha anunciado este martes la retirada de la embajadora española de Buenos Aires. La vuelta de la diplomática María Jesús Alonso Jiménez se produce tras la negativa de Javier Milei a disculparse por sus declaraciones sobre Pedro Sánchez y su esposa Begoña Gómez, a quien acusó de “corrupta”.
Lejos de pedir perdón por sus palabras, el mandatario argentino ha acusado a Sánchez de “cobarde” y “totalitario” por creerse “dueño del Estado” y esconderse “entre las faldas de las mujeres”. Las nuevas declaraciones de Milei han supuesto una escalada en el conflicto diplomático y desde Exteriores no descartan tomar más medidas al respecto.
Te puede interesar: Un conflicto diplomático tras otro: cómo las relaciones entre España y Argentina han llegado “a su momento más grave”
La medida ha sido criticada desde ambos puntos del espectro político. Por un lado, desde Vox lo consideran un “espectáculo” y defienden las palabras de Milei, de quien no se podía esperar “que se quedara callado” después de haberle llamado “drogadicto y fascista”. Desde Podemos, en cambio, han cuestionado que se consideren “más graves” los insultos del presidente argentino que “asesinar miles de niños y niñas y matarlos de hambre”, en palabras de Ione Belarra. Sumar, por su parte, ha aplaudido la decisión diplomática, pero también exige que se tomen medidas recíprocas respecto a Israel debido al conflicto en Gaza.
La retirada de un embajador se trata de uno de los gestos de mayor contundencia en las relaciones internacionales y deja a un Encargado de Negocios al mando de la representación exterior en ese país. No es la primera vez que España se decanta por este camino: lo ha hecho en al menos tres ocasiones en su historia reciente.
La crisis de Perejil provocó la salida de Rabat
El pequeño islote situado a unos diez kilómetros de Ceuta provocó hace más de veinte años una de las grandes crisis diplomáticas que ha enfrentado España. El islote de Perejil fue invadido por gendarmes marroquíes tras una acción militar ejecutada el 11 de julio de 2002.
El Gobierno español envió tres navíos a las costas de Ceuta y Melilla en respuesta a la invasión orquestada desde Rabat, que justificaban como parte de una estrategia en la lucha contra la inmigración irregular y el terrorismo. Si bien desde la UE mostraron su “plena solidaridad a España” e instaron a Marruecos a retirar las tropas, el país se mantuvo firme en su decisión.
Te puede interesar: El PSOE aprovecha la crisis diplomática con Milei para crecerse ante las elecciones europeas pese al recelo de sus socios
Cinco días después, el Gobierno español, entonces dirigido por el presidente José María Aznar (PP), dio por agotada la vía diplomática. Pasadas las once de la noche del día 16 de julio, el Ejecutivo procedió a la retirada indefinida de su embajador en Rabat, Fernando Arias-Salgado. Al alba del día 17, un comando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra aterrizó en el islote, detuvo a los militares marroquíes implicados e izó la bandera española.
El día 20 de julio, ambos países llegaron a un acuerdo que supuso la vuelta al status quo anterior. Sin embargo, la reconciliación diplomática definitiva no se dio hasta el 30 de enero de 2003, fecha en la que los respectivos embajadores volvieron a sus puestos.
La retirada de Damasco por la represión siria
Tras las protestas antigubernamentales de 2011, la represión a la población civil fue en aumento en Siria. Con una situación de tensión creciente, que desembocaría en la guerra civil entre las fuerzas armadas y varios grupos opositores, entre ellos grupos terroristas, Mariano Rajoy llamó a consultas al embajador en Damasco en 2012.
Se sumaba así a una larga lista de países europeos, como Reino Unido, Francia, Italia y Bélgica, que buscaban con esta maniobra aumentar la presión sobre el régimen de Bashar al Assad. Hasta ahora, la jefatura de la misión diplomática en Siria la ocupa un Encargado de Negocios interino.
Los insultos de Maduro a Rajoy: “Basura corrupta”
En el año 2016, la relación entre España y Venezuela pasaban por un momento de gran tensión. Las acusaciones del Gobierno de Carcas hacia Madrid eran continuas y se aseguraba que el Ejecutivo español apoyaba al terrorismo en el país caribeño, además de formar parte de una “conjura internacional” y de tener una actitud “intervencionista, racista y colonialista”. En ese año, se llamó dos veces a consultas al embajador español, Mario Isea, y se convocó otras cuatro a su homólogo venezolano, para transmitirle las protestas del Gobierno.
En ese contexto, el presidente Nicolás Maduro pronunció un discurso en el que llamaba a Mariano Rajoy “racista, basura corrupta y basura colonialista”. Pronunciaba estas palabras en el Palacio de Miraflores, desde donde aseguró que en la jornada anterior las televisiones de Chile, Argentina y España (en concreto, Antena 3) habían insultado a Venezuela.
El mandatario venezolano dijo que “ en España están aterrados porque ha surgido una organización y un liderazgo propios”, por lo que “tiembla la oligarquía española como le tembló a Simón Bolívar, que hace 200 años los expulsó a bayoneta limpia, tiembla la oligarquía colonialista y racista de Rajoy y de todos ellos”. “Racista te dije, Rajoy; colonialista te dije, Rajoy; basura corrupta te dije, Rajoy; basura colonialista. A Venezuela se la respeta, este es el pueblo de Simón Bolívar”, sentenció, en alusiones al entonces presidente español en funciones.
El Ministerio de Exteriores tildó esta actitud de “impropia del respeto que debe regir las relaciones entre gobiernos”, mientras representantes del PP los consideraban “intolerables”. Por ello, el Ejecutivo procedió a retirar a Isea de la embajada de Caracas. En enero de 2018, Rajoy declaró “persona non grata” al embajador venezolano en Madrid.
Cuatro años después y junto con otros países europeos, España rebajó a la categoría de encargado de Negocios a su representante en Venezuela, entonces al cargo de Jesús Silva. Esta situación se mantuvo hasta diciembre de 2022 para dejar claro el rechazo desde la UE al mandato de Maduro tras las elecciones de 2018, que no consideraron “justas ni transparentes”, y la salida del opositor político Leopoldo López. España no nombró nuevo embajador hasta 2022, cuando se eligió a Ramón Santos para el puesto.