No importa si ha pasado una década o un siglo. Los huesos siempre hablan y ayudan a comprender el pasado. De ahí la importancia de exhumaciones como la que ha tenido lugar este mes de mayo en la localidad de Abánades, Guadalajara, donde un equipo de arqueólogos del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit) ha encontrado los restos de tres soldados republicanos que murieron en 1938 en la batalla de la Enebrá Socarrá, además de objetos personales como una cuchara con unas iniciales, un peine, un espejo y un mechero que pueden ayudar a identificarlos después de haber pasado 85 años bajo tierra y sin que nadie los reclame. El equipo investigador del Incipit, centro que pertenece al CSIC, partía de la hipótesis de que se trataba de soldados del bando sublevado, y en principio los trabajos de exhumación no se iban a extender más de una mañana, pero pronto se dieron cuenta de que estaban equivocados.
Es en esta zona donde se produjo la ofensiva del Alto Tajuña entre finales de marzo y principios de abril de 1938, una maniobra republicana que pretendía aliviar la presión que las tropas sublevadas ejercían sobre el Ejército del Este en Aragón. Se trata de la llamada “batalla olvidada” en la que hubo unas 8.000 bajas entre heridos y fallecidos, y aunque a día de hoy no es extraño encontrar restos humanos en la superficie, lo primero que llamó la atención del equipo de arqueólogos que ha participado en las labores de exhumación es la gran cantidad de huesos que había.
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“Una vez recogimos la primera capa superficial, nos dimos cuenta de que continuaban saliendo huesos por debajo. En principio pensábamos que los vecinos, durante la posguerra, podían haber arrojado restos humanos inconexos, pero en realidad nos topamos con un refugio para tropa en el que había al menos tres soldados republicanos a los que cayó un proyectil de artillería”, explica a Infobae España el arqueólogo Luis Antonio Ruiz Casero, codirector de la de la intervención junto con el investigador Alfredo González-Ruibal.
Tras comprobar que los restos estaban “llenos de metralla”, debajo de ellos encontraron el cráter del proyectil de artillería y la espoleta aún incrustada dentro, que pertenecía a un cañón de 75 mm italiano, lo que refuerza la idea de que eran soldados republicanos. Los trabajos finalmente se prolongaron durante casi dos semanas.
“Ya no se trataba de una granada de mortero, como pensábamos al principio, sino de algo mucho más grande. Además, al conservarse el cráter y la espoleta, hemos podido calcular la trayectoria del proyectil y encaja perfectamente con los datos que tenemos, pues sabemos que en uno de los días de la batalla hubo un bombardeo”, añade por su parte Carlos Marín, otro de los arqueólogos que ha participado en la exhumación y profesor de la Universidad de la República en Uruguay. Uno de los soldados, explica, podría ser un joven de unos 17 años, probablemente de la llamada “quinta del biberón”, mientras que los otros fallecidos son hombres más maduros “con signos en los huesos de haber realizado un trabajo físico fuerte”, lo que también proporciona una idea del perfil de los integrantes del Ejército Popular de la República.
En este caso es probable que murieran el 6 de abril, cuando intentaban retirarse tras sufrir un bombardeo artillero por parte de las tropas franquistas.
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La falta de listados dificulta la búsqueda
Los arqueólogos aseguran que lo que más les ha impactado de esta exhumación fue descubrir la muerte “tan traumática” de estos soldados, además de los objetos personales encontrados, entre los que destaca una cuchara con las iniciales S.G. grabadas en el mango, utensilio que solían llevar con enganches improvisados para colgar de las trinchas y así no perderlos. Aún así, será muy difícil identificarlos debido a la falta de listados de fallecidos, aseguran. “En el archivo miraremos el listado de combatientes, porque sabemos a qué unidad militar pertenecían y las iniciales nos pueden aportar algo parecido a una identidad, pero no sabemos si vamos a encontrar listados de esa unidad”, indican.
Si finalmente encuentran nombres con esas iniciales, tratarían de hacer una búsqueda de familiares junto a pruebas de ADN, pero en principio los restos de los soldados serán inhumados en un pequeño panteón que se construyó hace años en el cementerio de Abánades. También cabe destacar que esta excavación arqueológica no ha contado con financiación.
El grupo de investigación que dirige Alfredo González-Ruibal ya recuperó entre 2011 y 2014 los restos de varios soldados caídos en la ofensiva del Alto Tajuña, casi todos pertenecientes al bando sublevado. Tampoco entonces los reclamó nadie.