Su objetivo es escribir una novela por año, una tarea que se ha complicado con el paso del tiempo. “Tengo niños”, dice a Infobae España con una risa cómplice. En la pantalla, pues habla con este medio a través de una llamada por Zoom, la acompañan dos estanterías mastodónticas repletas de libros que, alega, todavía no ha podido leer. El día es corto y la lectura infinita. Claire Douglas es la estrella del thriller en Reino Unido. Todas sus novelas se llevan el sello bestseller en su país, donde ya ha vendido más de un millón de ejemplares. Sus libros han sido traducidos a un total de 15 idiomas.
Tras la publicación de La pareja del número 9 (Planeta) en España, una novela que contó con el beneplácito de público y crítica (y que está cerca de contar con una más que ansiada adaptación televisiva), la autora vuelve a pisar el mercado literario patrio con El último crimen de la escritora Emilia Ward (también con Planeta), una obra en la que una reputada escritora se percata de que los asesinatos que escribe en el borrador de su próxima novela se están produciendo en la vida real. Un juego de espejos, azar y realidad que convierte al lector en el detective más importante de la trama.
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Una de las claves de su éxito es “describir y crear personajes con los que te puedas identificar”, que la audiencia literaria llegue a pensar: “Esto me podría pasar a mí”. Los cliffhangers, término anglosajón que hace referencia a las dudas que se quedan colgando en los últimos párrafos de los capítulos, son marca registrada en cada una de las novelas de Douglas. Para que sus páginas se conviertan en adictivas, la escritora no duda en “hablar de dinámicas familiares, relaciones” y otros elementos que hacen que la historia sea “accesible” a todo el mundo.
Douglas empezó como periodista en diversas revistas femeninas y periódicos, pero “siempre había querido ser escritora de novelas”. Entre artículos y eventos, la británica rascaba el poco tiempo libre que le quedaba para conformar sus propios universos, enraizados en la maquinaria del misterio. Tras ganar una competición de Marie Claire que le brindó la oportunidad de tener un contrato con la reputada editorial HarperCollins, su carrera comenzó a despuntar.
Antes de sumergirse en la narrativa detectivesca que conforma su universo literario, Douglas llegó a plantearse probar suerte en el mundo de la comedia romántica. No sé escribir novela rosa, me sale negra. Lo intento, pero cada página me sale más negra, decía Leo Macías, interpretada por Marisa Paredes, en La flor de mi secreto. Lo mismo le sucedía a la británica. “Tener un buen agente, un gran editor y leer mucho”, esas son las claves que explican el furor que sus obras generan. “En mi caso, leo un montón de novelas de suspense y trato de resolverlas. ¿Qué es lo que tiene éxito en ese thriller? ¿Por qué funciona? ¿Qué hace que no podamos parar de leerla?”, afirma sobre el “estudio” pormenorizado que efectúa de un género del que ya es una deidad.
“Leo un montón de novelas de suspense y trato de resolverlas. ¿Qué es lo que tiene éxito en ese ‘thriller’? ¿Por qué funciona?”
“Mi objetivo no es ganar el Booker Prize”
Diez de sus novelas han entrado en la categoría superventas, una presión que Claire Douglas tiene que navegar cada vez que comienza un nuevo borrador en la soledad pacífica de su despacho en Bath (Reino Unido). “Me encanta cuando mis lectores me mandan mensajes diciendo que están deseando leer el siguiente libro, pero sí la siento”, dice sobre el sentimiento opresor de pensar qué dirá la audiencia tras numerosos hits literarios. “Cuando escribo un libro, a veces pienso, ‘¿qué pensarían si hiciera esto?’. No quieres decepcionarlos, sólo quieres asegurarte de que cada novela les guste pero, obviamente, no puedes complacer a todo el mundo todo el rato”, afirma la autora.
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Pese a haber vendido más de un millón de copias, Douglas tuvo que lidiar con una época de incertidumbre que la llevó a cuestionarse su futuro en el universo del thriller. “Mi sexto libro salió en la pandemia y no se vendió muy bien, nadie lo leyó”, indica sobre los faux pas del éxito rotundo. En ese momento, pensó en probar suerte en un género diferente o incluso con un pseudónimo. “Tener esa especie de ligero fracaso me llevó a ser más decidida en la escritura del siguiente libro, no tenía nada que perder”, explica.
“Mi objetivo ha sido siempre escribir una obra que entretuviese y que hiciera que alguien pudiera olvidarse de su vida y de sus preocupaciones durante un rato”
La autora cree que sigue habiendo cierto “esnobismo” con los thrillers y las novelas sobre crímenes que destacan en las estanterías de las librerías. “Incluso cuando era más joven, mi objetivo ha sido siempre escribir una obra que entretuviese y que hiciera que alguien pudiera olvidarse de su vida y de sus preocupaciones durante un rato”, indica Douglas. “He recibido mensajes encantadores de gente que me ha dicho que mis libros les han ayudado a lidiar con la muerte de su madre o les han distraído mientras estaban en el hospital esperando una operación. Ese es mi objetivo, y no ganar el Booker Prize. Quería escribir novelas que la gente quisiera leer y disfrutar”, explica.
Con una espiral de novedades narrativas que no cesa, Douglas considera que cada vez es más complicado que una novela llegue a una audiencia seducida por infinidad de nuevos títulos semanales. “Es difícil porque, obviamente, el espacio en las estanterías de los supermercados se ha reducido, así que no es fácil que tu libro sea visto y llegue a los lugares adecuados”, expresa. Una situación que la apena, pues hace que algunos títulos “tengan más tirón que otros”, un factor en el que la suerte juega un papel determinante.
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“Muchos buenos libros pasan desapercibidos y nunca llegan a leerse porque no han sido promocionados por la editorial”
“A veces pienso que es cuestión de una buena gestión”, dice sobre las obras que se encumbran por encima de otras en el catálogo literario. “Creo que muchos buenos libros pasan desapercibidos y nunca llegan a leerse porque no han sido promocionados por la editorial o no han llegado a las estanterías, por lo tanto, que un libro se venda mucho no significa que sea bueno y viceversa”, concluye, tirando, de nuevo, de la familia de sinónimos del azar y la fortuna.