Daniel Burman presenta en el Festival de Cannes una película sobre la identidad, transgénero, judía y argentina: “Los gobiernos nunca saben qué hacer con la cultura”

Hablamos con el director sobre el estreno internacional de ‘Transmitzvah’, una coproducción en la que participa Mediapro Studios y que está protagonizada por Penélope Guerrero y Juan Minujín

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Penélope Guerrero protagoniza 'Transmitzvah', de
Penélope Guerrero protagoniza 'Transmitzvah', de Daniel Burman. (Cinéma de Demain/Cannes)

Son escasas las películas argentinas que este año podrán verse en la 77 edición del Festival de Cannes y, entre ese vacío en este año tan complicado para la cinematografía del país, encontramos el último trabajo de Daniel Burman, bien conocido gracias a obras como El abrazo partido, Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín de 2004 y por la que Daniel Hedler (su habitual colaborador) consiguió el galardón al mejor interprete masculino.

Después de la serie para Prime Video Iosi, el espía arrepentido, el director regresa al cine con Transmitzvah, que ha sido seleccionada para la sección Cinéma de la Plage, donde se presentará al aire libre en ese escenario incomparable de la ciudad francesa.

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Una reivindicación de la identidad

Se trata de un proyecto muy personal en el que se mezcla la identidad religiosa y cultural con la de género, a través de un personaje (encarnado por Penélope Guerrero) que después de transitar y convertirse en una célebre estrella del pop que reivindica sus raíces judías decide celebrar su Bat Mitzvá, pues en su niñez no pudo hacerlo debido debido a que ya se sentía como una chica.

'Transmitzvah'. (Cinéma de Demain/Cannes)
'Transmitzvah'. (Cinéma de Demain/Cannes)

Todo surge a partir de la serie Pequeña Victoria (2019) creada por el propio Burman y que se convirtió en la primera telenovela emitida en prime time en Argentina en la que la protagonista era una mujer trans. “Aprendí mucho de esa experiencia y, en cierto sentido, creo que parte de mi cine se basa en la búsqueda de la identidad, así que quise seguir ahondando en ese aspecto a través de las cuestiones de género que me parecen una cuestión esencial de nuestro tiempo”, cuenta Daniel Burman a Infobae España recién llegado al Festival de Cannes.

La protagonista de la película ha alcanzado la fama a través de sus canciones en yiddish, pero, al mismo tiempo, siente un desarraigo con respecto a su familia. El único que siempre le ayudó fue su hermano (al que encarna Juan Minujín) y ahora será el encargado de acompañarla en este deseo que tiene (a modo de viaje) y que, de alguna forma, desafía las convenciones y los tradicionalismos.

La herencia como legado

“Uno tiene un rechazo primitivo con el legado, con la herencia, con lo que nos intenta definir antes de que nosotros nos definamos. Pero creo que hay un punto en el que se intentan recuperar aquellos puentes que se quemaron para alcanzar aquello que soñábamos”, continúa el director. Matiza que no se trata de una postura conservadora, sino todo lo contrario, una búsqueda íntima a la hora de recuperar las piezas que se perdieron por el camino.

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Daniel Burman es judío, y es algo que ya había aparecido en buena parte de su obra. “Soy judío, pero también soy padre, soy argentino y un montón de cosas más al mismo tiempo, como todos”. Para la comunidad judía, el Bat Mitzvá es el rito de iniciación fundamental en el que los preadolescentes participan para formar parte de este sistema preestablecido, como la primera comunión para los católicos.

Pero la protagonista se revelará contra este rito en su niñez y reivindicará el hecho de hacerlo en su edad adulta. De ahí el nombre de la película, Transmitzvah, que se le ocurrió a uno de los hijos del director. “La protagonista ha sufrido un exilio y se ha sentido muy sola porque creo que los exilios del alma son los más dolorosos”.

Situación del cine en Argentina

Fotografía de archivo del director
Fotografía de archivo del director argentino Daniel Burman. (Antonio Lacerda/EFE)

El director también nos habla de la situación en la que se encuentra el cine en Argentina. “Vengo de un país en el que, de cada dos personas, una es pobre y no puede satisfacer las necesidades básicas de su familia. Por eso, la fractura social que hay es abismal. En ese marco, la cultura y el cine son parte de eso. Hoy en día, la producción cinematográfica está totalmente suspendida cuando es parte de nuestra riqueza, y eso debería tenerse en cuenta. Hasta hace poco, a pesar de la alternancia de gobiernos, se había protegido la cultura, había sido la única política que se había mantenido desde el comienzo de la democracia. La pregunta es, ¿cómo dejamos que ocurriera todo esto? Creo que necesitamos muchas dosis de autocrítica y también tenemos una responsabilidad sobre lo que está pasando”.

Si este año en Cannes hay pocas películas argentinas, el año que viene todavía habrá menos. Quizás ninguna, con todo el sector paralizado. “Creo que los gobiernos nunca saben qué hacer con la cultura, no la entienden, es un mal endémico. Pero el cine da trabajo y solo se puede mantener a través de una política de Estado, y todo esto entra dentro de la situación de emergencia económica en la que nos encontramos. Hay que entender que estos productos viajan, el audiovisual genera un valor agregado, al igual que cualquier cosa que se exporta”.

“Ahora la política decidió cancelarlo todo, en vez de comprender los muchos errores que tenía el sistema y corregirlos. Es como decir ‘cerramos esto porque repararlo es un lío’. Y es complicado porque, al cerrar la tapa, se aniquila algo que costó muchos años construir”.

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